viernes, 15 de diciembre de 2023

Retiro Mariano con la Legión de María 161223 2

 



         Segunda Meditación.

         1-¿Es compatible la adoración a la Pachamama con la fe católica?

         2-¿Qué dice el Manual sobre la Verdadera Devoción a María Santísima?

         1-En el marco del Sínodo de la Amazonía, llevado a cabo en octubre de 2019, se dieron actos que fueron considerados por fieles católicos como idolátricos y como un atentado contra el Primer Mandamiento.

Empecemos con un relato de lo acontecido, de acuerdo a la descripción de Monseñor Athanasius Schneider, de Kazajistán[1][1]:

El 4 de octubre de 2019, en vísperas del Sínodo de la Amazonía, se celebró una ceremonia religiosa en los Jardines del Vaticano, que fue dirigida en parte por chamanes y en la que objetos simbólicos fueron usados; a saber, una escultura de madera de una mujer embarazada sin ropa. Estas representaciones son conocidas y pertenecen a los rituales indígenas de las tribus amazónicas, y específicamente al culto de la llamada Madre Tierra, la Pachamama. En los días siguientes, las figuras femeninas desnudas de madera también fueron veneradas en la Basílica de San Pedro frente a la Tumba de San Pedro. Los católicos no pueden aceptar ningún culto pagano, ni ningún sincretismo entre las creencias y prácticas paganas y las de la Iglesia Católica. Los actos de adoración de encender una luz, inclinarse, postrarse o inclinarse profundamente en el suelo y bailar ante una estatua femenina desnuda, que no representa a Nuestra Señora ni a una santa canonizada de la Iglesia, viola el primer Mandamiento de Dios: “Tú no tendrás dioses ajenos delante de mí” y la prohibición explícita de Dios, que ordena: “Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo” (Dt 4,19), y: “No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras grabadas para postraros ante ellas, porque yo soy Yahveh vuestro Dios” (Lev 26,1).

También el Cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hizo afirmaciones claras al respecto[2]:

La liturgia del 4 de octubre en los Jardines Vaticanos, habría incluido “una cierta veneración; más aún, adoración de ídolos”; una violación del primer mandamiento, porque Jesucristo, presente en los sacramentos, “es el único Redentor”. Si bien los católicos tenemos imágenes de santos, no las adoramos; sino que sólo “veneramos” la imagen en representación de esta persona santa. La “adoración” no le correspondería, de manera alguna, a personas ni a la Creación -así lo explicó Müller, y se remitió a la teología de San Pablo.

“Traer a los ídolos a la Iglesia fue un pecado grave, un crimen contra la Ley Divina” -afirmó el Cardenal. 

Lo decisivo es discernir lo que realmente significó este acto: ¿Es que fue un intento de inculturación del evangelio o fue un acto idolátrico y, por tanto, una falsificación del evangelio?

A este respecto, escuchemos lo que dijo un obispo auxiliar de Suiza, Monseñor Marian Eleganti. En una publicación de Facebook, el obispo recuerda que la controvertida figura de la Pachamama no es la Virgen María, quien es la Madre de la Iglesia.

“El hecho de que en los Jardines vaticanos se hayan postrado ante ella y en todo lado esté sobresaliendo y siendo llevada en procesión, cuando más valdría que la imagen de la Virgen de Guadalupe fuese venerada y mostrada (siendo un retrato inequívoco y, al mismo tiempo, inculturado de la Virgen María, con rasgos y símbolos indígenas, dado por el cielo mismo) es incomprensible. Para cualquier observador, no se entiende que la veneración pública de la Pachamama en el Sínodo del Amazonas no sea una idolatría. Y aun si no fuese así, seguiría estando el escándalo de que parece serlo y de que la Roca de Pedro no se preocupe de ello, y que, antes bien, proteja los rituales bien documentados y ajenos al cristianismo en los Jardines del Vaticano y más allá, mientras que se lamenta de reacciones que son comprensibles.”[3]

El obispo emérito de Marajó en el territorio amazónico, Monseñor José Luis Azcona, habló aún más claramente y condenó los rituales paganos como sacrilegios demoníacos, que provocan escándalo. Él confirmó que la “Pachamama” es una divinidad pagana. Y precisó[4]:

“Estas celebraciones dependen de los espíritus que se evocan y es evidente que esto es brujería, de la cual nos advierte la carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo 5, versículo 29, cuando denuncia el pecado de la idolatría que es incompatible con el Evangelio y con la misión.”

Cuando se da un acto de tal gravedad contra la veneración que Dios merece, es necesario reparar. En ese sentido se han llevado a cabo diversas iniciativas, que abarcaron penitencia de los fieles y exorcismos realizado por sacerdotes.

Monseñor Schneider llega a la conclusión acertada:

“En vista de los requisitos de la adoración auténtica del Único Dios Verdadero, la Santísima Trinidad y Cristo Nuestro Salvador, en virtud de mi ordenación como obispo católico y sucesor de los Apóstoles, y con verdadera fidelidad y amor al Romano Pontífice, el Sucesor de Pedro, y a su tarea de presidir la Cátedra de la verdad (cathedra veritatis), condeno la veneración del símbolo pagano de Pachamama en los Jardines del Vaticano, en la basílica de San Pedro, y en la iglesia romana de Santa María en Traspontina.”

         2-¿Es compatible la Verdadera Devoción a María, según San Luis María Grignon María de Montfort, con la fe católica? ¿Puede resumir en breves párrafos, en qué consiste esta devoción, tal como la presenta el Manual del Legionario en Capítulo 6, 5?

 

 

Retiro Mariano con la Legión de María 161223 1

 



         Primera Meditación.

         La importancia de María Santísima en la Historia de la Redención

         En la corriente anti-católica denominada “modernismo”, caracterizada por la negación de los misterios sobrenaturales de la religión católica, como, por ejemplo, la Santísima Trinidad, la divinidad de Jesús, la Resurrección de Nuestro Señor, los milagros; los dogmas de la Iglesia, la transubstanciación, la virginidad de María, su Asunción n cuerpo y alma, el Credo que confesamos los católicos, los Sacramentos; la existencia del Demonio, la existencia del Cielo, la existencia del Infierno. Para los modernistas, toda la Fe Católica no es más que un conjunto de símbolos y metáforas, nada es real y por eso interpretan las Sagradas Escrituras y las verdades reveladas por Nuestro Señor Jesucristo desde la perspectiva histórico-crítica, es decir, quitando todo lo sagrado, desacralizando todo, mundanizando todo y reduciendo a mito lo que es sagrado y divino[1]. Dentro de esta mundanización y desacralización, el modernismo ataca fuertemente a la Virgen y Madre de Dios, quitándole precisamente su carácter de Virgen y de Madre de Dios, reduciendo su papel y su importancia en el misterio salvífico, haciéndola pasar como una mujer más de la época. Así, los modernistas cometen las más horribles y espantosas blasfemias y herejías, como la monja blasfema Lucía Caram, dominica, quien, en numerosas oportunidades, en la televisión pública española, afirmó sacrílegamente que la Virgen y San José vivieron como esposos normales y comunes, lo cual contradice y repugna a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio.

         Con relación a la Sagrada Escritura, la Virgen María se encuentra en un lugar preeminente en el misterio salvífico, ya que la podemos encontrar al inicio, en el Génesis, puesto que es la Mujer que aplasta la cabeza de la serpiente; la encontramos a la Virgen en el intermedio de la historia de la salvación, en la Pasión, ya que es la Mujer que está de pie acompañando a su Hijo Jesús que agoniza en la cruz; la encontramos en el desenlace, en el Apocalipsis, ya que es la Mujer revestida de sol que aparece en los cielos como la señal de la victoria del Hombre-Dios Jesucristo.

         Con relación a la Tradición (siglos II-VIII)[2], es decir, a los Padres de la Iglesia, también la Virgen posee un lugar preeminente en la historia de la salvación, muy por encima de los más poderosos ángeles y de los más piadosos santos y solo por debajo del mismo Dios, debido a su condición de divina maternidad, llamada Theotokos por San Cirilo, San Atanasio entre otros; debido a su maternidad espiritual ó Nueva Eva-Hija de Sión (Jesús la proclama Madre de los hombres antes de morir en la cruz), y por último por la relación de esta maternidad con la virginidad y con la Iglesia, tal como se desarrolla en los Padres de la Iglesia como San Ambrosio y San Agustín.

         Con relación al Magisterio, la Congregación para e culto divino y la disciplina de los sacramentos publicó en el 2002 al respecto un directorio importante sobre el contenido, la regulación y el método de interpretación de la devoción popular religiosa en general, y en específico con respecto al culto mariano en la Iglesia, arranca de este punto interpretativo sobre María: “La indicación conciliar de promover la “sagrada celebración de la palabra de Dios” en algunos momentos significativos del Año litúrgico puede encontrar, también, una aplicación válida en las manifestaciones de culto en honor de la Madre del Verbo encarnado. Esto se corresponde perfectamente con la tendencia general de la piedad cristiana, y refleja la convicción de que actuar como ella ante la Palabra de Dios es ya un obsequio excelente a la Virgen (cfr. Lc 2,19.51). Del mismo modo que en las celebraciones litúrgicas, también en los ejercicios de piedad los fieles deben escuchar con fe la Palabra, debe acogerla con amor y conservarla en el corazón; meditarla en su espíritu y proclamarla con sus labios; ponerla en práctica fielmente y conformar con ella toda su vida”[3].

         1-Ubicar en la Sagrada Escritura los pasajes en los que se nombra a la Madre de Dios, al inicio (Génesis), en el intermedio (Calvario) y en el desenlace (Apocalipsis).

         2-Determinar cuáles son los títulos de María Santísima en la Tradición de la Iglesia Católica.

         3-Resuma en pocas palabras qué es lo que dice el documento del Magisterio citado acerca de la Virgen María.



[2] El término tradición se refiere al contenido trasmitido (traditium o traditio obiectiva), al proceso de transmisión y de recepción (el actus tradendi et recipiendi o traditio activa), y a los sujetos de la tradición (tradentes o traditio subiectiva). El proceso cristiano de la tradición empieza con Jesús que proclama e interpreta la ley y los profetas centrándolos en su realidad personal de Hijos de Dios, revelado y encarnado, y en su misión de realizar la voluntad del Padre (cf. Mt 5, 17-48; 15, 1-20; Mc 7, 5-13). María es presentada asociada al misterio de Cristo y de la Iglesia naciente desde la tradición vetero-testamentaria de la realización de la Hija de Sión en su maternidad divina y espiritual (Mater Dei, Mater Nostra). El Catecismo explica de manera sencilla esta relación mutua: “La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas”.

[3] CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIAPRINCIPIOS Y ORIENTACIONES, CIUDAD DEL VATICANO 2002, n. 193.


viernes, 8 de diciembre de 2023

Solemnidad de la Inmaculada Concepción

 



         La Iglesia celebra en este día a la Inmaculada Concepción de María, es decir, el hecho único en la historia de la humanidad, en el que un ser humano, la Virgen, es concebida, por disposición de la Trinidad y en virtud a los méritos de Cristo en la cruz, sin la mancha del pecado original, pero además de esto, “Inhabitada por el Espíritu Santo” y “Llena de gracia”.

         La razón de esta decisión de la Santísima Trinidad, era la de proveer a Dios Hijo una morada en la tierra, la Virgen, que lo amara con el mismo amor -el Espíritu Santo- con el que Dios Padre ama al Hijo desde toda la eternidad, para que así el Hijo, al encarnarse, no extrañara al Amor del Padre, puesto que ese mismo Amor, el Espíritu Santo, es el que lo habría de llevar al seno de la Virgen y es el Amor con el que la Virgen habría de amarlo, desde la Encarnación y por toda la eternidad.

         Una de las consecuencias de ser concebida como Inmaculada Concepción es que María Santísima no fue nunca esclava del pecado o de la concupiscencia y mucho menos esclava de Satanás. Esto es importante considerar, puesto que la mancha del pecado original -pecado que fue la causa de la caída de la especie humana y su expulsión de la Presencia de Dios- lo dejó esclavo de sus propias pasiones y del pecado; pero el pecado original no solo esclavizó al hombre en sus propias pasiones, sino que lo hizo esclavo del Ángel caído, Satanás, el Príncipe de las tinieblas, el Ángel rebelde que fue expulsado del cielo a causa de su pecado de soberbia.

         Así, la Virgen, al ser concebida sin la mancha del pecado original, es decir, como Inmaculada, como “sin mácula”, sin mancha de pecado y además como “Llena de gracia”, “Llena del Espíritu Santo”, no estuvo jamás sometida no ya ni al más pequeño pecado venial, sino ni siquiera a la menor imperfección y no solo no fue nunca esclava de Satanás, como sí lo es el hombre con el pecado original, sino que la Virgen es la Mujer del Génesis que “aplasta la cabeza de la serpiente”, en un sentido real y no figurado, porque la Virgen es hecha partícipe de la Divina Omnipotencia y es por eso que una -aparente- débil creatura humana como la Virgen, domina al Príncipe del Infierno y al Infierno entero.

         Otra consecuencia de ser concebida sin pecado original es que la Virgen se convierte de esta manera en el Portal de la Eternidad, por el que ingresa a nuestro mundo, a nuestra historia, a nuestro tiempo y espacio, la Eternidad en Sí misma, la Luz Eterna e Increada, Cristo Jesús, Nuestro Salvador y Redentor. Y así, a través de la Inmaculada Concepción, llega nuestra salvación, el Hombre-Dios Jesucristo.

         Por último, nuestra Patria ha sido bendecida por la Trinidad al concedernos a la Virgen, a la Inmaculada Concepción, como Patrona, Dueña y Señora de Argentina y para que no nos queden dudas de que esto es así, nos dio el Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción como bandera nacional. Esto quiere decir que nuestra salvación, tanto a nivel personal, como a nivel nacional, no puede venir nunca de ideologías anticristianas y tampoco de la política o de hombres de la política, sujetos ellos mismos también al pecado original y la concupiscencia, sino de Nuestra Señora, la Inmaculada Concepción y de Nuestro Señor Jesucristo. Hagamos entonces el propósito de honrar a nuestra Madre del cielo, coronando la procesión con la decisión de comenzar a vivir imitando a la Virgen: viviendo en gracia, evitando el pecado y siguiendo a Cristo Dios por el Camino de la cruz, Único Camino para llegar al Cielo.