Primera
Aparición de la Virgen: Domingo 13 de mayo, de 1917.
Llamado
a rezar el Rosario todos los días, a adorar a la Trinidad en la Eucaristía y a ofrecer
los sufrimientos en reparación por los pecados con los que es ofendido Dios y
para pedir por la conversión de los pecadores. Promesa del fortalecimiento de
la gracia.
Los
relatos corresponden a Sor Lucía, quien dice así: “Estando jugando con Jacinta
y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, haciendo una pared de piedras
alrededor de una mata de retamas, de repente vimos una luz como de un
relámpago. -Está relampagueando- dije. Puede venir una tormenta. Es mejor que
nos vayamos a casa. -¡Oh si está bien! contestaron mis primos. Comenzamos a
bajar el cerro llevando las ovejas hacia el camino. Cuando íbamos por mitad de
la pendiente, cerca de una encina, que aún existe, vimos otro relámpago, y
habiendo dado algunos pasos más vimos sobre la encina una Señora vestida de
blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un
vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos más ardientes
del sol. Estábamos tan cerca que quedamos dentro de la luz que Ella irradiaba.
Entonces
la Señora nos dijo: -“No tengáis miedo. No os hago daño”.
-Yo
le pregunté: ¿De dónde es usted? –“Soy del Cielo”.
-¿Qué
es lo que usted me quiere? –“He venido para pediros que vengáis aquí seis meses
seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero.
Volveré una séptima vez”.
-Pregunté
entonces: ¿Yo iré al cielo? -"Si iras" -¿Y Jacinta? –“Irá también”.
-¿Y Francisco? –“También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios”.
Entonces
me acordé de dos amigas de mi hermana que habían muerto hacia poco. -¿Está
María de las Nieves en el cielo? –“Sí, está”. -¿y Amelia? de 18 ó 20 años –“Estará
en el purgatorio hasta el fin del mundo”.
Y
entonces dijo: -“¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos
que El quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido
y de súplica por la conversión de los pecadores?”. -Sí queremos. –“Tendréis,
pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os fortalecerá”.
Diciendo
esto la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy
intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo más íntimo de nuestro
pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, más claramente
de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso
interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo
humildemente: -“Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo
en el Santísimo Sacramento”. Después de pasados unos momentos Nuestra Señora
agregó: -“Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo
y el fin de la guerra". Acto seguido comenzó a elevarse serenamente,
mientras la luz que la circundaba parecía abrirle el camino.
Segunda
Aparición de la Virgen: Miércoles 13 de Junio.
Nuevo
llamado a rezar el Rosario todos los días, a ser instrumentos para que la
Devoción al Inmaculado Corazón se establezca en el mundo, llamado a reparar por
las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María.
Después
de rezar el rosario con otras personas que estaban presentes (unas 50) vimos de
nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba, y que llamábamos relámpago, y en
seguida a Nuestra Señora en la encina, todo como en mayo.
-¿Qué
es lo que quiere? -pregunté -"Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes
que viene, que recéis el rosario todos los días y que aprendáis a leer.
Después diré lo que quiero además".
-Le
pedí la curación de una enferma. Nuestra Señora respondió: -“Si se convierte se
curará durante el año”. -Quisiera pedirle que nos llevase al cielo. –“Sí, a
Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú te quedarás algún tiempo más.
Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en
el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la
salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para
adornar su Trono”.
-¿Me
quedo aquí solita?- pregunte con dolor. –“No hija. ¿Y tú sufres mucho por eso? !No
te desanimes! Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el
camino que te conducirá a Dios”.
En
ese momento abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de la luz
inmensa que la envolvía. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la
luz que se eleva hacia el cielo y yo en la que se esparcía sobre la tierra.
Delante de la palma de la mano derecha de nuestra Señora estaba un corazón
rodeado de espinas que parecían clavarse en el. Entendimos que era el Corazón
Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería
reparación.
Francisco
muy impresionado con lo que había visto, me pregunto después: -¿Por qué es que
la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella
luz tan grande que es Dios? Tú, Lucía, estabas con Ella en la luz que bajaba a
la tierra y Jacinta conmigo en la que subía al cielo. Le respondí: -Es que tu,
con Jacinta, iréis en breve al cielo. Yo me quedo con el Corazón Inmaculado de
María en la tierra.
Tercera
Aparición de la Virgen: Viernes, 13 de Julio.
Llamado
a hacer sacrificios y reparación por los pecadores, que están en riesgo
inminente de condenación eterna; experiencia mística del Infierno y
contemplación de las numerosas almas de pecadores que día a día se condenan, porque
no hay nadie que haga sacrificios por ellos; advertencia de que Dios castigará
al mundo por sus innumerables crímenes; pedido de la Consagración a Rusia al
Inmaculado Corazón, para que deje de propagar los errores del Comunismo por
todo el mundo; anuncio del triunfo del Inmaculado Corazón sobre el Demonio y el
mal en el mundo.
Momentos
después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la encina, entre numeroso
público (4.000 personas) que estaban rezando el rosario, vimos el rayo de luz
una vez más y un momento más tarde apareció la Virgen sobre la encina. -¿Qué es
lo que quiere de mí? -pregunté. -"Quiero que vengáis aquí el día 13 del
mes que viene, y continuéis rezando el rosario todos los días en honra a
Nuestra Señora del Rosario con el fin de obtener la paz del mundo y el final de
la guerra, porque solo Ella puede conseguirlo.
-Dije
entonces: quisiera pedirle nos dijera quien es, y que haga un milagro para que
todos crean que usted se nos aparece. -"Continuad viniendo aquí todos los
meses. En octubre diré quien soy y lo que quiero, y haré un milagro que todos
han de ver para que crean". -"¡Sacrificaos por los pecadores y decid
muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: Oh, Jesús, es por tu
amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados
cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!
Al
decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos. El reflejo de la luz
parecía penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este
fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas trasparentes y negras o
bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevada por las
llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia
todos los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin
peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que
horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus
formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero
trasparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro
levantamos la vista a nuestra Señora,
que nos dijo con bondad y tristeza: -"Habéis visto el infierno,
donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere
establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo
os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no
dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzara otra peor".
"Cuando viereis
una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios
os da de que va a castigar al mundo sus crímenes por medio de la guerra, del
hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso,
vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión
reparadora de los primeros sábados. Si atienden mis deseos, Rusia se convertirá
y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y
persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre
tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Al final, MI
INMACULADO CORAZON TRIUNFARA.
El
Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo
algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará
siempre......(Aquí comienza la tercera parte del secreto, escrita por Lucía
entre el 22 de Dic. 1943 y el 9 de Enero 1944, y revelada en el año 2000). Esto
no lo digas a nadie. A Francisco si podéis decírselo". -"Cuando
recéis el rosario, decid después de cada misterio: "Jesús mío, perdónanos,
líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente
las mas necesitadas" Y Como de costumbre comenzó a elevarse en dirección a
Oriente.
Cuarta
Aparición de la Virgen: Domingo, 19 de Agosto.
Nuevo
pedido de rezo del Rosario todos los días; pedido de un santuario en el lugar
de las Apariciones; aspecto triste de la Virgen por los pecadores que se
condenan y nuevo pedido a rezar por la conversión de quienes están alejados de
Dios, porque muchos se condenan en el Infierno.
En
los Valinhos. La Aparición no se realizó el día 13 de agosto en Cova de Iría
porque el Administrador del Consejo apreso y llevo a Vila Nova a los
pastorcitos con la intención de obligarles a revelar el secreto. Los tuvo
presos en la Administración y en el calabozo municipal. Les ofreció los más
valiosos presentes si descubrían el secreto. Los pequeños videntes
respondieron: -No lo decimos ni aunque nos den el mundo entero. Los encerró en
el calabozo. Los presos les aconsejaron: -Pero decir al Administrador ese
secreto. Que os importa que esa Señora no quiera? -!Eso no, respondió Jacinta
con vivacidad, antes quiero morir! Y los tres niños rezaron con aquellos
infelices el rosario, delante de una medalla de Jacinta colgada en la pared.
El
administrador para amedrentarlos, mando preparar una caldera de aceite hirviendo,
en la cual amenazaron asar a los pastorcitos si no hacían lo que les mandaban.
Ellos, aunque pensaban que la cosa iba en serio, permanecieron firmes sin
revelar nada.
El
día 15 de agosto, fiesta de la Asunción, los sacó del calabozo y los llevo a
Fátima. Así narra Sor Lucía esta Aparición:
“Estuvimos
con las ovejas en un lugar llamado Valinhos, Francisco y su hermano Juan,
acompañándome, y sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y nos envolvía,
sospechando que Nuestra Señora se nos aparecería y temiendo que Jacinta se
quedaría sin verla, pedimos a su hermano Juan que le fuese a llamar.
Entretanto, Francisco y yo vimos el reflejo de luz que llamábamos relámpago y
al instante de llegar Jacinta vimos a la Señora sobre la encina.
-¿Qué
es lo que quiere usted? -Deseo que sigáis yendo a Cova de Iría en los días 13, que
sigáis rezando el rosario todos los días. El último mes haré el milagro
para que todos crean.
-¿Qué
es los que quiere usted que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de
Iría? -Hagan dos bolsas, una para ti y Jacinta, para llevarla con dos chicas más
vestidas de blanco y otra que la lleve Francisco con tres niños más. El dinero
de las bolsas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, y lo que sobre
es para ayuda de una capilla que se debe hacer. -Yo quisiera pedirle la
curación de algunos enfermos. -Si, a algunos curaré durante el año. Y tomando
un aspecto muy triste, la Virgen añadió: “Rezad, rezad mucho y haced
sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener
quien se sacrifique y rece por ellas”. Y la Virgen empezó a subir hacia
Oriente, como de costumbre”.
Quinta
Aparición: Jueves, 13 de Septiembre.
Nuevo
llamado a rezar el Rosario todos los días.
Al
aproximarse la hora fui a Cova de Iría con Jacinta y Francisco entre numerosas
personas (30.000) que con dificultad nos dejaban pasar. Los caminos estaban
apiñados de gente; todos nos querían ver y hablar. Mucha gente del pueblo venía
a pedirnos que presentáramos sus necesidades a Nuestra Señora. Otros, no
pudiendo llegar junto a nosotros, clamaban de lejos. Oíamos: -¡Pidan que me
cure a mi hijo invalido!....a mi hijo ciego...a mi hija muda....que me traiga a
mi esposo que está en la guerra...que me convierta a un pecador...que estoy
tuberculoso...etc... Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y
algunos gritaban subidos a los árboles.
Por
fin llegamos a Cova de Iría, y al alcanzar la encina comenzamos a decir el
rosario con la gente. Un poco más tarde vimos el reflejo de luz y acto seguido,
sobre la encima, a nuestra Señora, que dijo: -“Continuad rezando el rosario
para alcanzar el fin de la guerra. En Octubre vendrá también nuestro Señor,
Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para
bendecir al mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiero
que durmáis con la cuerda puesta, llevadla durante el día” (la cuerda la
llevaban atada a la cintura. Era uno de las más dolorosas mortificaciones que
ofrecían por la conversión de los pecadores. También no comían meriendas,
dejaban de tomar agua. Pero mayores eran los sacrificios que exigía la misión
que la Virgen les encomendó: las vejaciones, curiosidad, molestias de la gente,
interminables visitas, preguntas, persecución, ridículo, prisión, etc.) –“Curaré
a algunos enfermos, pero no a todos. En Octubre haré el milagro para que todos
crean”.
Sexta
Aparición: Sábado 13 de Octubre.
La
Virgen realiza el “Milagro del Sol”, demostrando que es Reina de cielos y
tierra; pedido de que se deje de ofender al Señor con los pecados; pedido de
sacrificios por los pecadores y de reparación por los pecados cometidos contra
el Inmaculado Corazón de María. Aspecto triste de la Virgen.
Había
gente en masa (70.000) bajo una lluvia torrencial. Por el camino, las escenas
del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos
impedía a la gente arrodillarse en actitud humilde y suplicante. Llegando a
Cova de Iría, junto a la encina, pedí al pueblo que cerrasen los paraguas para
rezar el Rosario. Poco después vimos el reflejo de luz y en seguida a la Virgen
sobre la encina.
-¿Qué
es lo que usted quiere? -"Quiero decirte que hagan aquí una capilla en
honor mío, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario
todos los días. La guerra esta acabándose y los soldados pronto volverán a sus
casas."
-¿Curará
a los enfermos? –“Unos si y otros no; es preciso que se enmienden; que pidan
perdón de sus pecados. Y tomando aspecto más triste dijo:
-"Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido."
El
milagro del sol.
Y
abriendo sus manos las hizo reflejar en el sol y, en cuanto se elevaba,
continuaba el brillo de su propia luz proyectándose en el sol. Y exclamé que
todos mirasen al sol.
Se
da entonces el milagro del sol, prometido tres meses antes, como prueba de la
verdad de las apariciones de Fátima. La lluvia cesa y el sol por tres veces
gira sobre si mismo, lanzando a todos los lados fajas de luz de variados
colores. Parece a cierta altura desprenderse del firmamento y caer sobre la
muchedumbre. Todos están atónitos.
Los
periodistas de los periódicos seculares que habían acudido incrédulos a
desprestigiar los apariciones, tomaron fotos y dieron testimonio de aquel
milagro en la prensa. Al cabo de 10
minutos de prodigio el sol toma su estado normal. Los tres niños eran
favorecidos con otras visiones: Vimos al lado del sol a S. José con el Niño y a
Nuestra Señora de los Dolores. El Niño Jesús parecía bendecir al mundo de la
misma forma que S. José. Después se disipo esta visión y aparece Nuestra Señora
del Carmen.
“¡Sacrificaos
por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un
sacrificio: Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en
reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”.
Resumen
de los mensajes de Nuestra Señora de Fátima.
Pedido
del rezo del Santo Rosario todos los días, y no solo adultos, sino
principalmente niños, porque a quienes se les aparece son niños. Las Apariciones
de la Virgen nos enseñan que es un gravísimo error, refutado por el mismo
cielo, el pensar que el rezo del Rosario se limita a personas mayores, que
debido a que no tienen vida activa en la sociedad, como “no tienen más que
hacer”, tienen que rezar el Rosario para llenar el tiempo vacío. Es un
pensamiento erróneo, como lo demuestra la Virgen, ya que del rezo del Rosario
dependen cosas tan importantes como la paz del mundo y la salvación eterna de
los pecadores, además de que, como dijimos y ateniéndonos a las Apariciones, el
rezo del Rosario debe estar encabezado por los niños. Esto también puede
significar la necesidad de “ser como niños” como requisito sine qua non para
entrar en el Reino de los cielos, por la pureza e inocencia de la niñez, aunque
esta “niñez espiritual” no es cronológica sino espiritual y sobrenatural, pues
está dada por la gracia, que hace participar al alma de la inocencia y pureza
del Ser divino trinitario. Por el contrario, se puede ser niño cronológicamente
y no entrar en el Reino de los cielos si, llegado el uso de la razón, se
persiste en el mal voluntariamente.
Pedido
de ofrecimiento voluntario de la propia vida, con los sufrimientos que Dios
envíe, no solo sin queja alguna, sino con amor a Jesucristo y a la Virgen, en
reparación por los pecados de los hombres y por la conversión de los pecadores.
Los cristianos, por lo general, nos quejamos de todo –del clima, de lo que nos
molesta, del prójimo-, sin darnos cuenta de que con esta actitud ofendemos a la
Divina Majestad, que nos pide imitar a Jesucristo en su paciencia y
mortificación. Lo que debemos hacer es ofrecer lo que nos mortifica, en
silencio, con fe y con amor, a Jesús y a la Virgen, pidiendo por la propia
conversión y la de los pecadores.
Promesa
del fortalecimiento de la gracia: muchos cristianos, frente a los sufrimientos,
no sólo no los ofrecen a Jesucristo y a la Virgen, sino que se abandonan a sí
mismos, confiando en sus propias fuerzas, con lo que terminan fracasando
irremediablemente, o acudiendo a los enemigos de Dios –brujos, chamanes,
ocultismo- para superar las tribulaciones, olvidando que la gracia de Dios y
los dones del Espíritu Santo, entre ellos, el don de la Fortaleza, son más que
suficientes para sobrellevar con serenidad e incluso alegría cualquier tribulación,
por fuerte que sea, que pueda sobrevenir.
Advertencia
de la existencia del Infierno y de la eterna condenación y que, contrariamente
a lo que pretenden algunos, el Infierno no está vacío, sino ocupado por
demonios e innumerables almas que en él caen día a día. Muchos católicos
piensan o que el Infierno está vacío, o que sólo se sufre en el alma, por la
pérdida de Dios, lo cual es cierto, pero a esto se le suma el dolor real del
cuerpo que es atormentado por el fuego
del Infierno, además de que el fuego, por una especial disposición divina,
quema también el alma. Los sentidos con los que se ofendió a Dios, profanando
el cuerpo –como por ejemplo, las diversas formas de profanación de ese templo
de Dios que es el cuerpo, comenzando por imágenes impuras consentidas
voluntariamente-, serán los que más sufran la acción quemante y ardiente del
fuego infernal. A esto se le suman la presencia de los demonios, de los otros
condenados, y la certeza del condenado de que jamás habrá de salir de allí.
Otra
enseñanza de estas apariciones es que no es que la Virgen les da un relato “edulcorado”
del Infierno, hablándoles como si se tratara de algo lejano y prácticamente
inexistente: Ella misma en persona los conduce, en cierta manera, al Infierno,
pues hace que tengan una experiencia mística del mismo, como si verdaderamente
estuvieran ahí. Esto es contra quienes afirman que no se debe hablar del
Infierno a los niños, por el peligro de “traumatizarlos”. Si la Virgen en
persona lleva a los niños al Infierno y los hace experimentar místicamente su
horrorosa realidad, ¿por qué habremos nosotros de callar lo que debemos
anunciar? Es verdad que se debe anunciar de modo completo, es decir, con la
enseñanza de que también existe el cielo, pero no se puede, de ninguna manera,
edulcorar y mucho menos omitir la existencia del Infierno y la posibilidad
cierta de condenación eterna.
Advertencia
de que “los pecados de la carne son los que más almas conducen al Infierno”. Esta
advertencia es mucho más actual hoy, cuando la impureza corporal –aunque también
la espiritual, que son las sectas, las herejías y los cismas- parece invadir
todos los aspectos de la vida, empezando desde los niños más pequeños, a
quienes, por medio de la ideología de género, se los pretende corromper
enseñándoles perversamente que las faltas a la pureza son parte del “desarrollo
humano”.
Advertencia
contra nuestra tibieza espiritual, porque la condenación de los pecadores se
debe, en gran medida, a que “no hay nadie que rece y se sacrifique por ellos”,
lo cual nos compete en gran medida a los católicos. Una forma de amar al
prójimo es mediante la realización de una obra de misericordia espiritual, que
es “rezar por vivos y muertos”; por vivos, para que salven sus almas; por
muertos, para que pronto salgan del Purgatorio, si están allí, y entren en el
Reino de los cielos. No hacer esta obra de misericordia por acedia, es decir,
por pereza espiritual, es una grave falta de amor hacia el prójimo, además de
constituir el pecado propiamente de acedia.
Revelación
de la dulzura y el Amor de Dios, manifestados en el Fuego del Divino Amor que
los envuelve en una de las Apariciones, no sólo no provocando ningún dolor,
sino concediéndoles un estado desconocido de alegría, paz y serenidad, como
anticipo de la eterna bienaventuranza en el cielo.
Pedido
de la difusión de la Devoción al Inmaculado Corazón (complementado con las
Apariciones en Pontevedra): los primeros cinco sábados de mes, rezar el Rosario
meditando sus misterios delante del sagrario. Los cristianos se ocupan en
cientos de actividades que, cuando no son mundanas, si son hechas en la
Iglesia, se caracterizan por un intenso activismo, sin dejar lugar a la oración
y a la reparación. Los cristianos se preocupan, los sábados y domingos, por
descansar, tomando al fin de semana como un tiempo de relajación de las tareas
semanales, pero no piensan en agradar a Dios mediante la Devoción al Inmaculado
Corazón de María.
Afirmación
de que el Inmaculado Corazón es el camino que lleva a Dios –al estar íntimamente
unido al Sagrado Corazón-. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida: el Camino
que nos lleva al Padre, la Verdad Absoluta de Dios Uno y Trino y la Vida Eterna
en sí misma, pero el Inmaculado Corazón es el camino más seguro, rápido y
eficaz para llegar al Sagrado Corazón de Jesús.
Promesa
de eterna salvación a quienes difundan la Devoción al Inmaculado Corazón.
Pedido
de ofrecimiento de sacrificios voluntarios, por la conversión de los pecadores
y la paz del mundo. El cristiano hace muchísimos sacrificios voluntarios, no
solo por cuestiones cotidianas, sino por cosas que incluso lo apartan de Dios,
como el hacer filas interminables, durante horas, soportando el frío y el
calor, para conseguir la entrada, un día Domingo, al estadio de fútbol, pero no
es capaz de hacer un mínimo sacrificio voluntario por la gloria de Dios, la
salvación de sus hermanos y la paz del mundo.
Contrariamente
a lo que un análisis superficial de las Apariciones podría hacer pensar, de que
la Virgen estaba contenta al estar con los niños, Sor Lucía afirma claramente
que la expresión de la Virgen es de tristeza y no puede ser de otra manera,
porque si una madre de la tierra sufre cuando ve que sus hijos amados van por
mal camino, mucho más sufre la Madre del cielo por sus hijos que, apartados del
Camino que conduce a Dios, que es Jesucristo, se encaminan directos a la eterna
condenación.
Anuncio
de que, a pesar de que nos pueda parecer de que el mal está triunfando de modo
irreversible, será sin embargo su Inmaculado Corazón el que triunfará al final,
aplastando la cabeza del Dragón, como está anunciado en la Escritura, en el
libro del Génesis. A pesar de que las fuerzas del Infierno parezcan haberse
desencadenado sin freno sobre la humanidad, la promesa de Jesús se cumplirá
indefectiblemente: “Las puertas del Infierno no prevalecerán sobre mi Iglesia”,
y la devoción al Inmaculado Corazón y su triunfo final, son el medio para que
se cumplan sus palabras.
“¡Al final, Mi Inmaculado Corazón Triunfará!”.
Fin de las apariciones de 1917
Apariciones
en Pontevedra.
Las
Apariciones en Pontevedra (1925 - 1926).
En
el año 1925 Lucía, de dieciocho años, ingresa como novicia con las Hermanas
Doroteas, en el convento de la Orden en Pontevedra, España. Allí, Nuestra
Señora, como lo había prometido en 1917, fue a revelarle la primera parte del
plan de Dios para la salvación de los pecadores en nuestro tiempo de rebelión
contra Dios: la Comunión reparadora de los Primeros Sábados de mes.
Lucía,
refiriéndose a ella misma, describe el encuentro en tercera persona: “El día 10
de diciembre de 1925, se le apareció la Santísima Virgen y al lado, suspenso en
una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole una mano en el
hombro, le mostró al mismo tiempo un Corazón que tenía en la otra mano, cercado
de espinas. Al mismo tiempo le dijo el Niño: ‘Ten compasión del Corazón de tu
Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos
continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para
arrancárselas’”. Son nuestros pecados, de todo tipo, los que forman la corona
de espinas que rodea al Inmaculado Corazón y no hay nadie que quiera sacar esas
espinas, para darle a la Virgen un poco de consuelo.
Enseguida
dijo la Santísima Virgen: “Mira, hija mía, mi Corazón, cercado de espinas que
los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú,
al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que durante cinco meses,
en el Primer sábado se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera
parte del Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15
misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la
hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus
almas”.
Luego,
Lucía hizo lo que ella podía para hacer conocido este nuevo pedido de Nuestra
Señora. Se lo dijo a su Madre Superiora, a su confesor en el convento, e
incluso escribió a su antiguo confesor. Ambos confesores tuvieron reservas y aconsejaron
esperar. A pesar de las reservas de sus confesores, pronto Lucía se vería
urgida a continuar trabajando para hacer conocido este pedido.
Ella
nos dice, El día 15 (febrero de 1926), andaba yo muy ocupada con mis oficios y
ya no me acordaba de aquello casi nada; y, yendo a arrojar un cubo de basura
fuera de la propiedad, donde algunos meses atrás había encontrado a un niño, le
había preguntado si sabía el Avemaría; me había respondido que sí; le dije que
la dijeses para oírla yo; más como no se resolvía a decirla solo, la dije yo
con él tres veces. Al fin de las tres Avemarías, le pedí que la dijese solo;
pero se calló y no pudo decirla solo; le pregunté si sabía cual era la Iglesia
de Santa María; me respondió que sí; le dije que fuese allí todos los días y
que dijese así: ‘oh Madre mía del Cielo, dadme a vuestro Niño Jesús.’ Le enseñé
esto y entré en casa.
En
ese día, pues, el 15-2-1926, volviendo yo allí como de costumbre, encontré un
niño que me pareció ser el mismo; y le pregunté entonces - ¿Has pedido el Niño
Jesús a la Madre del Cielo? El niño se vuelve hacia mí, y dice: ‘-¿Y tú has
propagado por el mundo aquello que la Madre del Cielo te pedía? Diciendo esto,
se transforma en un niño resplandeciente; conociendo que era Jesús, dije: -
‘Jesús mío, Vos sabéis bien lo que mi confesor me dijo en la carta que os leí;
me decía que era necesario que aquella visión se repitiese; que hubiese hechos
para que fuese creíble; y que la Madre Superiora sola, para propagar ese hecho,
nada podía.’ ‘- Es verdad que la Madre Superiora sola nada puede, pero con mi
gracia lo puede todo; y basta que tu confesor te de licencia, y que tu
Superiora lo diga, para que sea creído; aun sin saberse a quién fue revelado.’ ‘-
Pero, mi confesor decía en la carta que esta devoción no hacía falta en el
mundo, porque ya había muchas almas que os recibían en los Primeros Sábados en
honra de Nuestra Señora y de los quince misterios del Rosario.’ ‘- Es cierto,
hija mía, que muchas almas los comienzan, pero pocas los acaban; y que las que
los terminan, es con el fin de recibir las gracias que a eso están prometidas;
pero me agradan más las que hagan los Primeros Sábados con fervor y con el fin
de desagraviar el Corazón de tu Madre del Cielo, a aquellas que hagan los
quince tibios e indiferentes.’ Presentó a Jesús las dificultades que tenían
algunas almas de confesarse en sábado y pidió que fuese válida la confesión de
ocho días. Jesús respondió: ‘- Si, puede ser de muchos días más todavía, con
tal que, cuando me reciban, estén en gracia y tengan la intención desagraviar
al Inmaculado Corazón de María.’ - Jesús mío, ¿y las que olviden tener esta
intención?’ ‘- Pueden hacerla en otra confesión siguiente, aprovechando la
primera ocasión que tuvieran de confesarse.’ Después de eso, el Niño Jesús
desapareció sin decir nada más.
La
parte más notable de la primera aparición en Pontevedra es la promesa
incomparable hecha por Nuestra Señora: a todos aquellos que hagan la devoción
reparadora de los Cinco Primeros Sábados, bajo las condiciones requeridas, “yo
prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias
para la salvación de sus almas”. Esta gracia asombrosa, de la cual incluso las
almas más santas no pueden estar seguras, se promete incondicionalmente a todos
aquellos que hagan esta devoción. Esto sirve como indicación del gran poder de
intercesión que Dios ha otorgado a la Santísima Virgen para la salvación de las
almas. El confesor de Lucía le hizo más tarde una serie de preguntas sobre las
apariciones de Pontevedra. Una de las preguntas fue: ¿Por qué cinco sábados y
no nueve o siete, en honor de los Dolores de Nuestra Señora? Luego de recibir
las preguntas, ella pidió a Nuestro Señor la ilustrara sobre las respuestas,
que unos pocos días más tarde ella dio a su confesor. Esto es lo que ella le
escribió: “Cuando estaba en la capilla con Nuestro Señor, parte de la noche del
29 al 30 de mayo de 1930, (nosotros sabemos que tenía el hábito de hacer una
hora santa de once de la noche hasta la medianoche, especialmente la noche de
los jueves, de acuerdo a los pedidos del Sagrado Corazón en Paray‑le‑Monial) Le hablé sobre
las preguntas cuatro y cinco, y repentinamente me sentí más íntimamente
dominada por la Presencia Divina y, si no estoy equivocada, esto es lo que me
fue revelado: ‘Hija mía, la razón es simple. Hay cinco tipos de ofensas y
blasfemias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María:
‘Blasfemias
contra la Inmaculada Concepción.
Blasfemias
contra Su Virginidad Perpetua.
Blasfemias
contra Su Divina Maternidad al rechazar, al mismo tiempo, reconocerla como la
Madre de los hombres.
Las
blasfemias de aquellos que tratan de sembrar públicamente en los corazones de
los niños indiferencia o desprecio, o aun odio por esta Madre Inmaculada.
Las
ofensas de aquellos que la ultrajan directamente en Sus Santas imágenes.
‘Allí,
hija Mía, está la razón por la que el Inmaculado Corazón de María me inspiró a
pedir este pequeño acto de reparación, y en consideración a él, a mover Mi
misericordia para perdonar a las almas que han tenido la desgracia de
ofenderla. En cuanto a ti, procura incesantemente, por tus oraciones y
sacrificios, mover Mi misericordia con esas pobres almas.’
De
entre los pecados más abominables, está la ofensa al Inmaculado Corazón de
María, puesto que constituye la Nueva Arca de salvación dada por Dios a los
hombres y si estos la desprecian, rechazan la salvación de Dios ofrecida en
Cristo Jesús. Es uno de los crímenes más horrendos el despreciar a Su Santísima
Madre y ultrajar Su Inmaculado Corazón, que es el santuario del Espíritu Santo.
Entonces,
por medio de esta devoción, Nuestro Señor nos concede un medio seguro y fácil
de convertir las almas que están en peligro de ser perdidas eternamente, y de
consolar al mismo tiempo al Corazón Inmaculado de María, ultrajado
permanentemente por los hombres. La salvación de las almas es así entonces uno
de los grandes propósitos de la práctica de la devoción de los Cinco Primeros
Sábados, anticipado ya por Nuestra Señora en su Aparición del 19 de agosto de
1917, cuando Ella les pidió que rezaran e hicieran sacrificios por los
pecadores.