miércoles, 22 de marzo de 2023

El Acies, Ejército Mariano en formación de batalla

 


El Acies, que representa a la Legión de María congregada, es una voz del idioma latín que significa “ejército en orden de batalla”. El Acies forma parte de los Actos Públicos o acontecimientos que todo Consejo o Praesidium deben celebrar en forma anual o con cierta periodicidad.

Debemos tomar conciencia que estos Actos Públicos, según el Concilio Vaticano II, no son meras reuniones sociales: la Legión representa a la Virgen María, a la Madre de Dios y en los Actos Públicos refleja el lugar que ocupa la Virgen Santísima en el Cuerpo Místico de Cristo. Entonces, el Acies es un Acto Público de la Legión de María en el que la Legión representa a la Virgen como integrante esencial del Cuerpo Místico de Cristo, que es su Iglesia. En la Iglesia, la Cabeza de la Iglesia es Cristo, el Hombre-Dios, mientras que los que han recibido la gracia santificante forman el Cuerpo Místico de esa Cabeza y de entre todos los miembros del Cuerpo Místico, la Virgen ocupa un lugar central y privilegiado. La reunión del Acies tiene como objetivo, además de representar públicamente a la Virgen como integrante privilegiada del Cuerpo Místico de Jesús, fomentar el espíritu de unión entre los integrantes de la Legión, unión espiritual inducida por el Espíritu del Padre y del Hijo, el Espíritu Santo.

El Acies representa entonces a la Legión de María, congregada como “un ejército en orden de batalla”. Es el acto central y único del año en donde se renueva la “Promesa Legionaria”, promesa que en definitiva es la consagración al Sagrado Corazón de Jesús por intermedio del Inmaculado Corazón de María. En esta reunión se entrega, a la Reina de la Legión, todo el ser, todo lo que somos y todo lo que tenemos, al mismo tiempo que le imploramos a la Virgen la gracia de que nuestros corazones se abran al Espíritu Santo, el Amor de Dios, el Divino Amor, para que nos conceda la fortaleza necesaria para luchar contra el espíritu del mal, contra el espíritu anti-cristiano, encarnado en el Ángel caído y en el hombre pecador.

Aquí es donde cobra sentido la definición de Acies, la de “ejército formado en orden de batalla”: los integrantes de la Legión de María, armados con la coraza de la fe, con el escudo del Santo Rosario y con la espada de la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura y la Sagrada Eucaristía, que es la Palabra de Dios encarnada, se disponen a luchar, bajo las órdenes de la Virgen, contra el Anticristo, contra el Demonio y contra los hombres que combaten a Cristo y a su Iglesia. La lucha de la Legión no es, como dice la Escritura, “contra la carne y la sangre”, es decir, contra otros seres humanos, sino “contra las potestades de los aires”, los ángeles caídos, los demonios, que inducen al hombre caído en el pecado a imitar y seguirlo en su rebelión contra la Santísima Trinidad. La lucha en la que combate la Legión de María es espiritual; el campo de batalla es el corazón de los hombres; las armas son el Santo Rosario y la Eucaristía y el objetivo final del Acies es la conquista de los corazones de nuestros prójimos, para que ellos, una vez convertidos por la gracia, se consagren, como nosotros, a los Sagrados Corazones de Jesús y María.


domingo, 15 de enero de 2023

En la oscura noche del ateísmo, el Corazón Inmaculado de María es el luminoso refugio para sus hijos que viven en la tierra



Si hablamos en términos de luz y oscuridad, haciendo referencia a lo sobrenatural, podemos decir que la luz es la gracia santificante y la oscuridad es el pecado que nos aparta de Dios. Cuanto más cerca estamos, como humanidad, del reinado tiránico del Anticristo, tanta más oscuridad se apodera del alma. En estos tiempos de siniestras tinieblas, en los que las sombras vivientes cubren toda la tierra, existe solo un lugar en el que el alma es iluminada con la luz de la gracia divina y ese lugar es el Corazón Inmaculado de María. Consagrémonos al Inmaculado Corazón de María, ingresemos en este refugio de luz divina y así seremos preservados de la inmensa oscuridad viviente que se abate cada vez más sobre el mundo, preparando la perversa llegada del Anticristo. Así lo dice la Virgen al Padre Gobbi:

5 de enero de 1974 

Primer sábado del mes y del año

Mi Corazón será tu refugio.

“Hoy como una madre quiero conducirte de la mano: quiero 

conducirte siempre a entrar más profundamente en la intimidad 

de mi Corazón Inmaculado. Mi Corazón debe ser para ti como 

un refugio, dentro del cual debes vivir y desde el cual debes con-

templar todos los acontecimientos de este mundo.

Si vivieres cada momento en este refugio, serás siempre cal-

deado por mi amor y el de mi Hijo Jesús.

Cada día que pasa este mundo se hundirá más y más en el 

hielo del egoísmo, de la sensualidad, del odio, de la violencia, de 

la infelicidad.

Antes de la gran tiniebla, caerá sobre el mundo la noche del 

ateísmo que lo envolverá todo.

Sobre todo, entonces, mi Corazón Inmaculado será tu refugio 

y tu claridad. No temas ni el hielo ni la obscuridad, porque tú 

estarás en el corazón de la Madre, y desde allí indicarás el camino 

a un inmenso número de mis pobres hijos extraviados.

Pero mi Corazón Inmaculado es también un refugio que te 

protege de todos estos acontecimientos que se suceden. Estarás 

sereno, no te dejarás turbar, no tendrás miedo. Verás cada cosa 

como de lejos, sin dejarte tocar por ellas en lo más mínimo.

Pero, ¿cómo? — me preguntas. Vivirás en el tiempo, pero es-

tarás conmigo como fuera del tiempo. ¡Mi Corazón Inmaculado, 

oh hijo, es como parte del paraíso en el que quiero encerrar a mis 

hijos predilectos para que sean preservados de las grandes cosas 

que los esperan; para que sean consolados por Mí, preparados 

por Mí, mandados por Mí para el grande y cercano momento de 

mi triunfo!

¡Quédate, pues, siempre en mi refugio!

lunes, 5 de diciembre de 2022

La milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe

 



          La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, impresa milagrosamente en la tilma o poncho de Juan Diego, es un milagro en sí misma, por su impresión sobrenatural, pero a su vez, dentro de sí, dentro de este milagro, contiene otros milagros, es decir, posee milagros dentro del milagro.

          Un milagro es la tilma, un hábito similar al poncho hecho de fibras de cactus; puesto que posee más de quinientos años, la tilma debería haberse deshecho ya hace mucho tiempo, pero en vez de eso, se conserva fresca y totalmente sana, como si hubiera sido hecha en la actualidad y no hace quinientos años. Además, es prácticamente imposible pintar nada en la tilma y mucho más cuanto que en la tilma no se ha hecho ninguna preparación previa para que se pueda pintar algo sobre ella.

          Los colores de la imagen no existen en la tierra; en los años setenta, los científicos determinaron que no había pinceladas de ningún tipo en la imagen, como sí las hay en cualquier imagen producida por el hombre. Además de no haber ninguna pincelada, se determinó que la imagen fue impresa de una sola vez y no realizada por partes, como hacen los pintores humanos con sus obras pictóricas.

          La imagen en sí misma se encuentra, literalmente, flotando, sobre la tilma, en otras palabras, toda la imagen de la Virgen de Guadalupe está en el aire, sin tocar la superficie de la tilma, lo cual es un hecho inexplicable.

          La Virgen están encinta y eso se sabe porque el lazo negro que utiliza en la cintura, era una costumbre entre los habitantes de México: cuando la mujer estaba encinta, utilizaba una tela negra alrededor de la cintura, rematada con un moño, tal como está en la imagen, indicando así que la Virgen lleva en su seno al Niño Dios por nacer, Nuestro Señor Jesucristo.

          La imagen fue analizada por los laboratorios de la Administración Aeroespacial Estadounidense, conocida por su sigla “NASA”, la cual concluyó que la imagen de la Virgen es una “imagen viviente”[1], en el sentido de que reacciona a estímulos externos, como la luz.

          En 1979 el Doctor Callahan descubrió que la tilma mantiene una temperatura constante de 37 grados centígrados, lo mismo que una persona viva.

          El Doctor Carlos Fernández del Castillo, un ginecólogo mexicano, notó por primera vez una flor de cuatro pétalos sobre el vientre de María; la flor, para los aztecas, se llama “Nahuí Olín” y era el símbolo del sol, lo cual concuerda con el contenido del seno de María, quien lleva consigo al Sol de justicia, Jesucristo, la Luz Eterna del Padre. Para los aztecas, además del símbolo del sol, la flor era símbolo de plenitud y así es la Virgen, la Llena de gracia, como también de Jesucristo, quien al ser la Gracia Increada, es la Plenitud de la Vida divina concedida a los hombres.

          El doctor José Tolfman, oftalmólogo peruano, examinó los ojos de la Virgen con un aumento de 2500 veces y estableció que había hasta tres individuos, en ambos ojos, en diferentes proporciones, tal como un ojo humano reflejaría la imagen. En otras palabras, en los ojos de la Virgen se encuentra, como si fuera una fotografía, el instante en el que Juan Diego desplegó su tilma -de la cual cayeron las rosas españolas- delante del obispo Zumárraga. En otras palabras, los ojos de la Virgen reflejan los hechos más significativos del encuentro de Juan Diego con el Obispo Zumárraga.

          La tilma es indestructible, según lo que sucedió en dos oportunidades, en 1785 y en 1921: en 1785, un trabajador que limpiaba el vidrio, derramó accidentalmente un poderoso disolvente, ácido nítrico, sobre la imagen: la misa, junto con la tilma, debería haber sido destruida en el acto por este ácido, pero no le sucedió absolutamente nada; en 1921 un terrorista anticlerical colocó veintiún barras de dinamita en un jarrón con rosas, delante de la imagen; cuando estalló la dinamita, casi todo, desde el altar, hasta el suelo y los ventanales que estaban a cientos de metros de la imagen, volaron en pedazos y se destruyeron; sin embargo, la imagen y el vidrio que la recubría permanecieron intactos, sin sufrir el más mínimo daño.

La Virgen tiene rasgos que no son, ni europeos puros, ni indígenas puros, sino que son rasgos mestizos, lo cual confirma que en la tarea evangelizadora y conquistadora de España, los españoles no solo no cometieron ningún genocidio, sino que se unieron, sin ningún recelo, con los indígenas del continente americano, dando lugar al mestizo o criollo, el ser humano resultante de la unión o mezcla de las razas europeas e indígenas, con lo cual carecen de completo sustento las acusaciones hacia España y la Iglesia, tanto de haber cometido genocidio, como de haber cometido racismo. La imagen mestiza de la Virgen de Guadalupe es la realidad de la América Española: no hay ni europeos puros ni indígenas puros, sino una total, completa y absoluta mezcla de razas, lo cual no solo es humano y cristiano, sino que refleja la verdad sobre la Conquista y Evangelización de España.

 



[1] La Nasa ha llamado viviente a la imagen de la Virgen de Guadalupe: https://www.youtube.com/watch?v=exLlEG1nJuc

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás: "Muchos hijos míos me hacen sufrir por sus pecados"

 


En un mensaje del 02 de febrero de 2005, la Virgen le dice así a la vidente: “Sabes, hija mía, muchos son los hijos que me hacen sufrir por sus malas conductas y sus muchos pecados. Pido a los pecadores: Salid ya de vuestra ceguera y caminad junto a vuestra Madre Celestial; amadme, confiaos a Mí y os haré sentir el calor que hoy la Luz está rodeando al universo todo. El Señor quiere estar en todos los corazones, recibidlo. Las Glorias sean a Él. Predícalo”.

¿Qué nos quiere decir la Virgen?

Por un lado, nos señala una de las características de los tiempos en los que estamos viviendo, que es el abandono generalizado de la Ley de Dios, de sus Mandamientos, por parte de los que deberían ser ejemplo en su cumplimiento, los católicos. Esto es a lo que se refiere la Virgen cuando dice: “Muchos son los hijos míos -los bautizados- que me hacen sufrir por sus malas conductas y sus muchos pecados”. Muchos de los católicos, de los bautizados, no viven según su condición de hijos de Dios; muchos católicos viven como si no fueran hijos de Dios, como si no hubieran recibido el Bautismo, como si no hubieran recibido la Catequesis, porque no viven según los Mandamientos de la Ley de Dios y los Consejos evangélicos de Jesús, que son como una prolongación de los Mandamientos y es esto lo que conduce al mal, al pecado, porque no hay una posición intermedia: o se cumplen los Mandamientos de Dios, o se cumplen los mandamientos del Demonio, el cual también tiene su iglesia, la Iglesia de Satán y también tiene sus mandamientos e incluso su biblia, apócrifa y blasfema, obviamente. Cuando no cumplimos los Mandamientos de Dios, hacemos nuestra propia voluntad, pero hacer nuestra propia voluntad, en vez de obedecer a Dios y a sus representantes, es cumplir al mismo tiempo el mandamiento de la Iglesia de Satán, que es: “Haz lo que quieras”. Y como nuestra voluntad está contaminada por el pecado original, entonces hacemos el mal, porque estamos inclinados a la concupiscencia, como consecuencia del pecado original. Por eso Dios nos hace un favor, para nuestro bien, al darnos sus Mandamientos, porque el cumplimiento de sus Mandamientos nos libera de nuestra propia voluntad torcida y nos libera también de ser prisioneros de los mandamientos de Satanás: “Haz lo que quieras”.

Hagamos el propósito de llevar la Cruz de cada día, en el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo hacia el Calvario, para morir al hombre viejo, el hombre del pecado y así nacer al hombre nuevo, el hombre que vive según la gracia de Dios. Como también dice la Virgen, a Él, a su Hijo Jesucristo, “sean las Glorias”, en el tiempo y en la eternidad. Glorifiquemos a Nuestro Señor Jesucristo viviendo según sus Mandamientos.

jueves, 3 de noviembre de 2022

La soberbia aleja de Jesús, la humildad nos acerca a Él

 



         En la aparición del 1 de enero de 2005, Gladys Motta describe así la aparición de Jesús y el mensaje de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás: “Veo a Jesús, está completamente iluminado. Me dice: “Hija mía, de las almas quiero docilidad y obediencia. Muchos son los soberbios que nada quieren saber de Mí, pero deseo que la humanidad sepa que me apena la soberbia de los injustos y mucho me agrada la humildad de los justos. Ora para que la humanidad se acerque a Mí, porque Yo asistiré benignamente a las almas que estén Conmigo”[1].

         Jesús nos pide, en este mensaje, al igual que en el Evangelio, la virtud de la humildad, ya que esta virtud es la que más nos hace participar de los Sagrados Corazones de Jesús y María: “Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. La insistencia de Jesús en la humildad no es solo por la virtud, sino para que nuestros corazones sean como el suyo y como el de la Virgen y además para que se alejen del corazón ennegrecido y pervertido del Demonio, que está lleno del pecado opuesto a la humildad y es la soberbia. Quien no es humilde, es soberbio; quien es soberbio, no es humilde.

         ¿Cómo saber si un alma es humilde o soberbia? Primero, si desea imitar a los Sagrados Corazones de Jesús y María; luego, si hace el esfuerzo, tanto de vivir en gracia, evitando el pecado, como así también de vivir y practicar los Mandamientos de la Ley de Dios, porque el que pone por encima de su voluntad a los Mandamientos de Dios, pone por encima a la voluntad de Dios, que se expresa en esos Mandamientos, sometiendo su propia voluntad a la voluntad de Dios y es en esto en lo que consiste la humildad. Por ejemplo, si el Mandamiento dice: “No robarás”, pero el alma se dice a sí misma: “No me importan los Mandamientos de Dios, lo mismo voy a robar”, entonces demuestra soberbia, porque pone por encima su propia voluntad, que es robar, y no la voluntad de Dios, que es la de que el alma no robe, que no tome nada de lo que no le pertenece y así sucede con todos y cada uno de los Mandamientos.

         Examinémonos personalmente, cómo vivimos los Mandamientos de la Ley de Dios y hagamos el esfuerzo por cumplirlos; de esa manera, haremos realidad el deseo de Jesús y de la Virgen, de que nuestros corazones por lo menos intenten ser humildes y no soberbios.



[1] Cfr. Mensajes de la Virgen, María del Rosario de San Nicolás, Mensajes desde 1-1-2005 al 31-12-2009, 5.

martes, 4 de octubre de 2022

Apariciones de la Virgen donde pide el rezo del Santo Rosario

 



          La Santísima Virgen María, la Madre de Dios, es Madre de la Iglesia y Madre de todos los bautizados; es Madre de todos los hijos adoptivos de Dios. Hay una tendencia, dentro de la Iglesia Católica, no inspirada por el Espíritu Santo, a rebajar a la Virgen como una “simple muchacha de Nazareth”, como una “mujer de Palestina”; eso es contrario al designio de Nuestro Señor Jesucristo y una grave ofensa contra la Virgen, porque Nuestro Señor la constituyó en Madre de todos los Pueblos cuando, antes de morir, le dijo a Juan, en quien estaba representada toda la humanidad: “Hijo, ahí tienes a tu Madre”. Por esta razón, porque es Madre de la Iglesia y de Todos los Pueblos, la Virgen tiene una importancia que trasciende sobrenaturalmente a la de una simple creatura humana y es por esto que, entre otras cosas, sus advertencias deben ser tenidas en cuenta, porque son advertencias del Cielo mismo y si bien se dirigen en primer lugar a los miembros de la Iglesia Católica, están también dirigidas a toda la humanidad.

          Entre sus advertencias, está el pedido del rezo del Santo Rosario y así lo demuestra en sus múltiples apariciones a lo largo y ancho del mundo y en toda época: la Virgen ha dejado en sus apariciones numerosos mensajes, pero en todos, sin excepción, pide el rezo del Santo Rosario. Por eso, no puede llamarse “devoto de la Virgen” y mucho menos “hijo de la Virgen”, el que no reza el Santo Rosario todos los días, sin importar ni la edad -Santa Teresita de Lisieux lo rezaba desde antes de los tres años de edad-, ni la condición social -lo han rezado desde plebeyos hasta reyes y papas-, ni ninguna otra condición o circunstancia.

          Estas son las apariciones de la Virgen en donde, en persona, pide que los bautizados, los hijos de la Iglesia, los hijos de Dios, recemos el Santo Rosario, para vencer al Demonio y para atraer la paz, el Amor, la Verdad de Dios sobre nuestras vidas y sobre el mundo entero.

          A Santo Domingo de Guzmán, la Virgen se le aparece y le enseña el rezo del Santo Rosario, para derrotar a la herejía albigense y lograr la conversión de los herejes; en nuestros tiempos, las herejías dentro de la Iglesia se han multiplicado casi al infinito, razón de más para rezar el Santo Rosario; al Beato Alan de La Roche, dos siglos después, se le aparece para pedirle que se rece el Santo Rosario para así obtener las gracias del Cielo, sobre todo las necesarias para morir en gracia, evitar la condenación en el Infierno y entrar en el Reino de Dios.

          La Victoria de Lepanto, de la catolicidad sobre el Islam, es atribuida por el Santo Padre a una intervención milagrosa de la Virgen, por medio del Santo Rosario, ya que el ejército musulmán era casi diez veces más grande que el ejército de la Iglesia Católica; la Virgen se le aparece al Beato Beato Bartolo Longo, que hasta entonces era practicante del espiritismo, de la magia negra, del ocultismo y de la brujería: el Beato se convierte al instante y recibe como misión la propagación del rezo del Santo Rosario a través de la devoción de la Virgen conocida como “Nuestra Señora de Pompeya”.

          A Bernardita Soubirous, en Lourdes, además de revelarse como la “Inmaculada Concepción”, la Virgen se aparece con un Rosario en las manos y le enseña a Bernardita a rezarlo, como forma de hacer reparación por las ofensas de los hombres contra Dios y como forma de alcanzar las gracias que se necesitan en esta vida.

          En las apariciones de La Salette, además de pedir el rezo del Rosario, la Virgen llora amargamente delante de los niños, por los cristianos que se condenan por el pecado mortal de no asistir a Misa los domingos y por la insolencia satánica de los hombres de blasfemar continuamente contra el Nombre Tres veces Santo de Dios y contra la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

A los Pastorcitos de Fátima, además de enseñarles a adorar la Presencia real, verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, les pidió insistentemente que se rezara el Rosario, para que los pecadores se conviertan y no caigan en el lago del fuego eterno, el Infierno.

En Akita, Japón, considerada continuación de las apariciones de Fátima, pide con insistencia el rezo del Santo Rosario, para evitar el castigo divino que es causado por los innumerables pecados de los hombres.

En Kibeho, Ruanda, pide que se conviertan a Jesucristo Eucaristía, que recen el Rosario y que dejen de practicar la brujería, porque así atraen la Ira Divina sobre los hombres, profecía que se cumplió porque no se hizo caso de sus advertencias y al poco tiempo se produjo el genocidio en Ruanda, entre los hombres sin Dios, que dejaron más de un millón de muertos.

En El Escorial, España, advierte de la inminencia de un castigo divino a la humanidad, porque no se reza ni se vive según la Ley de Dios, porque no se reza y porque se cometen los más abominables crímenes, cayendo innumerables almas, todos los días, al Infierno, porque no hay apenas quien rece el Rosario pidiendo por la conversión de los pobres pecadores.

En San Nicolás de los Arroyos, Argentina, la Virgen pide que se rece el Rosario, como medio de la preparación espiritual para la Segunda Venida de su Hijo, para la conversión de los pecadores y para evitar o atenuar el Castigo Divino sobre la humanidad.

Por todo esto, nadie se puede decir “devoto de la Virgen” o “hijo de la Virgen”, sino reza el Santo Rosario todos los días.

 

martes, 27 de septiembre de 2022

María y el Cuerpo místico, según el Manual del Legionario

 


         El Manual del Legionario continúa con la doctrina católica del Cuerpo Místico de Cristo, para que profundicemos en la labor de la Legión de María. Según el Manual, los miembros de la Legión ejercen, con sus prójimos, el mismo oficio maternal que la Virgen ejerció con su Hijo, oficiando la Legión como una prolongación de la Virgen. Dice así el Manual: “Los varios oficios que ejerció María alimentando, criando y prodigando amor al cuerpo físico de su divino Hijo, los continúa ejerciendo ahora en favor de todos y cada uno de los miembros de su Cuerpo místico, tanto de los más altos como de los más ínfimos. Eso significa que, al mostrarse solícitos los miembros unos de otros (1 Cor 12, 25), no lo hacen independientemente de María, aunque -por descuido o ignorancia- no sean conscientes de su intervención. No hacen más que unir sus esfuerzos con los de Ella”[1].

         En otras palabras, el Manual dice que toda obra de misericordia, corporal y espiritual, que realice un miembro de la Legión, no lo hace separado de la Virgen, sino en unión con Ella; es como decir que la Virgen continúa cuidando el Cuerpo de su Hijo, que son los bautizados, a través de la Legión.

         Dice el Manual que cuando el legionario hace una obra de misericordia en favor de sus hermanos, lo hace como instrumento de la Virgen: “Habría que decir que no son propiamente los legionarios quienes se valen de la ayuda de María, para mejor servir a los demás miembros del Cuerpo místico: es Ella quien se digna servirse de ellos”.

Esto es muy importante tener en cuenta, porque con mucha frecuencia nosotros, los seres humanos, anteponemos nuestro ego, nuestro “yo”, a toda obra buena y cuando hacemos una obra buena, nos atribuimos los méritos y los premios que se derivan de esa obra buena, pero esto no es así y mucho menos en la Legión, porque el mérito de toda obra de misericordia le corresponde a la Virgen, ya que como legionarios, actuamos como servidores de la Virgen, de manera tal que la obra buena que seamos capaces de hacer, la hacemos en nombre de la Virgen y bajo la guía de la Virgen y en consecuencia el mérito le corresponde sólo a la Virgen.

Estas consideraciones nos ayudan a evitar, dice el Manual, toda “idea mezquina” y también podríamos decir egoísta, que pueda surgir en nosotros cuando hacemos una obra de misericordia: no somos nosotros quienes obramos, sino la Virgen en nosotros y a través de nosotros, para gloria de su Hijo Jesucristo.



[1] Cfr. Manual del Legionario, IX, 2.