Una de las características de la Inmaculada Concepción en
sus apariciones a Santa Bernardita es el hecho de que, en todo momento, tuvo un
Rosario entre sus manos. De hecho, acompañó a Bernardita a rezarlo, pues la
santa veía cómo los labios de la Virgen se movían al recitarlo. La Virgen,
entonces, dio un claro mensaje a Santa Bernardita: ella debía rezar el Rosario,
como destinataria principal de las apariciones. Sin embargo, la indicación de
rezar el Santo Rosario no se limitó a Santa Bernardita: viendo el alcance de la
aparición, que si bien era una aparición privada, pero destinada a toda la
Iglesia Universal, el mensaje de rezar el Rosario –todos los días- no se limitó,
de ninguna manera, a la devoción y crecimiento espiritual de Santa Bernardita,
sino que se extendió a toda la Santa Iglesia. En efecto, a través de
Bernardita, la Virgen quería, entre otros mensajes dados en la aparición, que
la Iglesia toda rezara el Santo Rosario. Para eso fue que se apareció,
explícitamente, con un Rosario colgando de sus brazos; para eso fue que rezó
con Bernardita el Rosario y para eso fue que le dijo que todos en la Iglesia
debían rezar el Rosario.
El Rosario es la oración “inventada”, por así decirlo, por
el cielo; es decir, no se trata de una creación humana, lo cual ya un indicio
de su importancia. Además, el Rosario es una verdadera arma espiritual, con la
cual el alma no sólo aleja al Demonio de su vida, sino que consigue de la
Virgen, Mediadora de todas las gracias, absolutamente todas las gracias que necesita
en esta vida, para conseguir la vida eterna. En homenaje a las apariciones de
Lourdes y para darle contento a nuestra Madre del Cielo, hagamos el propósito
de rezar el Rosario todos los días de nuestra vida, para así obtener las
gracias necesarias, no solo para superar las pruebas, tribulaciones,
persecuciones y dificultades de esta vida presente, sino ante todo, para
recibir las gracias que nos permitan ganar la vida eterna.
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