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jueves, 15 de noviembre de 2018

El mensaje de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya



En las cercanías de Pompeya, el lugar al sur de Italia cubierto por la erupción del Volcán Vesubio, comenzaron a instalarse, a comienzos del siglo XIX, un grupo de familias de campesinos quienes luego erigieron una humilde capilla[1]. En 1872 llegó el abogado Bartolo Longo (beatificado el 26 de octubre de 1980), el cual trabajaba para la Condesa Fusco, que era la dueña de ésas tierras. Longo descubrió que, después de la muerte del sacerdote, ya no había misas en la capilla y pocos seguían firmes en la fe.
Sucedió entonces que una noche, el Beato Bartolo Longo tuvo un sueño en el que se le apareció un amigo suyo, que había muerto años atrás, quien le dijo: “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. Considerando este sueño como un mensaje del cielo, el Beato Longo hizo traer de Nápoles muchos Rosarios para repartir, además de enseñar a rezarlo. Además, animó a varios vecinos para que le ayuden a reparar la capilla. Una vez reparada, la gente comenzó a venir a rezar allí el rosario, cada vez en mayor número.
En el año 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un cuadro de Nuestra Señora entregando el Santo Rosario a Santo Domingo y Santa Rosa de Lima. Estaba deteriorado así que un pintor lo restauró. Este cambió la figura de la Santa Rosa por la de Santa Catalina de Siena. Puesta sobre el altar del Templo, aún inconclusa, la Sagrada imagen comenzó a obrar numerosos milagros, incluso hasta el día de hoy.
El 8 de mayo de 1887, el Cardenal Mónaco de la Valleta colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes bendecida por el Papa León XIII y el 8 de mayo de 1891, se llevó a cabo la Solemne Consagración del nuevo Santuario de Pompeya, que existe actualmente.
El mensaje de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya es, entonces: “Recen el Rosario, porque el Rosario es signo de predestinación de las almas”. Esto quiere decir que, el que reza el Rosario, está predestinado a la vida eterna, mientras el que no lo reza, por pereza, no lo está. Recordemos que estamos en esta vida para salvar el alma, no para pasarla bien sobre esta tierra y que el Santo Rosario de la Virgen es la escalera que nos lleva al cielo rápidamente, ya que quien reza el Rosario, ve su alma y la de sus seres queridos, colmada de gracia.



[1] http://www.corazones.org/maria/rosario_pompeya.htm

jueves, 26 de octubre de 2017

Nuestra Señora del Rosario de Pompeya



Historia de la devoción.[1]

En el año 79 de la era cristiana ocurrió la famosa erupción del Volcán Vesubio que sepultó a la pagana ciudad de Pompeya, ubicada en el sur de Italia. En esa ciudad, la aristocracia romana acudía para pasar tiempo de recreo y fue allí en donde fue sorprendida por la súbita destrucción, ocasionada por la lava del volcán, que cayó de improviso sobre toda la ciudad.
A comienzos del siglo XIX se instalaron en la cercanía familias de campesinos que erigieron una humilde capilla. En 1872 llegó el abogado Bartolo Longo (beatificado el 26 de octubre de 1980), quien trabajaba para la Condesa Fusco, dueña de esas tierras. Longo descubrió que, después de la muerte del sacerdote, ya no se habrían de celebrar misas en la capilla, y descubrió además, con mucha pena, que muy pocos de los católicos seguían firmes en la fe. Es decir, muchos católicos, a pesar de haber sido bautizados y de haber recibido los sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación, vivían en realidad como paganos, porque no se confesaban, no rezaban, no asistían a misa el día del precepto, el Domingo, y además rendían cultos a ídolos falsos. Esto suponía, como se dio cuenta el Beato, que muchas almas estaban en peligro de eterna condenación, porque quien no se confiesa no puede subsistir ante la tentación y cae en pecado mortal y quien muere en pecado mortal, se condena irremediablemente en el Infierno.
Confirmando sus temores, una noche, el Beato Longo vio en sueños a un amigo suyo que había fallecido años atrás; en el sueño le dijo: “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. Es decir, a través de su amigo que se le apareció en sueños, la Virgen confirmaba lo que el Beato había presentido, que las almas estaban en peligro de eterna condenación, por eso es que su amigo le dice: “Salva a esta gente”, y salvarla, quería significar que no había que salvarlas de crisis existenciales, ni de crisis económicas, sino del verdadero peligro, frente al cual los más grandes peligros de la tierra son nada, y es el peligro de la eterna condenación. Pero en el mismo sueño, la Virgen le da al Beato el arma espiritual con la cual esas almas habrían de salvarse y era el Santo Rosario, por eso es que su amigo le dice en sueños: “Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. A partir de entonces, el Beato Bartolo Longo comenzó un gran apostolado en favor del Rosario, haciendo traer de Nápoles muchos Rosarios para repartir y difundiendo además el modo de rezarlo. Pero no solo se dedicó a propagar el Rosario, sino a construir el lugar en donde habría de ser rezado, y es así que el Beato inició la tarea de reparar la capilla y de construir el actual santuario. Allí empezó a acudir la gente para rezar el Rosario, cada vez en mayor número.
En 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un cuadro de Nuestra Señora entregando el Santo Rosario a Santo Domingo y Santa Rosa de Lima. Estaba deteriorado así que un pintor lo restauró. Este cambió la figura de la Santa Rosa por la de Santa Catalina de Siena. La obra fue puesta sobre el altar del Templo, comenzando a obrar la sagrada imagen, desde entonces y hasta el día de hoy, innumerables milagros.
El 8 de mayo de 1887, el Cardenal Mónaco de la Valleta colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes bendecida por el Papa León XIII y el 8 de mayo de 1891, se llevó a cabo la Solemne Consagración del nuevo Santuario de Pompeya, que existe actualmente.

         Significado espiritual de la devoción.

         Por un lado, en la historia de Nuestra Señora de Pompeya vemos el amor de la Virgen por sus hijos, aún los más pecadores, aun los que más alejados están de Dios, porque Bartolo Longo era sacerdote satanista, estaba al servicio del Demonio, y aun así, la Virgen le concede la gracia del arrepentimiento, de la conversión y del regreso al Único y Verdadero Dios, Cristo Jesús, lo cual indica que no importa cuán alejado de Dios esté el alma, siempre la Virgen lo amará y lo buscará, como Madre amorosa que es, para conducirlo por el camino del arrepentimiento y del regreso a su Hijo Jesús. El satanismo, así como el esoterismo, el ocultismo, la brujería, la hechicería, son los pecados más graves de todos, porque el alma adora al Príncipe de las tinieblas, el Demonio, en vez de adorar a Dios Uno y Trino. El alma que practica estas cosas, cree que no le sucederá nada, pero no se da cuenta que está atrapada en las garras del Demonio, de las cuales es imposible escapar con las solas fuerzas humanas o angélicas. Solo Nuestro Señor Jesucristo y su Madre, María Santísima, pueden librarnos de las garras del Ángel caído, y de no mediar una intervención sobrenatural, el alma se condena irremediablemente. Esto es lo que sucede a quienes brindan culto supersticioso a ídolos demoníacos como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, San La Muerte, porque detrás de estos ídolos se encuentra el Demonio en persona. La historia del Beato Bartolo Longo es un rayo de luz y de esperanza para quienes, habiéndose entregado de lleno a las prácticas del satanismo, del ocultismo, de la magia, de la brujería, de la superstición, pueden sin embargo escapar del dominio del Demonio, con tal de que respondan a la gracia de la conversión que concede la Virgen, Mediadora de todas las gracias. Pero no solo es rayo de esperanza para quienes se han entregado a estas prácticas oscuras, sino también para todo pecador, porque el centro de la devoción es el rezo del Santo Rosario y el Santo Rosario es un camino fácil y rápido para lograr el objetivo de esta vida, que es la santidad, porque por el Santo Rosario, la Virgen configura los corazones de quienes lo recitan, en imágenes vivientes de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Entonces, como devotos de Nuestra Señora de Pompeya, propongámonos rezar el Santo Rosario, la oración que más le agrada a la Virgen y por la cual obtenemos la gracia de la conversión y de la configuración a los Sagrados Corazones de Jesús y María. Nadie puede decirse verdadero devoto de Nuestra Señora de Pompeya, sino reza el Santo Rosario, todos los días de su vida.

        
        



[1] Cfr. http://www.corazones.org/maria/rosario_pompeya.htm

martes, 27 de octubre de 2015

Nuestra Señora del Rosario de Pompeya


         La vida del Beato Bartolo Longo es un ejemplo de la inmensidad del amor maternal de María Santísima por todos y cada uno de sus hijos, incluidos, en primer lugar, aquellos que están más alejados de Dios y de su Amor misericordioso. El Beato, no siempre fue beato y aún más, puede decirse que antes de su conversión, no hubo prácticamente pecado que no hubiera cometido, incluidos los más graves de todos, como la superstición, la brujería y el espiritismo, el ateísmo teórico y práctico y el rechazo a la Iglesia. En efecto, en su juventud, se dejó llevar por las corrientes de pensamientos anti-cristianos de la época, principalmente la filosofía de Hegel y el racionalismo de Renán, negadores de todo  lo sobrenatural y, en el fondo, propiciadores de un gnosticismo que termina endiosando al hombre. Además de eso, el beato Longo se dedicó a la práctica de pecados abominables, como el satanismo, la brujería y el espiritismo, llegando incluso a ser “médium” espiritista de primer rango y sacerdote espiritista (recordemos que el espiritismo es una grave desviación de la religión, que consiste en la invocación de los muertos, y es una de las cosas prohibidas explícitamente por Dios en la Escritura y también por la Iglesia Católica[1]). El espiritismo es un pecado mortal y esa es la razón por la cual está expresamente prohibido en la Escritura: además, cuando no se trata de fraude, en las sesiones espiritistas interviene directamente el demonio y quienes lo practican, quedan expuestos a la infestación, la obsesión e incluso la posesión diabólica. La Iglesia no lo prohíbe en vano, sino por el bien de las almas y la salud espiritual de sus hijos.
La práctica del espiritismo y la profesión de ideas anti-cristianas, sumado a una vida disoluta, caracterizada por las diversiones mundanas y las continuas fiestas, llevaron al joven Longo a aborrecer a Dios y a la Iglesia, puesto que el espíritu del mundo es totalmente opuesto al Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. Como el joven Longo estaba imbuido del espíritu del mundo, se oponía radicalmente al Espíritu de Dios y a las enseñanzas de la Iglesia, llegando incluso a escribir en contra de la Esposa de Cristo. Sin embargo, la Virgen no iba a abandonarlo: a pesar, o más bien, por el hecho de ser, enemigo de su Hijo, la Virgen lo buscó y lo esperó incansablemente que llegase el momento propicio para su conversión, la cual tuvo lugar el día del Sagrado Corazón de Jesús de 1865, en la Iglesia del Rosario de Nápoles. Ese día, la Virgen le concedió, al Beato Bartolo Longo, quien hasta ese momento había sido enemigo encarnizado de su Hijo, la gracia de la conversión, infundiéndole un gran amor hacia Ella y hacia el Santo Rosario; a partir de ese bienaventurado momento, luego de ser tocado su corazón por la gracia maternal de María Santísima, el beato inició un cambio radical de vida[2], abandonando su pensamiento anti-cristiano, su culto diabólico y su aborrecimiento por la Iglesia, dedicándose a realizar obras de caridad y a difundir la devoción a Nuestra Señora del Rosario, construyéndole uno de los más hermosos santuarios marianos de la cristiandad, el actual Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
Es decir, de ser satanista, espiritista, médium, pensador anti-cristiano, el beato Bartolo Longo pasó a ser uno de los más grandes santos de la Iglesia; de estar sumergido en las negras tinieblas espirituales, pasó a estar iluminado por la luz del Espíritu Santo; de ser esclavo de Satanás, pasó a ser hijo adoptivo y muy querido de Dios, libre en Cristo Jesús y todo por el amor maternal de María Santísima, que movió cielos y tierra, literalmente, para acudir en auxilio y rescate de su hijo Bartolo, que se había extraviado. Es por eso que él mismo dice así en su auto-biografía[3]: “(…) no puede haber ningún pecador tan perdido, ni alma esclavizada por el despiadado enemigo del hombre, Satanás, que no pueda salvarse por la virtud y eficacia admirable del santísimo Rosario de María, aferrándose de esa cadena misteriosa que nos tiende desde el cielo la Reina misericordiosísima de las místicas rosas para salvar a los tristes náufragos de este borrascosísimo mar del mundo”[4].
Como él mismo lo dice, la Santísima Virgen María, a través del Santo Rosario, lo rescató de su perdición, de su condición de ser esclavo de Satanás, para conducirlo a las más altas cumbres de la santidad, del amor y de la amistad con su Hijo, el Sagrado Corazón de Jesús; a través de la Virgen, Dios rescató a un hombre pecador para que difundiera su gloria y su amor misericordioso, por medio del amor y la devoción a la Santísima Virgen y la "misterio cadena de rosas místicas", el Rosario. Una vez rescatado de las más profundas tinieblas, el Beato Bartolo Longo se convirtió en uno de los más fervientes devotos de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, contribuyendo con esta devoción a la salvación de numerosísimas almas. El Beato se dedicó a la construcción del santuario, de las obras de misericordia y de la difusión del rezo del Santo Rosario, sobre todo mediante la “Devoción a los Quince Sábados”, que consiste en prometerle a Dios el rezo de un Rosario por 15 sábados consecutivos, en memoria de los 15 misterios del Rosario, con el fin de honrar a la Santísima Virgen y obtener por su mediación alguna gracia especial[5].
 Que el Beato Bartolo Longo interceda para que, al igual que sucedió con él, sintamos y experimentemos el amor maternal de María Santísima y que Nuestra Señora del Rosario de Pompeya no deje de obrar milagros en nuestras vidas. A cambio, le prometamos el rezo agradecido del Santo Rosario en su honor.





[1] El “Catecismo de la Iglesia Católica” dice así: “n. 2116. Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir (cf. Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad de poder sobre el tiempo y la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”. N. 2117. Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud–, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aun cuando van acompañadas de la intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo indica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él”.
[2] En este proceso, fueron instrumentos de Dios especialmente dos personas: un profesor amigo (Vincenzo Pepe) y un sacerdote dominico (el Padre Alberto Radente). Cfr. http://forosdelavirgen.org/321/nuestra-senora-del-rosario-de-pompeya-italia-7-de-octubre/
[3] Historia del Santuario de Pompeya.
[4] http://www.dominicos.org/grandes-figuras/santos/beato-bartolome-longo