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jueves, 31 de marzo de 2011

Si creemos en la Presencia real de Cristo Redentor en la Eucaristía, debemos creer en la Presencia real de la Virgen Co-redentora en la Santa Misa

María Co-redentora está
al pie del altar de la cruz,
en el Monte Calvario,
y está también
al pie de la cruz del altar,
la Santa Misa

Para la Iglesia Católica, la Santa Misa no es un rito vacío: es la perpetuación, renovación, actualización, incruenta y sacramental, del sacrificio del Calvario. Detrás –o más bien, dentro- de las acciones litúrgicas, se encuentra, oculto bajo el velo sacramental, el mismo sacrificio del Calvario, de modo que asistir a Misa es asistir al sacrificio de Cristo en el Monte Gólgota.

En la Santa Misa, Jesús, el Hombre-Dios, está Presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, tal como estuvo Presente en la cruz con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

De este modo, el altar eucarístico se convierte en el Nuevo Monte Calvario, en donde Jesús renueva, en el misterio sacramental, el don de sí mismo en la cruz: así como en el altar de la cruz entregó su Cuerpo y derramó su Sangre, así en la cruz del altar, entrega su Cuerpo en la Eucaristía y derrama su Sangre en el cáliz.

Jesús está Presente en la Santa Misa, así como estuvo Presente en el Calvario hace veinte siglos, y como donde está el Hijo está la Madre, así como en el Calvario estuvo la Virgen al pie de la cruz, ofreciendo al Padre a su Hijo por la salvación de los hombres, así está la Virgen, Presente en Persona, al pie de la cruz del altar, al pie de la cruz del sacrificio eucarístico, ofreciendo a su Hijo al Padre por la redención de los hombres.

Es dogma de fe católica que la Santa Misa es la renovación del sacrificio del Calvario, y que Jesús, el Hombre-Dios, está Presente en el Sacrificio Eucarístico, así como estuvo Presente en el sacrificio de la cruz, y es dogma de fe que su sacrificio es un sacrificio redentor. A estos sublimes dogmas revelados por el cielo, le está indisolublemente unida la verdad de la Presencia en Persona de la Virgen María en el altar eucarístico, acompañando a su Hijo, ofreciendo a su Hijo en el sacrificio eucarístico, como Madre Co-redentora, por la salvación de los hombres.

Si creemos en la Presencia real de Cristo Redentor en la Eucaristía, debemos creer en la Presencia real de la Virgen María Co-redentora en la Santa Misa.