¿Qué es lo que representa para nosotros, católicos, la
festividad de María Inmaculada? ¿Una devoción piadosa a la Madre de Dios? ¿Por qué
venimos a celebrar la fiesta de la Inmaculada ? ¿Sólo para cumplir un precepto? ¿Qué
es lo que pensamos acerca de la Inmaculada Concepción ?
Por lo general, los católicos celebramos el privilegio
de la Virgen ,
del haber sido concebida sin pecado original, pero no nos detenemos a
considerar los motivos, el porqué de este privilegio concedido a María.
Pensamos también que el hecho de ser “Inmaculada Concepción” se limita a no
haber tenido pecado ni maldad.
Es también algo infinitamente más grande que el solo
hecho de ser simplemente buena, aún cuando sea la más buena de todas las
creaturas, ángeles y santos comprendidos.
María es concebida sin mancha porque debía ser la Madre de Dios: no podía el
Portal de la eternidad, el Portal que daría paso a la eternidad en Persona,
Dios Hijo, estar contaminado con el pecado original; María debía ser la Puerta luminosa, sin sombra
alguna, que diera entrada al Dios Luz en la historia de los hombres, y por eso
fue concebida sin pecado original, sin la mancha oscura y negra del pecado
original.
Pero además María fue
concebida inmaculada por Dios Padre Creador, para que fuera Tabernáculo de Dios
Hijo y lo custodiara con el Espíritu de Amor, es decir, María Virgen fue obra
de la Trinidad ,
porque era la figura de otra virgen sin mancha, la Iglesia Católica , nacida del
Corazón traspasado del Salvador, nacida del seno eterno del Padre, nacida del
Amor de Dios, nacida de la Trinidad.
Y así como María debía
custodiar, con su pureza virginal, a la Palabra eterna del Padre, y debía darla a luz
revestida de carne humana, y ofrecerla en el altar de la cruz, así la Iglesia inmaculada y santa
estaba destinada a ser la custodia de la Palabra del Padre, revelada en Cristo, y debía
darla a luz revestida de Pan, ofreciéndola en el sacrificio del altar.
El misterio de María
Inmaculada y santa está conectado con el misterio de la Iglesia Inmaculada
y santa, y ambas brotan a su vez de otro misterio, el misterio de Jesús, Hijo
de Dios, hecho hombre para que los hombres se hagan Dios.
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