
domingo, 12 de mayo de 2013
El mensaje de Nuestra Señora de Fátima
lunes, 15 de abril de 2013
La Encarnación, centro de una nueva realidad para la Iglesia y la humanidad
lunes, 26 de marzo de 2012
Al anuncio del Ángel el Verbo se encarna en el seno purísimo de María
viernes, 2 de marzo de 2012
Los misterios de la Virgen María (VI)
miércoles, 18 de enero de 2012
Los misterios de la Virgen María (III)
viernes, 25 de marzo de 2011
La Anunciación

El ángel se aparece a María, se arrodilla frente a Ella, y le anuncia que el Espíritu Santo fecundará su seno con la Palabra de Dios.
María acepta el designio divino y el ángel se retira, y al retirarse, la Llena de gracia se convierte, por el Espíritu, en Madre de Dios, y la Palabra del Padre se convierte en Hijo de la Madre Virgen. María se convierte en Madre de Dios, y su maternidad divina se consuma en el don de sí misma a la Palabra de Dios que se encarna.
Por el poder del Espíritu Santo, María recibe en su seno al Hijo de Dios y lo reviste de su propia carne y de su propia sangre, volviendo visible al Dios invisible. Gracias a María, la Palabra de Dios, invisible para el mundo, se reviste de una naturaleza humana y se vuelve visible.
María es el espejo sagrado en el que todo cristiano debe reflejarse: así como María recibe, por el Espíritu Santo, a la Palabra de Dios, y la reviste con su propia naturaleza, dándole de su carne y de su sangre, revistiendo a la Palabra para presentarla ante el mundo, así el cristiano debe recibir, por la gracia del Espíritu Santo, a la Palabra de Dios y revestirla con sus propios conceptos y presentarla ante el mundo.
María es modelo y ejemplo para todo cristiano de cómo se debe recibir a la Palabra de Dios, pero María no es solo ejemplo para el cristiano, que debe tener la misma actitud de María en recibir a esa Palabra y en revestirla con sus propios conceptos para presentarla al mundo, sino que María, recibiendo en su seno a Dios Hijo, por el poder del Espíritu Santo, y volviéndolo visible por el don de su cuerpo y de su sangre, es modelo y figura para la Iglesia: la Iglesia también recibe, al igual que María, a la Palabra de Dios, en su seno, el altar eucarístico, y la reviste de apariencia de pan, y la presenta ante el mundo, para que se manifieste ante el mundo como Dios hecho visible por el Pan eucarístico.
El ángel anuncia, María recibe en su seno, y la Palabra se encarna y la Palabra invisible se hace visible y aparece como Niño; la Iglesia recibe al Verbo de Dios en su seno, el altar eucarístico, y la Palabra prolonga su encarnación en el Pan Vivo, apareciendo como Pan de Vida eterna; así el cristiano debe recibir la Palabra de Dios en su seno, encarnarla y hacerla visible ante el mundo, convirtiéndose él mismo en otro Cristo.
María recibe en su seno a la Palabra y la presenta ante el mundo como Dios Niño; la Iglesia recibe en su seno a la Palabra y la presenta ante el mundo como Cristo Dios revestido de Pan; el cristiano recibe la Palabra y la presenta ante el mundo convirtiéndose él en una imagen de Cristo.
jueves, 28 de enero de 2010
El Ángel anuncia a la Niña

Teje la Niña, su bordado alegre de suaves colores.
Teje la Niña, y mientras teje canta un dulce canto. Una brisa ligera, acompañada de sol, entra en la habitación de la Niña Linda que teje su canto de amor.
Y con la brisa entra el Ángel de Dios, que se arrodilla con respeto y amor ante la Niña y su esplendor.
Es Dios quien envía al espíritu angélico; es Dios quien envía a su mensajero, para darle a la Niña Hermosa la noticia alegre que la llena de alegre estupor.
“Serás Madre de Dios, Niña Virgen, porque Dios te ama con su Amor infinito, con su Espíritu bueno de infinita bondad. Te ha elegido, Flor de Israel, por tu encanto y tu hermosura, para ser Madre del Emmanuel”.
El Lirio de los cielos, la Niña de Yahvéh, da su “Sí” al Amor del Padre y recibe en su seno virgen al Dios Inaccesible.
La Niña Virgen da su “Sí” al Amor del Padre, el Ángel ante la Encarnación del Verbo adora en silencio y se retira, la pequeña habitación se llena de luz, el Verbo Inmaculado entra en el cuerpo humano y descansa, arrullado por el tierno canto de cuna de la Niña Virgen y Madre.
La Niña, Virgen y Madre, con el Verbo acunado en su seno virgen, teje escarpines, y mientras teje, canta una canción de cuna.