lunes, 25 de julio de 2022

El Legionario y el Cuerpo Místico de Cristo

 



          El Manual del Legionario es muy claro en lo que respecta a las relaciones interpersonales entre los miembros de la Legión entre sí y cualquier otro bautizado. El trato interpersonal debe trascender la mera amistad natural, para convertirse en una amistad sobre-natural, una amistad basada en el Amor de Cristo, que es el Amigo por excelencia y el que nos ofrece su amistad en la Última Cena -“Ya no os llamo siervos, sino amigos”- y basada también en el hecho de que Cristo está misteriosamente presente en el prójimo, de manera tal que, así como se trata al prójimo, así se trata al mismo Cristo en Persona. En efecto, el Manual dice lo siguiente: “Ya en la primera junta legionaria se puso de relieve el carácter netamente sobrenatural del servicio al que se iban a entregar los socios. Su trato con los demás había de rebosar cordialidad, pero no por motivos meramente naturales: deberían ver en todos aquellos a quienes servían a la Persona misma de Jesucristo, recordando que cuanto hiciesen a otros, aun a los más débiles y malvados, lo hacían al mismo Señor, que dijo: “Os lo aseguro, cada vez que lo hicisteis con un hermano mí de esos más humildes, lo hicisteis conmigo” (Mt 25, 40)[1].

          El Manual insiste en que el trato con el prójimo, sea o no legionario, debe superar, ir más allá, del trato que naturalmente se establece entre los hombres, porque se trata de miembros del Cuerpo Místico de Cristo y de esto se derivan la caridad extrema con la que se deben tratar unos a otros, pero además también el servicio que el Legionario presta, porque no se debe dar a Dios un servicio defectuoso, sino que debe ser lo más perfecto posible, según las palabras del mismo Señor Jesús: “Sed perfectos, como mi Padre es perfecto”. Al respecto, dice así el Manual: “No se ha escatimado ningún esfuerzo para hacer ver a los legionarios que este móvil debe ser la base y fundamento de su servicio; lo es, igualmente, de la disciplina y de la armonía interna de la Legión. Han de ver y respetar en sus oficiales y en sus otros hermanos al mismo Jesucristo: he aquí la verdad transformadora que debe estar bien impresa en la mente de sus socios (Para lograr esto los legionarios deben) trabajar en tan estrecha unión con María, que sea Ella quien realmente ejecute la obra por medio del legionario”[2].

          Como vemos, entonces, el trato que el Legionario debe dispensar a su semejante y a cualquier prójimo, debe superar la mera amistad natural humana, para convertirse en una amistad sobrenatural, basada en el Amor de amistad de Cristo Dios y para poder lograr este cometido, es indispensable que el legionario obre en íntima y estrecha unión con el Corazón Inmaculado de María.



[1] Cfr. Manual del Legionario, IX.

[2] Cfr. ibidem.