Muchos cristianos, en su relación con Dios, se comportan
como judíos, como luteranos o como musulmanes, en el sentido de referirse a
Dios y de creer en Dios, como Uno y no como Trino. Lo que caracteriza a estas
religiones, a diferencia de la católica, es precisamente esto, en que creen en
un Dios Uno, pero no Trino. Sólo la religión católica se dirige y conoce, por
revelación, que Dios es Uno y Trino: uno en naturaleza y Trino en Personas.
La Legión de María, desde un inicio, tuvo esta fe trinitaria
siempre en primer lugar y la profesó con toda claridad. Como afirma el Manual
del legionario, “el primer acto colectivo de la Legión de María fue dirigirse
al Espíritu Santo mediante su invocación y oración y luego, con el Rosario, a
María y a su Hijo”[1].
Es decir, al dirigirse al Espíritu Santo, estaba reconociendo la legión,
implícitamente, que la Trinidad era su Dios, al rezarle a la Tercera Persona de
la Trinidad, el Espíritu Santo. Luego se dirige a la Segunda, a través de la
Virgen, con el Rosario, pero primero se dirige a la Tercera, reconociendo así
la Trinidad de Personas en Dios.
Este hecho quedó plasmado en la confección de vexillum, en
donde el Espíritu Santo tomó un papel preponderante. Valiéndose de un símbolo
profano –el estandarte de la legión romana- la Legión elaboró su propio
estandarte, en el que el águila romana fue reemplazada por la Paloma, símbolo y
representación del Espíritu Santo. A su vez, la imagen de la Virgen pasó a
ocupar el lugar que antes detentaba el emperador romano. De esta manera, el
resultado final fue “representar al Espíritu Santo valiéndose de María como de
medio para transmitir al mundo sus vitales influencias, y tomando Él mismo posesión
de la Legión”. Es decir, la Paloma del Espíritu Santo, sobre la Virgen,
indicaba que el Espíritu Santo se valía de la Legión de María para comunicar al
mundo sus gracias salvíficas, tomando la Virgen y la Legión el papel de
instrumentos en manos del Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad.
Luego, cuando se pintó el cuadro de la téssera, también quedó
reflejada, dice el Manual, la misma espiritualidad: “el Espíritu Santo cerniéndose
sobre la Legión y comunicando de su
poder a la Virgen, para que ésta, imbuida del poder divino, aplastara la cabeza
de la serpiente, haciendo además avanzar sus batallones sobre las fuerzas del
mal y encaminándose a la victoria final ya profetizada”[2].
La presencia del Espíritu Santo explica a su vez que el
color de la aureola de la Virgen fuera rojo y no azul, como cabría suponerse,
pues el rojo simboliza el fuego y en este caso, es el Fuego del Espíritu Santo.
Así se llegó a la conclusión de que el rojo debía ser el color de la Legión. La
Virgen misma, por el hecho de estar inhabitada por el Espíritu Santo, al ser la
Inmaculada Concepción y la Llena de gracia, lleva también el color rojo, siendo
representada como Columna de Fuego que arde en el Fuego del Espíritu Santo.
Como vemos, desde sus inicios, y representada en sus imágenes, la fe de la Legión
es eminentemente Trinitaria. El legionario que se dirige a Dios como Uno y no
como Trino debe reconsiderar su espiritualidad, pues esta no es la
espiritualidad, ni de la Legión, ni de la religión católica.