El
Manual del Legionario aborda el tema central de la formación del Legionario,
formación que es absolutamente necesaria, porque ningún católico laico y mucho
menos un Legionario, pueden pensar que basta con la formación recibida en la
Catequesis de Primera Comunión y en la Confirmación[1].
El Legionario debe formarse para no caer en el dicho: “Católico ignorante,
futuro protestante”.
Afirma
el Manual que muchos piensan que los apóstoles -los laicos que integran una
asociación como la Legión- se forman escuchando conferencias y luego estudiando
libros de textos. Podríamos decir que esa es una parte en la formación, una
parte muy importante, pero de ninguna manera se termina ahí la formación. Según
el Manual, y más específicamente para la Legión, la formación “se hace
imposible si no va acompañada de trabajo práctico; es más, hablar de apostolado
y no practicarlo puede ser contraproducente porque quien realiza apostolado
debe estar al corriente de las dificultades que el apostolado implica, pero al
mismo tiempo de que es posible realizarlo, a pesar de esas dificultades”. El
Manual agrega que si el apostolado no se acompaña de práctica real, la
formación producirá laicos que sabrán mucho de teoría pero que en la práctica
no realizarán ninguno o casi ninguno de los trabajos apostólicos que se
necesitan llevar a cabo.
Para el
Manual, el sistema de formación del legionario se basa en conferencias, sí,
pero acompañado de demostración práctica -por ejemplo, se debe estudiar el
porqué de la visita a los enfermos, pero también hacer visitas a los enfermos;
se debe estudiar el porqué rezar y hacer rezar el Rosario, pero al mismo
tiempo, rezar el Rosario dando ejemplo-; de esta manera el aprendiz va
avanzando en su aprendizaje a medida que avanza el trabajo apostólico que va
realizando. Luego será el turno de que el aprendiz tome a su vez el papel de
maestro, para enseñar a los nuevos integrantes. Según el Manual, con este
método el practicante de apostolado aprende rápidamente cómo debe hacer su
apostolado y luego enseña a los demás.
La
Legión, dice el Manual, se basa en métodos sencillos, diciendo así sus miembros
a otras personas: “Vengan y trabajaremos juntos”. A los que aceptan, no los
llevan a una escuela, sino que se les ofrece un trabajo que ya esté haciendo
uno de ellos, un trabajo que esté a su alcance y una vez dentro de él, aprenden
mejor el método de realizarlo y así no tardan en adquirir pericia y maestría.
El
método de la Legión podría resumirse así: la Legión utiliza la cooperación de
sus miembros mejor preparados y si bien no insiste demasiado en la importancia
extrema del estudio -que sí la tiene-, se ingenia en todo lo posible para
capacitar y adaptar a cada uno para su apostolado particular; la finalidad
principal de la Legión es proporcionar una estructura desde la cual el aprendiz
pueda participar y aportar de sí mismo, al mismo tiempo que va adquiriendo
experiencia en su apostolado específico. Es como si le dijera: “Ven, deposita
tu talento y nosotros te enseñaremos a desarrollarlo y a usarlo, a través de
María, para la gloria de Dios”. La Legión, según un antiguo director espiritual
de la Legión, “es tanto para los humildes y menos privilegiados, como para los
más doctos”.