viernes, 23 de septiembre de 2016

Novena a Nuestra Señora de la Merced 5


         ¿En qué podemos imitar al General Belgrano? Para saberlo, recordemos qué es lo que hizo el General Belgrano antes de la Batalla de Tucumán del 24 de Septiembre de 1812: puesto que era un ferviente devoto de la Madre de Dios, frente a una situación tan peligrosa y difícil situación, como lo era la batalla que se estaba por librar, el General Belgrano, luego de disponer todo lo humanamente a su alcance, se dirigió al altar de la Virgen de la Merced con una plegaria[1], encomendándole el éxito de la batalla y prometiéndole darle su bastón de mando y nombrarla Generala del Ejército Argentino, si es que el resultado era favorable.
         Es sabido que el resultado fue favorable para las fuerzas patriotas, por lo que, una vez finalizada la batalla y según cuentas las crónicas de la época, “en el parte que transmitió al Gobierno, Belgrano hizo resaltar que la victoria se obtuvo el día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección se habían puesto las tropas. El parte dice textualmente: “La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos”[2]. Luego de transmitido el parte, el General Belgrano puso en manos de la imagen de la Virgen su bastón de mando, efectuando la entrega “durante una solemne procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla”[3]. Como vemos, la confianza del General Belgrano y su amor a María no quedaron defraudados, porque la Virgen le concedió un brillante triunfo, gracias al cual se decidió la suerte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Ahora estamos en condiciones de responder al interrogante inicial, acerca de en qué podíamos imitar a nuestro prócer, y es en su confianza y amor a la Virgen y mucho más, si tenemos en cuenta que nosotros no tenemos que enfrentarnos a una batalla terrena, como el General Belgrano, y tampoco peleamos “contra la carne y la sangre”, es decir, contra nuestros prójimos, y tampoco peleamos con armas de fuego, para lograr la Independencia de nuestra Nación: estamos en medio de una batalla, sí, pero una batalla espiritual, en la que luchamos contra “las potestades malignas de los aires”, los demonios, los ángeles caídos, y luchamos con armas espirituales –la fe, la oración, el Rosario, la Confesión, la Santa Misa-, y lo que está en juego no es una independencia terrena, sino la salvación eterna del alma. Y como tampoco tenemos un ejército terreno para darle su bastón de mando y como sin embargo necesitamos igualmente obtener una victoria brillante que resuene en los cielos por  la eternidad, tenemos que hacer como el General Belgrano: dirigirnos al altar de la Virgen de la Merced y entregarle el Bastón de Mando de nuestra vida, de nuestro ser, de nuestra inteligencia, de nuestra libertad, y así la Virgen nos otorgará la victoria final sobre nuestros enemigos, como al General Belgrano.
A Nuestra Madre, la Virgen de la Merced, le decimos, desde lo más profundo del corazón: 
"Virgen María, Nuestra Señora de la Merced,
te hacemos entrega del Bastón de Mando 
de nuestras vidas, de nuestro ser, 
de todo lo que somos y tenemos,
de nuestros seres queridos,
de nuestros bienes materiales y espirituales,
para que nos concedas la victoria sobre nuestros enemigos, 
para que nos tú nos guíes
a la vida eterna en el Reino de los cielos,
para que nos concedas la victoria sobre nuestros enemigos
y así contemplemos a tu Hijo, Jesús,
el Cordero de Dios, 
por los siglos sin fin. Amén".




[1] Cfr. http://forosdelavirgen.org/288/nuestra-senora-de-la-merced-tucuman-argentina-24-de-septiembre/
[2] Cfr. ibidem.
[3] Cfr. ibidem.

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