viernes, 6 de junio de 2025

El Legionario y la Eucaristía

 



         El Manual del Legionario dedica todo un capítulo a la Santa Misa y a la Eucaristía[1] y la razón es que, sin la Santa Misa y sin la Eucaristía, la Legión no tiene razón de ser y lo mismo sucede con el legionario. Es decir, un legionario podría, eventualmente, cumplir al pie de la letra con todo lo que el Manual exige, podría ser un legionario ejemplar, en sus oraciones, en su apostolado, en su desempeño cotidiano, pero si no asiste a Misa para recibir la Eucaristía -obviamente, en estado de gracia-, nada de lo que haga el legionario tendrá valor para el cielo.

         El Manual lo explica de la siguiente manera: afirma que “el fin de la Legión de María es la santificación personal de sus miembros” y que esa santificación es imprescindible para que el legionario pueda ser verdaderamente “legionario”: “También hemos dicho que esta santificación es a la vez, para la Legión, su medio fundamental de actuar: sólo en la medida en que el legionario posea la santidad, podrá servir de instrumento para comunicarla a los demás”. Ahora bien, ¿cómo es que logra la santificación el legionario? ¿De dónde obtiene la santidad que necesita, para ser verdaderamente legionario? El Manual dice que el legionario debe pedir la intercesión de la Virgen, para así “llenarse del Espíritu Santo”, con lo cual podrá así efectivamente llevar a cabo su tarea de ser instrumento del Espíritu Santo, Quien será el que “renueve la faz de la tierra”. Dice así el Manual: “Por eso el legionario, al empezar a servir en la Legión, pide encarecidamente llenarse, mediante María, del Espíritu Santo, y ser tomado por este Espíritu como instrumento de su poder, del poder que ha de renovar la faz de la tierra”. Entonces, aquí se responde la primera pregunta, sobre “cómo” logra la santificación el legionario.

Para la segunda pregunta, acerca de “dónde” se obtienen las gracias necesarias para la santificación, el Manual dice que todas las gracias necesarias para la santificación personal del legionario fluyen, sin excepción, del Sacrificio en Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, sacrificio que se renueva de modo incruento y sacramental en la Santa Misa: “Todas estas gracias fluyen, sin una sola excepción, del Sacrificio de Jesucristo sobre el Calvario. Y el Sacrificio del Calvario se perpetua en el mundo por el Sacrificio de la Misa”. Esto se debe a que la Santa Misa, acción litúrgica exclusiva de la Iglesia Católica -el protestantismo y las demás sectas solo realizan una mímica vacía de la Santa Misa-, no es un mero recuerdo ni representación del Santo Sacrificio de la Cruz, sino que, por el misterio de la liturgia, “hace presente, actual”, al mismo sacrificio, como si los asistentes a la misa viajaran en el tiempo y en el espacio y se trasladaran al Calvario en el momento en el que la Santa Misa se celebra. Dice así el Manual: “La misa no es mera representación simbólica del Calvario, sino que pone real y verdaderamente en medio de nosotros aquella acción suprema, que tuvo como recompensa nuestra redención. La Cruz no valió más que vale la misa, porque ambas son un mismo sacrificio: por la mano del Todopoderoso, desaparece la distancia de tiempo y espacio entre las dos, el sacerdote y la víctima son los mismos; sólo difiere el modo de ofrecer el sacrificio. La misa contiene todo cuanto Cristo ofreció a su Padre, y todo lo que consiguió para los hombres; y las ofrendas de los que asisten a la misa se unen a la suprema oblación del Salvador”. Asistir a Misa es asistir al Calvario, al Sacrificio del Señor Jesús realizado hace veinte siglos, aun cuando estemos viviendo en el siglo veintiuno. Y en este asistir a la Santa Misa, es de donde fluyen absolutamente todas las gracias necesarias para la santificación del legionario. Dice así el Manual: “A la misa, pues, ha de recurrir el legionario que desee para sí y para otros copiosa participación en los dones de la Redención”. De esto se comprende cómo se impone el silencio, tanto exterior como interior, en la Santa Misa, además de la adoración al Salvador que se hace Presente en Persona en el Altar Eucarístico. Y de esto se deduce, también, la absoluta falta de respeto hacia Nuestro Señor y su Sacrificio, cuando se asiste sin las debidas disposiciones interiores, o cuando se comienza a hablar antes de Misa, rompiendo el silencio sagrado que debe reinar antes, durante y después de la Santa Misa.

Por último, el Manual destaca la necesidad imperiosa de que la Legión “suplique” y no “imponga” -aun si la impusiera, esta imposición sería una imposición de amor a Dios, que se nos dona bajo la apariencia de pan y vino- la asistencia a Misa a los legionarios: “Si la Legión no impone a sus miembros ninguna obligación concreta en este particular, es porque las facilidades para cumplirla dependen de muy variadas condiciones y circunstancias. Mas, preocupada de su santificación y de su apostolado, la Legión les exhorta, y les suplica encarecidamente que participen en la Eucaristía frecuentemente -todos los días, a ser posible-, y que en ella comulguen”.

Solo así, bebiendo de la Sangre que fluye del Costado traspasado del Salvador y que se recoge en el Cáliz del altar y solo alimentándose de la Carne del Cordero de Dios, la Sagrada Eucaristía, podrá el legionario santificarse y ser instrumento del Espíritu Santo para la santificación de sus hermanos los hombres y de todo el mundo.



[1] CAPITULO VIII El legionario y la Eucaristía 1. La misa, Pág. 47. 2. La liturgia de la Palabra, Pág. 48. 3. La liturgia de la Eucaristía en unión con María, Pág. 49. 4. La Eucaristía, nuestro tesoro, Pág. 51. 1.


sábado, 22 de marzo de 2025

El significado de la ceremonia del Acies

 


La ceremonia del Acies es uno de los actos públicos de la Legión, según lo relata el Manual del Legionario y en este acto se deben tener en cuenta dos elementos: por una parte, cuál es el significado de la reunión pública de la Legión; por otra parte, qué significado tiene la oración que el legionario, aferrado al vexillium, pronuncia solemnemente. Con relación al Acies, el Manual del Legionario nos enseña que es una “voz latina que significa un ejército en orden de batalla”, es aquella ceremonia en donde se reúnen los Legionarios de María para renovar su homenaje a la Reina de la Legión y al mismo tiempo para recibir de Ella fuerza y bendición para otro año más de lucha contra las huestes del mal. En el Acies, entonces, el Ejército de Dios, bajo la dirección y las órdenes de la Virgen Generala, se forma en orden de batalla, para renovar su fidelidad a la Virgen y para recibir de Ella la bendición celestial que será necesaria en la lucha contra “las potestades de los aires”, es decir, los ángeles caídos.

Esta formación “en orden de batalla” es una imitación de la Virgen que, según San Alfonso, también se forma en orden de batalla para hacer frente al Ejército del Anticristo. Dice así San Alfonso: “María es el espanto de los poderes infernales. Es “terrible como un ejército en orden de batalla” (Cant 6, 10), porque sabe desplegar con estrategia su poder, sus oraciones y su misericordia para la derrota del enemigo y para triunfo de sus siervos”. La Legión se reúne en el Acies bajo el estandarte de María como lo que es, un ejército espiritual al servicio de la Virgen y de Dios: la Legión se forma de manera similar a como un ejército terreno se forma bajo la bandera nacional a las órdenes de su general. El objetivo de esta formación es imitar a la Virgen, que también se forma en orden de batalla y recibir de Ella “fuerza y bendición” para combatir, bajo las órdenes de la Virgen, a “las fuerzas de mal”, según lo describe el Manual del Legionario. El enemigo al cual se enfrenta la Legión no está formado por personas de carne y hueso, es decir, no son seres humanos, sino ángeles caídos, “las potestades malignas que están en los aires”, como lo describe la Sagrada Escritura: “Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Ef 6, 12). El Acies es por lo tanto una convocatoria espiritual de la Legión, en la cual se renueva la fidelidad a la Virgen y se pide a Ella la fuerza y la bendición necesarias para el combate espiritual contra el enemigo de Dios y de las almas, Satanás, quien también se forma en ejército de batalla junto a sus ángeles apóstatas. Pero la lucha no es solo contra estos enemigos espirituales externos, sino también contra el hombre viejo, contra uno mismo, porque según el mismo Jesús lo dice, el mal anida en nuestros propios corazones, como consecuencia del pecado original: “Es del corazón del hombre de donde salen toda clase de cosas malas” (cfr. Mt 7, 21); por esta razón, la lucha no solo es contra los ángeles caídos, sino que comienza en nuestros propios corazones, en los cuales debemos combatir nuestra inclinación al mal (indolencia, pereza, falta de caridad, etc.).

El segundo aspecto del Acies, que se deriva del primero, es la oración de consagración personal a la Virgen: “Soy todo tuyo, Reina mía, Madre mía y cuanto tengo tuyo es”, porque a través de esta consagración el legionario se pone bajo la protección de la Virgen y así protegido, renueva su misión espiritual de imitar a María para que Ella instaure el Reino de su Hijo en el mundo. El significado espiritual de que el legionario tome con su mano el vexillium o estandarte de María es el de colocarse el legionario bajo el estandarte victorioso de María Santísima; significa que de forma libre y voluntaria el legionario se alista en las filas del Ejército de María para luchar “contra las fuerzas del mal” bajo las órdenes de la Virgen. Visto de esta manera, el Acies no es una simple ceremonia piadosa de una cofradía devota: es la misma Virgen María, la Madre de Dios quien congrega a sus elegidos y les toma, Ella en persona -a través de los encargados de la Legión- esta renovación de la consagración de sus hijos y la toma como hecha especialmente a su Inmaculado Corazón. Por el Acies, el legionario se une más estrechamente al Corazón de María y al mismo tiempo demuestra su total dependencia de Ella, porque depende de la Virgen en un todo para cumplir la misión asignada. Aunque no se la vea con los ojos del cuerpo, en la ceremonia del Acies está la Virgen en persona y junto a la Virgen, están los ángeles, de quienes la Virgen es Reina, y también está su Hijo Jesucristo, el Hombre-Dios, siendo así testigos de esta ceremonia y consagración. A través de la ceremonia del Acies el legionario queda bajo las órdenes de la Virgen, recibiendo de Ella especial asistencia y protección. Pero al mismo tiempo, quiere decir también que las faltas de los legionarios a Ella consagrada por el Acies -la acedia o pereza espiritual, que lleva a no cumplir con las oraciones prescriptas, o la pereza corporal, que lleva a desentenderse de las obligaciones del deber de estado, o la indiferencia hacia las obligaciones que implica la Legión-, le provocan al Inmaculado Corazón dolores más agudos que los provocados por quienes no están a Ella así consagrados. Una idea de estos dolores que verdaderamente experimenta la Virgen es la corana de espinas que rodea al Inmaculado Corazón de María en las apariciones de Fátima: las espinas más gruesas representan los pecados de sus hijos más cercanos a su Corazón, aquellos que se han consagrado a la Virgen, como los integrantes de la Legión. Esto significa que cuando un miembro de la Legión falla en sus deberes es la Virgen la que, en persona, sufre en su Inmaculado Corazón. Si amamos a la Virgen como a Nuestra Madre del cielo, procuremos poner todo nuestro esfuerzo no solo en no provocarle dolor con nuestras faltas, sino en consolar al Inmaculado Corazón de María, haciendo con el mayor amor posible y la mayor perfección posible, la tarea apostólica que nos encargue la Legión. A la Virgen Santísima le pedimos que interceda para que el fuego del Espíritu Santo envuelva nuestros fríos corazones en el mismo Fuego de Amor en el que está envuelto su Inmaculado Corazón, para así llevar a cabo la tarea espiritual de conquistar almas para Cristo que se nos encomienda en el Acies.

 



 


lunes, 30 de diciembre de 2024

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

 


 (Ciclo C - 2024 - 2025)

         La Iglesia inicia el año civil con una de las solemnidades más importantes, la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Debido a esto, debemos preguntarnos si es por una casualidad, o porque la Iglesia pretende algo más que una mera celebración del paso del tiempo, como es el festejo de fin de año.

Al reflexionar, nos damos cuenta que no es por el azar que la Iglesia pone a la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, cuando apenas comienza el año civil: al hacerlo, la Iglesia tiene la intención de que meditemos sobre la relación que existe entre el tiempo nuestro humano, al cual medimos con unidades de tiempo diversas como segundos, minutos, horas, días, años, con el embrión que la Virgen concibió por obra del Espíritu Santo, Nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia quiere que meditemos entre estos dos elementos, sin relación aparente alguna, es decir, el comienzo del año civil, el cual inicia todos los años cada 1º de enero, con el fruto virginal del seno de María Santísima, el Hombre-Dios Jesucristo, porque siendo Jesucristo Dios, es eterno; aún más, como dice Santo Tomás de Aquino, es la eternidad en sí misma, es “su misma eternidad” y como tal, es el Creador del tiempo, el Dueño y el Señor del tiempo, de todo tiempo humano, del tiempo de cada hombre y del tiempo de toda la humanidad y por lo tanto es el creador y el dueño de nuestro tiempo, de cada segundo de nuestro tiempo, del tiempo nuevo que inicia cada año y cuyo inicio festejamos precisamente a fin de año. Entonces, vemos que sí hay relación entre el tiempo que festejamos -el fin del año nuevo y el comienzo del nuevo, el 1 de enero-, con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, porque el tiempo que festejamos no solo es creado por el Hijo de la Virgen, sino que Él es el Dueño de ese tiempo.  Al ser Dios eterno nacido en el tiempo, Jesucristo es el Señor del tiempo y Él es el que dio inicio al tiempo de la humanidad y es el que dará fin al tiempo de la humanidad, en el Día del Juicio Final, para dar comienzo a la eternidad. Jesús es “el alfa y el omega, el principio y el fin” de todo tiempo, y desde que se encarna en el tiempo en el seno de María Virgen, para luego nacer en Nochebuena, lo que hace es hacer partícipe, al tiempo y a la historia humana, de su propia eternidad y al hacer esto, le da al tiempo de la historia humana y también a la historia del hombre -de cada uno de nosotros- un nuevo sentido, una nueva dirección y es la dirección y el sentido hacia la eternidad.

Cuando Jesús, Dios eterno, se encarna y nace en el tiempo y vive treinta años en la tierra, en la historia humana, al hacer esto, impregna, por así decirlo, al tiempo de su propia eternidad, haciendo que toda la historia humana quede centrada en Él, que es la eternidad en sí misma. Esto es muy importante porque significa que, a partir de Cristo, toda la historia humana y también todo ser humano, con su tiempo de vida personal, tienen como centro absoluto a Jesucristo, y lo quieran o no lo quieran y tengan fe en Él o no tengan fe en Él, tienden hacia Él, y así toda la historia humana y todo el tiempo individual de cada ser humano, adquiere una nueva dirección, la dirección de la eternidad, que es Él mismo, Dios eterno encarnado.

         Esto al mismo tiempo significa que cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, cada año, de la vida personal de cada cristiano, está permeado por la eternidad de Jesucristo, y que toda su vida adquiere sentido y llega a su plenitud solamente si se dirige a la feliz unión con Él, por medio de la fe, del amor y de la gracia sacramental. Quien acepta esta realidad y en consecuencia, libre y voluntariamente orienta su vida y su tiempo de vida en la tierra al Hombre-Dios Jesucristo, se encamina a su feliz eternidad, porque el designio de Dios en la Encarnación de su Verbo, es que todo hombre, uniéndose a Cristo en el tiempo, alcance la eternidad en el Reino de los cielos.

         De modo contrario, aquel que por libre decisión decide vivir su tiempo terreno sin Dios, apartado de Cristo y de su gracia sacramental, frustra los planes divinos para su vida y se encamina hacia la eterna infelicidad.

         Aquí entonces encontramos la respuesta a la pregunta de por qué la Iglesia incluye la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en el primer segundo del nuevo año civil: no es por ninguna casualidad ni por obra del azar: es para que, consagrando a la Madre de Dios nuestra vida terrena, con todo su tiempo pasado, presente y futuro, consagremos a Ella y a su Hijo cada segundo del tiempo nuevo que Dios nos conceda vivir, porque a Dios Trinidad le pertenece cada segundo de nuestra vida, pero sobre todo para que nos unamos ya en el tiempo terreno, por la gracia, por la fe y por el amor, a su Hijo Jesús, como anticipo de la unión en la gloria que por la Misericordia Divina esperamos gozar, por la eternidad, en el Reino de los cielos.

 


martes, 8 de octubre de 2024

Razones para rezar el Santo Rosario


 


         Hay varias razones por las cuales debemos rezar el Santo Rosario.

         Una primera razón es que el Rosario no es una oración inventada por los hombres, sino que es una oración traída desde el Cielo por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, lo cual quiere decir que es una oración de origen celestial, divino, que agrada infinitamente a Dios, mucho más que cualquier oración inventada por los hombres;

         También es la misma Virgen da los motivos por los cuales debemos rezar el Rosario: ilumina nuestras mentes con la Luz Eterna de la Verdad Absoluta de su Hijo Jesús, que es la Sabiduría del Padre y así nos evita caer en los errores de la herejía, del cisma, de la apostasía, del modernismo y del progresismo, que nos apartan de la Verdad Revelada por Nuestro Señor Jesucristo;

         La Virgen le dijo a Santo Domingo de Guzmán que por el Rosario se convertirían hasta los pecadores más empedernidos, lo cual quiere decir que por el Rosario la Virgen actúa en los corazones más endurecidos por el pecado, intercediendo para que se conviertan a Nuestro Señor Jesucristo y así salven sus almas;

         También le dijo la Virgen que por el Rosario se librarían muchas almas del Purgatorio, lo cual significa que cada vez que rezamos el Rosario, no solo obtenemos el alivio de numerosas almas, sino que esas almas luego convertidas en santas, interceden por nosotros y por nuestros seres queridos, devolviéndonos el ciento por uno y eso es lo que se llama la “Comunión de los santos”, el intercambio de bienes espirituales gracias al sacrificio de Nuestro Señor en la Cruz;

         La Virgen le dijo a Santo Domingo que “todo lo que se pidiera en el Santo Rosario sería obtenido”, por supuesto si es que es conveniente a nuestras almas, a nuestra eterna salvación y si así lo quiere la Divina Voluntad, pero como Dios quiere que todos nos salvemos, si pedimos en el Rosario el bien más grande que podemos pedir, para nosotros y para nuestros seres queridos, y para todo prójimo, que es la eterna salvación de nuestras almas, debemos tener la plena convicción de que por la Divina Misericordia la conseguiremos, rezando el Santo Rosario;

         El Santo Rosario es un ramo de rosas espirituales que ofrendamos a Nuestra Madre del Cielo, la Virgen, porque cada Ave María es una rosa espiritual y de esa manera mostramos nuestra gratitud y nuestro amor a nuestra amada Madre celestial, María Santísima;

         Es la oración que más le agrada a la Virgen, porque le recuerda el momento más hermoso de su vida, el momento en el que el Ángel Gabriel le anunció, de parte de Dios, que iba a ser la Madre de Dios por obra del Espíritu Santo, al ser elegida para ser Morada del Verbo de Dios;

Por el Rosario contemplamos los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y también los de la Virgen, y así aprendemos de sus infinitas virtudes, para tratar de imitarlos en nuestras vidas diarias;

Pero, además, por el Rosario no solo contemplamos los sagrados misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, sino que misteriosamente la Virgen nos hace participar de ellos, por lo que el Santo Rosario es la mejor preparación para participar, con el cuerpo y con el alma, del Santo Sacrificio de la Misa, el Sacrificio del Cordero; Cristo Jesús;

         Por el Rosario, la Virgen modela, sin que nos demos cuenta, de forma silenciosa, como hace el alfarero con la arcilla, nuestros corazones, transformándolos, de corazones de piedra, en corazones de carne y en corazones similares a los Sagrados Corazones de Jesús y María, convirtiéndolos en corazones semejantes a los Corazones de Jesús y María, que es el objetivo de todo cristiano, ser una copia viviente de Jesús y María;

         Por el Rosario la Virgen nos cierra las puertas del Infierno y nos abre las Puertas del Cielo, además de acortar nuestros días en el Purgatorio;

         Por el Rosario la Virgen prepara cada vez más nuestras almas para ingresar en el Reino de los cielos;

         Por el Rosario, la Virgen nos enseña cómo amar, alabar, adorar a su Hijo Jesucristo, aquí en la tierra, en la Sagrada Eucaristía y luego en el Cielo, por la eternidad;

         Por último, la Virgen le prometió a Santo Domingo de Guzmán que a los devotos del Santo Rosario que además de rezarlo, hicieran el apostolado de propagarlo y de difundirlo, Ella misma en persona acudiría a socorrerlos en cada una de sus necesidades; de esta manera vemos cómo, quien no solo reza el Rosario, sino que además lo propaga, tiene como Auxiliadora nada menos que a la Santísima Madre de Dios.

         Todos estos motivos son más que suficientes para rezar el Santo Rosario, la oración celestial más hermosa luego de la Santa Misa y de la Adoración Eucarística.


viernes, 4 de octubre de 2024

Nuestra Señora de La Salette

 

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En una zona montañosa del sudeste de Francia “una bella Dama” se les apareció a dos jóvenes pastores llamados Mélanie Calvat, de 15 años, y Maximino Giraud, de 11 años en septiembre de 1846.

El nombre de “bella Dama” es la descripción que hizo el joven pastor, para referirse a la Virgen cuando se les apareció. Los pastores se encontraron a la Señora sentada, llorando y con las manos en la cabeza. Levantándose la Señora, se dirigió a los pastores en su idioma, el francés y les hizo ver dos grandes pecados que estaban a la orden del día y les explicó que “la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios”. Por un lado, les explica que llora por la impiedad de gran parte de la sociedad y los insta a renunciar a dos pecados graves que se habían hecho muy comunes: la blasfemia, jurar continuamente poniendo a Dios por testigo y no tomarse el domingo como día de descanso y de asistencia a misa. La Virgen vaticinó grandes hambrunas y pérdida de las cosechas que se cumplieron en toda Francia.

Virgen de La Salette virgen de La Salette

En un primer momento, la Señora comunica a cada joven, por separado, un secreto que no debían revelar a nadie, excepto al Santo Padre, en una petición especial que él mismo les haría. “¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?”, preguntó la Señora a los pastores, los cuales respondieron que «no muy bien, Señora». “Hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no podáis más, rezad al menos un padrenuestro y un avemaría, pero cuando podáis, rezad más”, le dijo la Virgen a los pastores.

El mensaje de “la Señora”

Melanie, lo que voy a decirte ahora no permanecerá siempre en secreto. Podrás publicarlo en 1858.

Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del dinero, por amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado en cloacas de impureza.

Sí, los sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida sobre sus cabezas. ¡Desdicha de los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo!

Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo, y llaman la venganza,y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo.

No hay más almas generosas, no hay más persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo.

Dios va a golpear de una manera sin ejemplo. ¡Desdichados los habitantes de la tierra! Dios va a agotar su cólera, y nadie podrá sustraerse a tantos males reunidos. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias.

Se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los que reinan, en todas las sociedades y en toda las familias; se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.

La sociedad está en la víspera de las plagas más terribles y de los más grandes acontecimientos; hay que esperar ser gobernado por una vara de hierro y beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859. Pero que sea firme y generoso, que combata con las armas de la fe y del amor; yo estaré con él.

Que desconfíe de Napoleón; su corazón es doble y cuando querrá ser a la vez Papa y emperador, enseguida Dios se retirará de él. Él es esa águila que, queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada con que deseaba servirse para obligar a los pueblos a elevarle.

Italia será castigada por su ambición al querer sacudirse el yugo del Señor de los Señores; también ella será entregada a la guerra, la sangre correrá por todas partes. Las iglesias serán cerradas o profanadas; los sacerdotes, los religiosos serán expulsados; se los hará morir y morir de una muerte cruel.

Muchos abandonarán la Fe y será grande el número de los sacerdotes y religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre estas personas habrá incluso Obispos. Que el Papa se cuide de los hacedores de milagros pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la tierra y en los aires. En el año 1864, Lucifer con un gran número de demonios serán soltados del infierno: abolirán la fe poco a poco, incluso en las personas consagradas a Dios.

Los cegarán de tal manera, que, a menos de una gracia particular, estas personas tomarán el espíritu de esos ángeles malos. Muchas casas religiosas perderán enteramente la fe y perderán muchas almas. Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán en todas partes un relajamiento universal para todo lo que concierne al servicio de Dios. Tendrán un gran poder sobre la naturaleza; habrá iglesias para servir a estos espíritus.

De un lado a otro serán transportadas personas por estos malos espíritus e incluso sacerdotes, pues ellos no se habrán conducido según el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios.

Se resucitará a muertos y a justos [es decir que esos muertos tomarán la figura de almas justas que han vivido sobre la tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres; éstos que se dicen muertos resucitados, que no serán sino el demonio bajo sus figuras, predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo-Jesús, negando la existencia del cielo o aún las almas de los condenados. Todas estas almas parecerán unidas a sus cuerpos] (nota de Melanie).

Habrá en todas partes prodigios extraordinarios puesto que la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz ilumina al mundo. Desdichados los Príncipes de la Iglesia que sólo se hayan ocupado en acumular riquezas sobre riquezas, en salvaguardar su autoridad y en dominar con orgullo. El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, pues, por un tiempo, la Iglesia será librada a grandes persecuciones.

Esto será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia tendrá una crisis terrible. Olvidada la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; sólo se verán homicidios, odio, celos, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia.

El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida sin poder dañarle; pero ni él ni su sucesor… verán el triunfo de la Iglesia de Dios.

Los gobiernos civiles tendrán todos un mismo designio, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para hacer lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. 

En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se hará como rey de los corazones. Que los que están a la cabeza de las comunidades religiosas tengan cuidado con las personas que deben recibir, pues el demonio hará uso de toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas personas entregadas al pecado, ya que los desórdenes y el amor de los placeres carnales serán extendidos por toda la tierra.

Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá en las calles, el francés combatirá con el francés, el italiano con el italiano; luego habrá una guerra general que será espantosa. Por un tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, puesto que el Evangelio de Jesucristo no se conoce ya más. Los malvados desplegarán toda su malicia; se matará, se masacrará mutuamente hasta en las casas.

Al primer golpe del rayo de su espada las montañas y la tierra entera temblarán de pavor puesto que los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos. París será quemada y Marsella será engullida por el mar, muchas grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos: se creerá que todo está perdido.

Sólo se verán homicidios, sólo se oirán estrépito de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y pedirá mi ayuda y mi intercesión.

Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su misericordia, ordenará a sus ángeles que todos sus enemigos sean ejecutados. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán, y la tierra será como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres.

Jesucristo será servido, adorado y glorificado; en todas partes florecerá la caridad. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado en todas partes, y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo y los hombres vivirán en el temor de Dios.

Esta paz entre los hombres no será larga; veinticinco años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son causa de todas las aflicciones que acontecen sobre la tierra. Un precursor del anticristo con sus ejércitos de varias naciones combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y querrá aniquilar el culto de Dios para hacerse tener como un Dios.

La tierra será golpeada por toda clase de plagas (además de la peste y el hambre, que serán generales). Habrá guerras hasta la última guerra, que será hecha por los diez reyes del anticristo, que tendrán todos un mismo designio, y serán los únicos que gobernarán el mundo.

Antes que esto acontezca habrá una especie de falsa paz en el mundo; sólo se pensará en divertirse. Los malvados se entregarán a toda clase de pecados, pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas.

Dichosas las almas humildes conducidas por el Espíritu Santo. Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud del tiempo. La naturaleza reclama venganza para los hombres, y, esperando lo que debe ocurrir a la tierra manchada de crímenes, se estremece de pavor.

Tiembla, tierra, temblad vosotros, los que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que por dentro os adoráis a vosotros mismos. Pues Dios va a entregaros a su enemigo, puesto que los lugares santos se hallan en la corrupción.

Muchos conventos no son más las casas de Dios sino pasturas de Asmodeo y los suyos. Será durante este tiempo que nacerá el anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen que tendrá comunicación con la antigua serpiente, el señor de la impureza; su padre será Ev.

Al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes; será, en una palabra, el diablo encarnado; lanzará gritos terribles, hará prodigios, sólo se alimentará de impurezas. Tendrá hermanos que, aunque no sean demonios encarnados como él, serán hijos del mal. A los doce años se señalarán por sus valientes victorias, pronto estará cada uno a la cabeza de ejércitos asistidos por legiones del infierno.

Las estaciones se alterarán, la tierra sólo producirá malos frutos, los astros perderán sus movimientos regulares, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza. El agua y el fuego darán al orbe de la tierra movimientos convulsivos y horribles terremotos que engullirán montañas, ciudades, etc.

Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo. Los demonios del aire con el anticristo harán grandes prodigios sobre la tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán cada vez más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad; el Evangelio será predicado en todas partes. ¡Todos los pueblos y todas las naciones tendrán conocimiento de la verdad!

Yo dirijo un apremiante llamado a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios viviente y reinante en los cielos. Llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres.

Llamo a mis hijos, mis verdaderos devotos, aquellos que se han entregado a mí para que los conduzca a mi Hijo divino, aquellos que, por así decir, llevo en mis brazos; aquellos que han vivido de mi espíritu.

Llamo en fin a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.

Es tiempo de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros con tal vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de infortunio.

Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y del honor de Jesucristo. Combatid, hijos de la luz, vosotros, los pocos que veis, pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.

La Iglesia será eclipsada, el mundo se hallará en la consternación. Pero he aquí a Enoch y Elías llenos del Espíritu de Dios; ellos predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas. Harán grandes progresos por virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo.

¡Desdichados los habitantes de la tierra! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un espantoso granizo de animales, truenos que sacudirán las ciudades, terremotos que engullirán países. Se oirán voces en los aires, los hombres se darán de golpes con su cabeza en los muros; llamarán a la muerte y, por otro lado, la muerte hará su suplicio, la sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá vencer si Dios no disminuye el tiempo de la prueba?

Por la sangre, las lágrimas y las oraciones de los justos Dios se dejará doblegar. Enoch y Elías serán matados; Roma pagana desaparecerá. El fuego del cielo caerá y consumirá tres ciudades; todo el universo será sacudido de terror, y muchos se dejarán seducir porque no han adorado al verdadero Cristo viviente entre ellos. Es el momento; el sol se oscurece; sólo la fe vivirá.

He aquí el tiempo; el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He aquí a la bestia con sus súbditos, diciéndose salvador del mundo. Se elevará con orgullo en los aires para ir hasta el cielo; será ahogado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá, y la tierra, que desde hace tres días estará en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego, él será sumergido para siempre con todos los suyos en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificará la tierra y consumirá todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado.

El santuario de La Salette

santuario La Salette

Está situado en plena montaña, a 1800 mts. de altitud en los Alpes franceses. De la atención del Santuario y su hospedería es responsable la Asociación de Peregrinos de La Salette por encargo de la diócesis de Grenoble. Los Misioneros y las Hermanas de Nuestra Señora de La Salette aseguran la animación y el funcionamiento, ayudados por capellanes, sacerdotes religiosos o diocesanos, religiosas, laicos asociados y por empleados asalariados y voluntarios. Con las Eucaristías, el rezo meditado del rosario, las vigilias y las procesiones, se articulan diversas propuestas: lecturas del evangelio, encuentros sobre un tema determinado, reuniones informales, encuentros con un capellán, sin olvidar la dimensión misionera y el servicio de las vocaciones

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martes, 24 de septiembre de 2024

Nuestra Señora de la Merced y la conquista de nuestras almas para Nuestro Señor Jesucristo


 


         La advocación de Nuestra Señora de la Merced surge como consecuencia de una celestial aparición de la Madre de Dios, en forma simultánea, en el siglo XIII, al rey Jaime I de Aragón, a San Pedro Nolasco y a San Raymundo de Peñafort. La Virgen encomendó específicamente a San Pedro Nolasco la fundación de la Orden de los Mercedarios, cuya tarea principal sería la de rescatar a los cristianos cautivos por los musulmanes, como consecuencia de las invasiones musulmanas a Tierra Santa.

         Con la Conquista y Evangelización de España, la devoción a Nuestra Señora de la Merced llegó por medio de la Orden de los Mercedarios, quienes así contribuyeron a la sobrenatural evangelización del Virreynato del Río de la Plata, hecho por el cual debemos agradecer eternamente a España, ya que España nos trajo la Verdadera Religión, la Religión de Nuestro Señor Jesucristo, la Religión Católica. Por esto es que nuestra Patria es hispana y católica incluso antes desde su nacimiento.

         Más tarde, al producirse la Independencia, nuestro Prócer General Belgrano, que era abogado además de general y que había jurado defender el Dogma de la Inmaculada Concepción, porque era un ferviente devoto de la Virgen, no solo le concedió a nuestra Enseña Nacional los colores del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción -por eso nuestra Bandera Nacional lleva los colores de la Virgen y por eso, besar el Manto de la Virgen es como besar la Bandera y besar la Bandera es como besar el Manto de la Virgen-, sino que además le encomendó, en la Batalla del Campo de las Carreras, el triunfo sobre las tropas realistas, prometiéndole que si el ejército patriota, el Ejército del Norte, triunfaba, él la nombraría “Generala del Ejército Argentino”. Esto fue lo que sucedió y el General Belgrano, agradecido por la intercesión de la Virgen -hubo un hecho milagroso, como la invasión de langostas en plena batalla, lo cual limitó mucho el número de bajas en ambos bandos-, le concedió, en una Misa solemne, el Bastón de Mando del Ejército y la nombró “Generala del Ejército Argentino” -motivo por el cual nuestro glorioso Ejército ha de triunfar siempre sobre las ideologías subversivas y marxistas que tienen al ateísmo como bandera, puesto que la Virgen es la que aplasta la cabeza de la Serpiente-.

         Finalmente, ¿cuál es la relación espiritual entre nosotros y la Virgen de la Merced? Para saberlo, tenemos que tener en cuenta que nuestra vida es una lucha “contra las potestades y dominaciones de los aires”, es decir, contra los ángeles caídos, contra los demonios, que buscan llevarse como triunfo nuestras almas al infierno y el campo de batalla es nuestro corazón. Como los próceres están para ser imitados, nosotros debemos imitar al General Belgrano, pero no tenemos un bastón de mando de un ejército para ofrecerle, ni una lucha material, pero sí tenemos una lucha espiritual contra el pecado y contra los ángeles caídos y sí tenemos el bastón de mando de nuestras almas y corazones: entonces, imitando al General Belgrano, le ofrendemos a la Virgen de la Merced el bastón de mando de nuestra vida y de nuestra alma, para que Ella, la Generala celestial, nos otorgue el triunfo sobre nuestros enemigos, espirituales y corporales y que sea Ella la que, Victoriosa y radiante con su Manto celeste y blanco, plante con firmeza el Estandarte ensangrentado de la Santa Cruz de Jesús en nuestros corazones, para que sea Él, Nuestro Señor Jesucristo, quien gane para Dios y para el Reino de los cielos la batalla de nuestras almas.

jueves, 19 de septiembre de 2024

Los fines externos de la Legión de María

 


   

         Podemos decir que los fines externos son cuatro:

         1-Fin próximo: la obra actual

         2-Fin remoto: ser levadura en la sociedad

         3-Insuflar principios cristianos en la nación o patria

         4-Actuar llevando el Estandarte de María en las empresas de Dios

 

         1-Fin próximo: la obra actual

El principal objetivo de la Legión no está en el exterior, sino en obrar interiormente, dentro de sus miembros y ese obrar es la santificación, por medio de la gracia que comunican los sacramentos. Para ello el miembro debe acudir a las juntas semanales y realizar los actos de devoción y piedad establecidos. Pero por medio de las obras de apostolado, perfecciona y ejercita el espíritu apostólico, absolutamente necesario, por aquello de que “son necesarias las obras que demuestren la fe”, porque una fe sin obras, es una fe muerta.

         Por eso la Legión impone como obligación esencial un trabajo semanal activo determinado, señalado por el praesidium, que debe realizarse como acto de obediencia al mismo.

         2-Fin remoto: ser levadura en la sociedad

         Por medio de este fin, la Legión traspasa las horas semanales que invierte el legionario en su labor e irradia su fuego espiritual apostólico encendido en su hogar. Por ejemplo, esto sucede cuando en un lugar determinado -una empresa, una escuela, un supermercado, etc.-, en donde predominan la irreligión y las sectas y todo lo contrario a la Verdadera Religión, Dios coloca a un ferviente legionario, que con su labor apostólica, con su oración, su sacrificio, sus ayunos, su mortificación, su consagración a la Virgen, logra que los corazones paulatinamente se conviertan al Verdadero Dios Jesucristo. Dice San Juan Pablo II: “Los seglares están llamados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo, están llamados a expresar el Evangelio con sus vidas y a insertar el Evangelio en la realidad del mundo, para que este se transforme por el poder redentor de Cristo”.

         3-Insuflar principios cristianos en la nación o patria

         La Legión busca primero el Reino de Dios y su justicia, es decir, los trabajos encaminados a salvar las almas y en este trabajo le vienen por añadidura bienes que no buscaba, como el factor social, es decir, implicarse en actividades sociales. Por eso la Legión es un tesoro nacional para cada país donde se halle y redunda en beneficio espiritual para todos sus ciudadanos. Dice el Manual que supongamos una sociedad en la que todos sus integrantes estuvieran imbuidos de los principios de la Legión, de sacrificio por el Bien Común, por la gloria de Dios, la salvación de las almas, en esa nación, se hallaría un bien enorme y la vida se viviría en un nivel superior, no tanto material, sino ante todo espiritual, que es mucho más importante que el espiritual. Si una nación fuera toda católica, dice el Manual, esa nación sería faro y luz del mundo para todas las otras naciones de la tierra. Eso es la Legión para la sociedad, faro y luz de Cristo para la sociedad.

         4-Actuar llevando el Estandarte de María en las empresas de Dios

         Dice el Manual que en nuestros días reinan el paganismo, la irreligión y el ateísmo y nosotros podemos agregarle el ocultismo, el satanismo, la brujería y la hechicería y toda clase de sectas malvadas, que se extienden por toda la sociedad, desde las esferas más altas del poder, hasta los sectores más bajos; desde los ancianos, hasta los niños recién nacidos, a quienes los consagran a San La Muerte.

         Comparados con esta cantidad innumerable de enemigos, la Legión aparece como muy pequeña y modesta, pero no hay que olvidar que su Celestial Capitana es la Virgen Poderosísima, a través de la cual actúa el Dios Tres veces Santo y Todopoderoso. Las metas de la Legión son llevar a la Santísima Trinidad a todo ser humano y la forma en que lo logrará es como lo decía el Santo Cura de Ars: “El mundo es de aquel que más le ame y mejor le pruebe su amor”.

         La Legión no solo debe proclamar verdades de fe, que sí debe hacerlo, sino que debe probar al mundo, con un amor heroico, que Dios ama a los hombres, sobre todo a los más pecadores, con un amor misericordioso, que ama al pecador, pero no al pecado, por eso es que la Legión debe ayudar a que es hermano se aparte de su pecado, para que reciba la Divina Misericordia. La Legión logrará este cometido, dice el Manual, amando a su Capitana, la Santísima Virgen María y alimentándose del Pan de Vida, la Sagrada Eucaristía, en donde Jesús nos comunica el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico.