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martes, 3 de mayo de 2022

Nuestra Señora de Fátima nos enseña a adorar a la Eucaristía, a rezar el Rosario y a evitar el Infierno

 



         En las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima hay diversas enseñanzas por parte del Cielo, pero podemos considerar que tres de ellas son centrales y forman la esencia de estas Apariciones: la Adoración Eucarística, el rezo del Santo Rosario y la confirmación de la existencia del Infierno y el peligro real de caer en él. Por esta razón, meditaremos brevemente sobre estos tres temas.

         En cuanto a la Adoración Eucarística, las Apariciones de Fátima son explícitas en lo que se refiere a la enseñanza bimilenaria de la Iglesia: la Eucaristía no es un pedacito de pan, sino Dios Hijo encarnado, oculto en apariencia de pan y esto se ve en el hecho de que el Ángel de las Apariciones se postra, no sólo de rodillas, sino con la frente en tierra, para adorar a la Sagrada Eucaristía, que aparece milagrosamente en el aire, chorreando sangre que es recogida en el altar. La gran mayoría de los cristianos no tiene en cuenta a la Eucaristía, no cree en la Presencia real, verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía y no acude a la Santa Misa a recibirlo en el Santísimo Sacramento del Altar. En vez de eso, prefieren jugar al fútbol, pasear, hacer compras, visitar amigos y familiares. Y la gran mayoría de los que comulga, lo hace mecánicamente, sin hacer, antes de la Comunión, un acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía, recibiéndolo con un corazón frío, distante, vacío de amor a Jesús y al prójimo y, todavía peor, maquinando venganzas y mascullando odio contra el prójimo y todo en el momento de la Comunión Eucarística. Y la gran mayoría de niños y jóvenes que completan la formación de Catequesis, en vez de iniciar una vida de unión con Jesús Eucaristía por medio de la Comunión Eucarística de los domingos, abandona la Iglesia, porque en el fondo, desprecian la Presencia real de Jesús en la Eucaristía, siendo más valioso para ellos el fútbol, los amigos, los familiares, la música, los ídolos, la propia pereza, antes que la unión sacramental con el Cristo Eucarístico. ¡Cuánto lamentarán, estos niños y jóvenes, haber despreciado con tanta fuerza al Amor del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús! Pero cuando lo lamenten, tal vez sea ya demasiado tarde.

         En cuanto al rezo del Santo Rosario, a pesar de que la Virgen prometió que toda gracia que se pidiera en el Rosario sería alcanzada, los cristianos católicos, despreciando las palabras de la Virgen, consideran al Rosario como algo inútil, como un pérdida de tiempo, como un sinsentido, pero al mismo tiempo, no dudan ni un instante en acudir a los brujos, a los curanderos, a los chamanes, para que les solucione algún problema o alguna enfermedad. También, los mismos que dicen que no rezan el Rosario porque es una oración “larga y aburrida”, no dudan en hacer largas filas y pasar horas para recibir la atención de quienes practican la brujería oriental, que llega a nosotros con nombres extraños como “reiki”, “yoga”, “gnosis”, “metafísica” y cuanta oscuridad más se haga presente. Para la gran mayoría de los cristianos, es preferible practicar la brujería o acudir a prácticas de ocultismo oriental, antes que rezar el Santo Rosario, lo cual habrán de lamentar, con mucho, pero mucho dolor, y tal vez cuando ya sea demasiado tarde.

         En cuanto al Infierno, el mensaje de Fátima es más que claro: quien vive en pecado mortal y no se arrepiente y muere en pecado mortal, se condena, irreversiblemente, en el fuego del Infierno eterno, sufriendo el fuego del Infierno en el cuerpo y en el alma, para siempre. Una de las causas de la descristianización del mundo y del consecuente avance del mal en todas las esferas de la vida humana, es la creencia errónea, de los cristianos, de que el Infierno no existe, o de que está vacío, o que nadie irá al Infierno, sin importar la vida que lleve aquí en la tierra. La experiencia mística del Infierno por parte de los Pastorcitos, a quienes la Virgen llevó al Infierno siendo niños pequeños, nos advierte claramente que la Justicia Divina, en la otra vida, es implacable y que si nosotros persistimos en el pecado mortal, viviremos para siempre en donde el pecado mortal nos conduce, el Infierno. Muchos creen que pueden pasar años y años en pecado mortal y no se preocupan por el estado de sus almas, sin darse cuenta que las Puertas del Infierno están abiertas para esa alma y que ya tiene un lugar en el Infierno, a menos que esa alma se arrepienta verdaderamente, se confiese sacramentalmente y comience a vivir una vida de oración, de penitencia y de verdadera conversión cristiana, conversión que se demuestra no por palabras vacías, sino por la mansedumbre, la compasión, la caridad, la paciencia, la humildad, es decir, por la vivencia de las virtudes cristianas.

         Adoración Eucarística, rezo del Santo Rosario, vivir en gracia y evitar el pecado mortal o venial deliberado para no caer en el Infierno, estas son tres enseñanzas centrales de la Virgen en Fátima. El tiempo se acorta y quien no aproveche el tiempo de su vida terrena para ponerlos en práctica, lo lamentará por toda la eternidad en un lago de fuego.

lunes, 13 de mayo de 2019

Nuestra Señora de Fátima: existencia del Infierno, peligro del comunismo, rezo del Rosario y adoración eucarística


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          Si quisiéramos resumir en breves palabras el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, podríamos decir que se limita a cuatro grandes tópicos: la existencia del Infierno, pues lleva a los Pastorcitos allí; la advertencia del peligro del Comunismo, porque dice que si Rusia no se consagra a su Inmaculado Corazón “esparcirá sus errores por el mundo”, y finalmente, como dando el remedio a estos grandes males, el rezo del Rosario y la adoración eucarística, tal como sucede con las apariciones del ángel de Portugal.
          La existencia del Infierno: en una de las apariciones, la Virgen llevó a los Pastorcitos al Infierno; es decir, no es que la Virgen les contó para asustarlos, que había un Infierno y que allí iban los que se portaban mal: la Virgen los llevó a ellos, de manera personal, y no es que tuvieron una experiencia mística del Infierno, sino que los llevó allí en persona, siendo ellos niños de muy corta edad. Allí los niños pudieron constatar que el Infierno no sólo existe, sino que está ocupado y que caen numerosas almas en él, todos los días, a causa de morir en pecado mortal. Otra revelación relacionada con el Infierno es precisamente la causa por la cual caen las almas: según la Virgen, la mayoría de las almas se condenan por los pecados de la carne. De esta manera, estamos advertidos contra la ideología de género, el feminismo y toda clase de movimiento de liberación sexual, pues si para el hombre puede ser bueno y hasta un derecho el libertinaje sexual, para Dios es un pecado tan grave que merece el Infierno.
          El peligro del Comunismo: el Comunismo, una secta satánica disfrazada de ideología política, ha producido, desde que comenzó, más de ciento veinte millones de muertos a lo largo de todo el mundo. Es una secta diabólica, sedienta de sangre humana, que rinde culto al Estado y al hombre y, en última instancia, a Satanás. No en vano la Virgen advirtió que, si Rusia no se consagraba a su Inmaculado Corazón, “Rusia esparciría sus errores por el mundo”. Rusia no se consagró al Inmaculado Corazón, y sus errores, esparcidos por el mundo -todos los regímenes comunistas- produjeron ciento veinte millones de muertos y sufrimientos inenarrables a la humanidad. Y Rusia, al día de hoy, sigue esparciendo la peste mortífera del Comunismo.
          El rezo del Santo Rosario: uno de los frutos espirituales más grandes de las apariciones de Fátima es el pedido de la Virgen de rezar el Rosario, la oración que más agrada a la Virgen, pues con el Rosario se repasa la vida de Jesús, además de participar en cierto modo de ella y, como si fuera poco, la Virgen actúa, intercediendo y concediendo gracias al alma que reza el Rosario. La Virgen le dijo a los Pastorcitos que la paz vendría al mundo si el mundo rezaba el Rosario: el mundo no lo rezó y así vino la Segunda Guerra  Mundial y, si las cosas siguen así, pronto entraremos en la Tercera Guerra Mundial.
          La Adoración Eucarística: antes de las apariciones de la Virgen, tuvieron lugar las apariciones del Ángel de Portugal, apariciones que tuvieron un fuerte contenido eucarístico, pues el Ángel se les apareció con la Eucaristía y el Cáliz, y además se postró haciendo adoración delante de la Eucaristía, enseñándoles a los niños que Jesús era Dios y estaba en la Eucaristía, además de enseñarles cómo adorar la Eucaristía, junto con unas oraciones.
La Adoración Eucarística, junto con la Santa Misa y el rezo del Santo Rosario, forman parte de la fuerte espiritualidad de las apariciones marianas de Fátima. A esto, se le suma la advertencia acerca de lo que significa el Comunismo, Ateo y Satánico por excelencia. Al recordar a la Virgen en un aniversario más de sus apariciones en Fátima, hagamos el propósito de rezar el Santo Rosario todos los días, de asistir a la Santa Misa también todos los días, de hacer Adoración Eucarística y de oponernos a la religión de Satanás, el Comunismo Ateo.

jueves, 4 de octubre de 2018

Por qué el Rosario es la mejor oración después de la Misa y la Adoración Eucarística



         Porque al rezar el Ave María, le recordamos a la Virgen el Anuncio del Ángel, la noticia más hermosa que jamás Ella haya escuchado, y así le renovamos la alegría que Ella experimentó al enterarse ese día que iba a ser Madre de Dios;
         Porque la saludamos del modo más cariñoso posible, un saludo que es a la vez el más grandioso y majestuoso que jamás se pueda dar a creatura alguna, la saludamos dándole la dignidad que posee, “Llena de gracia”, lo que la hace más grande y majestuosa que todos los ángeles y santos juntos;
         Porque le recordamos el día en el que Ella comenzó a ser Madre de Dios, luego de dar su “Sí” a la voluntad de Dios anunciada por el Ángel y además, la tratamos como lo que es, como nuestra Madre celestial, encomendándonos a su amor y protección maternal;
         Porque nos encomendamos a Ella para vivir en estado de gracia, ahora, en el momento actual, y en el momento de la muerte, es decir, al pasar a la vida eterna, lo cual quiere decir que ponemos en sus manos maternales nuestra vida presente y la vida eterna;
         Porque delante de Ella, que es la Inmaculada Concepción y la Llena de gracia –por ser la Elegida por Dios para ser Madre de Dios y Virgen al mismo tiempo- nos reconocemos pecadores y, por lo tanto, necesitados en todo momento de su amor maternal;
         Porque haciendo así, le damos la oportunidad de que Ella ejerza el oficio que ejerció a la perfección con su Hijo Jesús y es el de ser Madre, porque nosotros somos sus hijos adoptivos y Ella es nuestra Madre celestial;
         Porque al rezar el Padre Nuestro en cada misterio, nos encomendamos a Dios Padre, pidiéndole que se haga su voluntad, santificamos su nombre, le pedimos el pan material y espiritual de cada día y le pedimos que nos libre del mal y todo esto lo hacemos a través de la Virgen, con lo cual estamos más que seguros que Dios habrá de escucharnos y darnos lo que le pedimos, porque Dios Padre no le niega nada a su Hija predilecta, la Virgen;
Porque al rezar las Ave Marías, le damos el tiempo a la Virgen para que Ella, Divina Alfarera, modele nuestros corazones, convirtiéndolos, por la gracia del Espíritu Santo, en imágenes vivientes de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Porque por el rezo del Santo Rosario, la Virgen nos hace contemplar, desde su Corazón Inmaculado, las escenas de la Vida de su Hijo Jesús, para que nosotros, meditando en ellas, las vivamos luego en nuestra vida cotidiana.
Porque al pedir por la conversión de los pecadores y por las Almas del Purgatorio, obtenemos efectivamente que muchos hijos de la Virgen, que estaban alejados de Ella por el pecado, vuelva a su seno maternal, además de obtener la salida del Purgatorio de innumerables almas del Purgatorio, las que al llegar al Cielo, se convertirán en nuestras intercesoras más fieles ante el Trono de Dios.
Porque obtenemos tantas gracias del Corazón Inmaculado de María, que si pudiéramos verla con los ojos del cuerpo, moriríamos de la alegría.
Por estas, y por otras razones más, el Santo Rosario es, después de la Santa Misa y de la Adoración Eucarística, la mejor oración que un católico pueda rezar en esta vida.