Para
poder valorizar el sentido y el significado de la conmemoración litúrgica de la
Coronación de la Virgen, es conveniente recordar antes el sentido y significado
de la corona. Según la Real Academia
Española[1],
la palabra “corona” significa: “Aro, hecho de flores, de ramas o de metal, que ciñe la cabeza y se usa como adorno, insignia honorífica o símbolo de dignidad o realeza”.
En nuestro caso, se trata de las coronas de los reyes, por lo que el aro está
hecho de metal y no de un metal cualquiera, sino de un metal precioso, como el
oro o la plata. Los reyes son los que reciben en sus cabezas este aro de metal
precioso, la corona, ya que es, como su definición lo dice, “una insignia
honorífica, símbolo de la dignidad o realeza”. En otras palabras, en el sentido
terreno, la corona real sólo podía ser usada por alguien que poseía un honor o
dignidad que era la realeza. Un plebeyo, alguien no perteneciente a la realeza,
no podía usar corona, por ejemplo.
Las
coronas de los reyes, reinas o princesas, eran coronas de oro o plata, como
dijimos, engarzadas con piedras preciosas, como rubíes, esmeraldas y todo tipo
de piedras preciosas; estaban revestidas por dentro con fina seda roja, para
que la corona pudiera calzar bien en la cabeza y también para que el metal no
lastimara el cuero cabelludo de quien usaba la corona. En el momento de ser
coronados, los reyes o las reinas eran aclamados por el pueblo, el cual se
reunía con alegría para festejar la coronación de un nuevo miembro de la
realeza, que en nombre de Dios habría de guiarlos por el bien común, puesto que
se tenía la concepción de que el poder terreno era otorgado por Dios, por eso el
gobernante debía ser bien consciente de que debería rendir cuentas a Dios, en
su Juicio Particular, por cada orden emanada de su gobierno. Es lo que Jesús le
dice a Poncio Pilato: “No tendrías autoridad sobre Mí si no te hubiera sido
concedida de lo alto”.
Este
es el significado de la coronación entre los hombres: reciben la corona
aquellos que pertenecen a la nobleza. Entonces ahora nosotros nos preguntamos: luego
de ser Asunta a los cielos, la Virgen recibió una corona de luz y de gloria
divina por manos de su propio Hijo Jesús, y de aquí la pregunta: ¿por qué la
Virgen recibe una corona? Hay distintas razones.
Por
un lado, tanto la Virgen como San José, provienen de familias de ascendencia
real, por lo que humanamente, se puede decir que la Virgen es Reina. Pero hay
otros motivos de mayor peso para afirmar que la Virgen es Reina y por eso
merece la Corona: la Virgen es Madre del Rey de reyes y Señor de señores,
Cristo Jesús y por eso Ella tiene derecho a recibir la corona real de su Hijo,
porque la Madre del Rey es también Ella misma, Reina. Hay también otros
motivos, de orden espiritual, sobrenatural y místicos, para que la Virgen merezca
llevar la corona que recibió en el Cielo, luego de ser Asunta en cuerpo y alma:
la Virgen mereció la corona de luz y de gloria divina por ser Ella la
Inmaculada Concepción; mereció la corona por ser la Madre de Dios; mereció la
corona por su humildad y por cumplir siempre en todo la voluntad de Dios y no
la suya propia, pero sobre todo, mereció la corona de luz y gloria en los
Cielos, por haber llevado Ella, místicamente, espiritualmente, aunque no físicamente,
la Corona de espinas de su Hijo Jesús. Entonces, porque la Virgen llevó en esta
vida, espiritualmente, místicamente, la corona de espinas de Jesús, mereció
llevar la corona de gloria y de luz divina en el Cielo.
Puesto
que nosotros somos hijos de la Virgen, si queremos ser coronados de gloria en
el Cielo, debemos pedir la gracia de llevar también, espiritualmente, la corona
de espinas de Jesús. Sólo así seremos coronados de gloria, en el Cielo, por
manos de Nuestra Madre del Cielo y por manos de Jesús, Rey de reyes.