¿Qué significan las tres rosas?
Representan virtudes de la Virgen, que Ella quiere que las
vivamos y las practiquemos nosotros, sus hijos. Veamos cada una de ellas,
brevemente.
La Rosa Blanca: significa la pureza de cuerpo y alma, es
decir, la castidad y la fe pura y limpia, sin contaminaciones con supersticiones. La pureza
del cuerpo, porque la Virgen es la Purísima, por estar inhabitada por el
Espíritu Santo desde el primer instante de su Inmaculada Concepción; el
cristiano debe conservar la pureza de su cuerpo, porque el cuerpo es “templo
del Espíritu Santo”, y profanar el cuerpo, es profanar a la Persona del
Espíritu Santo, dueña de ese cuerpo.
La pureza del alma, porque la Virgen, siendo Ella concebida
sin mancha de pecado original, fue Purísima de cuerpo y alma, porque era la
Llena de gracia. Así, el cristiano debe también conservar su alma siempre pura,
en gracia, a imitación de la Virgen.
La Rosa Roja: significa sacrificio, y la Virgen es ejemplo
de máximo sacrificio por amor a Dios, porque Ella ofreció a su Hijo Jesucristo
al Padre, estando al pie de la cruz, para nuestra salvación. Al pie de la cruz,
la Virgen tenía su Inmaculado Corazón traspasado por una espada de dolor, la
espada de dolor que le había profetizado el anciano Simeón, porque el Hijo de
su amor, Jesús, moría en la cruz. Sin quejarse, la Virgen ofreció a su Hijo al
Padre para nuestra salvación, y así ofreció el sacrificio de su Hijo y el sacrificio
de Ella misma, por eso es Corredentora. A imitación suya, los cristianos
debemos ofrecer sacrificios que, como les dijo el Ángel de Portugal a los
Pastorcitos, se pueden hacer “de todo” lo que nos suceda.
La Rosa Dorada: significa adoración, y aquí también la
Virgen es ejemplo de cómo adorar a Dios, porque Ella adoró a su Hijo Jesús,
Dios Hijo encarnado, desde el instante mismo de la Encarnación, convirtiéndose
así en el Primer Sagrario y Custodia viviente del Cuerpo, la Sangre, el Alma y
la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. A imitación de la Virgen, todos los
cristianos debemos adorar a Jesús Eucaristía, Presente en Persona con su Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad en la Hostia consagrada.