Quien invoca el dulce nombre de María,
recibe gracias insospechadas
Entre los seres humanos, cuando alguien necesita algo de un alto gobernante, o de un poderoso personaje influyente en el mundo de los negocios, de la política, o de los quehaceres de los hombres, se dirige a estos invocando sus nombres, para intentar atraer su atención y lograr así aquello que deseaba.
Sin embargo, la gran mayoría de las veces, la distancia entre el que pide y el que está en el alto cargo es tanta, que muy pocas veces, por no decir casi nunca, se obtiene su favor, aún cuando su nombre sea invocado muchas veces. Y otras veces, las menos, en los que al llamar a la persona influyente y con poder se obtiene su atención, aquello con lo que puede auxiliar es nada o casi nada, pues se tratará siempre, en todo caso, de bienes materiales.
En los asuntos del Cielo, las cosas son muy diversas.
Acceder a quien tiene un alto cargo es facilísimo; lo único que hace falta es un corazón humilde, simple, sincero y piadoso. Además, ser escuchados por este alto funcionario, es cosa más que segura, y obtener los bienes que se piden, principalmente los espirituales, está descontado: se obtienen en el cien por ciento de los casos, y aún con regalos extras, que ni siquiera habían sido pedidos. Todo esto es así, porque en el Cielo hay una persona muy influyente, que ocupa un puesto altísimo de poder y de influencia sobre el mismo Dios, de manera tal que lo que esta persona le pide, Dios no puede decir que no. ¿Qué tiene que hacer el interesado, que desde la tierra, “valle de lágrimas”, necesita grandes favores del Cielo? Lo único que tiene que hacer es invocar un nombre, para que las puertas del Cielo se abran. ¿De qué nombre se trata? Del dulce nombre de María Virgen. Quien invoca el nombre de María, obtiene, antes de pedir, el favor que quería, y además otros grandes dones, imposibles de ser siquiera imaginados.
Es el mismo Jesús quien promete, a los que son devotos de María e invocan su nombre, preciosos dones y gracias. En una revelación dada a Santa Brígida, Jesús hablaba con su Madre, y le decía: “El que invocare tu santo nombre con firme esperanza y propósito de enmendarse, recibirá tres muy señaladas gracias, a saber: perfecto dolor de sus pecados, los medios de satisfacer a la justicia divina y la fortaleza necesaria para llegar a la perfección y, finalmente, la gloria del paraíso”. Y luego agregó Jesús: “Me son tan dulces y agradables, Madre mía, tus palabras, que no puedo negarte lo que me pides”.
San Efrén llega hasta a decir que “el nombre de María, para los que devotamente lo invocan, es la llave del Cielo”. Apoyado en esta verdad, San Buenaventura llama a María: “salud de los que la invocan”, como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que alcanzar la eterna salvación. “En efecto –dice Ricardo de San Lorenzo- nos ayuda a atesorar una gracia superabundante en esta vida, y a conquistar una gloria sublime en la otra”.
Como vemos, invocar el nombre de María Santísima granjea a sus devotos hijos, además de conseguir el favor espiritual que se persigue, dones y gracias impensables, inimaginables: la contrición del corazón, el conocimiento infuso de cómo obrar el bien para alcanzar el cielo, y, finalmente, ¡la vida eterna! Después de saber esto, ¿cómo no invocar a cada momento el hermoso nombre de María?
Hola Padre Paz y Bien !!!
ResponderEliminarQuè hermosa es Nuestra Madre Santisima !!! Nuestra Virgen Marìa ♥
Gracias Padre por servir al Señor !!!
Gracias de todo corazòn !!
Dios y La Virgencita Marìa lo bendigan y lo guarden en cada nuevo amanecer !!!
Paz y Bien *
Gracias,Julieta, no te olvides de rezar por nosotros los sacerdotes. Te dejo mi bendición. P. Álvaro.
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