La advocación
de Nuestra Señora de la Merced surge como consecuencia de una celestial aparición
de la Madre de Dios, en forma simultánea, en el siglo XIII, al rey Jaime I de
Aragón, a San Pedro Nolasco y a San Raymundo de Peñafort. La Virgen encomendó específicamente
a San Pedro Nolasco la fundación de la Orden de los Mercedarios, cuya tarea
principal sería la de rescatar a los cristianos cautivos por los musulmanes,
como consecuencia de las invasiones musulmanas a Tierra Santa.
Con la Conquista
y Evangelización de España, la devoción a Nuestra Señora de la Merced llegó por
medio de la Orden de los Mercedarios, quienes así contribuyeron a la
sobrenatural evangelización del Virreynato del Río de la Plata, hecho por el
cual debemos agradecer eternamente a España, ya que España nos trajo la
Verdadera Religión, la Religión de Nuestro Señor Jesucristo, la Religión
Católica. Por esto es que nuestra Patria es hispana y católica incluso antes desde
su nacimiento.
Más tarde,
al producirse la Independencia, nuestro Prócer General Belgrano, que era
abogado además de general y que había jurado defender el Dogma de la Inmaculada
Concepción, porque era un ferviente devoto de la Virgen, no solo le concedió a
nuestra Enseña Nacional los colores del Manto celeste y blanco de la Inmaculada
Concepción -por eso nuestra Bandera Nacional lleva los colores de la Virgen y
por eso, besar el Manto de la Virgen es como besar la Bandera y besar la
Bandera es como besar el Manto de la Virgen-, sino que además le encomendó, en
la Batalla del Campo de las Carreras, el triunfo sobre las tropas realistas,
prometiéndole que si el ejército patriota, el Ejército del Norte, triunfaba, él
la nombraría “Generala del Ejército Argentino”. Esto fue lo que sucedió y el
General Belgrano, agradecido por la intercesión de la Virgen -hubo un hecho
milagroso, como la invasión de langostas en plena batalla, lo cual limitó mucho
el número de bajas en ambos bandos-, le concedió, en una Misa solemne, el
Bastón de Mando del Ejército y la nombró “Generala del Ejército Argentino”
-motivo por el cual nuestro glorioso Ejército ha de triunfar siempre sobre las
ideologías subversivas y marxistas que tienen al ateísmo como bandera, puesto
que la Virgen es la que aplasta la cabeza de la Serpiente-.
Finalmente,
¿cuál es la relación espiritual entre nosotros y la Virgen de la Merced? Para saberlo,
tenemos que tener en cuenta que nuestra vida es una lucha “contra las
potestades y dominaciones de los aires”, es decir, contra los ángeles caídos,
contra los demonios, que buscan llevarse como triunfo nuestras almas al
infierno y el campo de batalla es nuestro corazón. Como los próceres están para
ser imitados, nosotros debemos imitar al General Belgrano, pero no tenemos un
bastón de mando de un ejército para ofrecerle, ni una lucha material, pero sí
tenemos una lucha espiritual contra el pecado y contra los ángeles caídos y sí
tenemos el bastón de mando de nuestras almas y corazones: entonces, imitando al
General Belgrano, le ofrendemos a la Virgen de la Merced el bastón de mando de
nuestra vida y de nuestra alma, para que Ella, la Generala celestial, nos
otorgue el triunfo sobre nuestros enemigos, espirituales y corporales y que sea
Ella la que, Victoriosa y radiante con su Manto celeste y blanco, plante con
firmeza el Estandarte ensangrentado de la Santa Cruz de Jesús en nuestros
corazones, para que sea Él, Nuestro Señor Jesucristo, quien gane para Dios y
para el Reino de los cielos la batalla de nuestras almas.