Aunque popularizada por San Juan Bosco y asociada a su labor
educativa y pedagógica, la devoción a María Auxiliadora de los cristianos se
inicia en el año 345 con San Juan Crisóstomo. Hasta el siglo XIX, momento en
que se universaliza esta devoción a María a través de la obra salesiana, a la
devoción se la asoció siempre con la defensa de baluartes católicos contra
enemigos externos, como por ejemplo, la batalla que la Europa católica libró
contra la invasión de los turcos en 1572, quienes pretendían conquistarla
definitivamente y someterla al Islam. En esta batalla, en la que los cristianos
obtuvieron un resonante triunfo, el Santo Padre Pío V había pedido a toda la
cristiandad que rezaran e incluyeran la advocación “María Auxilio de los
cristianos”. El éxito del ejército católico se atribuyó a la protección de
María. También los católicos ortodoxos ucranianos, en el año 1030, se vieron
libres de la invasión de los bárbaros, al invocar a la Madre de Dios con el
mismo nombre.
Sin embargo, la condición y el título de María como “Auxiliadora
de los cristianos” no se inició en el año 345, ni se limitó a algunas batallas
terrenas, ni finalizó por el hecho de que en el momento no se den este tipo de
batallas. La condición de María como “Auxiliadora de los cristianos” es
inherente a Ella desde su Concepción, desde el momento en que es Madre de Dios
y por lo tanto está asociada a su Hijo en la tarea de la Redención como
Corredentora.
Esta condición de María se encuentra reflejada en dos
lugares en la Sagrada Escritura: en el Génesis y en el Apocalipsis. En el
Génesis, la Virgen es la “Mujer que aplasta la cabeza de la serpiente” por
orden divina, debido a que la serpiente es Enemiga mortal de la estirpe de
María Santísima: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer”. En el Apocalipsis, la
Virgen acude en auxilio de los cristianos al defender a su Hijo recién nacido,
Cabeza de la Iglesia, de los ataques del dragón, el cual pretende ahogar al
Hijo de María en el río de sus aguas inmundas, surgidas de sus entrañas
abominables, sin lograrlo, puesto que a la Virgen le son concedidas dos “alas
de águila” con las que vuela al desierto. Pero también María acude en auxilio
de los cristianos desde el momento en que la Serpiente o Dragón, viéndose “despechado”
por la Mujer, esto es, María, va a “hacer la guerra” a la estirpe de María, sus
hijos adoptivos, los cristianos. Y así como acudió en auxilio de su Hijo, así
acude en auxilio de sus hijos adoptivos, los cristianos, librándolos de las
pestilentes aguas surgidas de las entrañas del ángel caído.
Al igual que al principio de los tiempos, y al igual que en
diversos momentos de la historia, en nuestros tiempos, la Virgen María continúa
siendo “Auxilio de los cristianos”, porque siempre vino en auxilio de sus hijos
acosados por la Antigua Serpiente, pero podemos decir que hoy, más que nunca,
es necesaria la invocación a María, puesto que la Serpiente Antigua se muestra
cada día más osada en sus ataques contra las almas, buscando perderlas en el
infierno, y para ello se vale de la secta más perversa y malvada que jamás la
historia de la humanidad haya conocido, la secta de la Nueva Era, la
Conspiración de Acuario o New Age, secta mediante la cual busca la iniciación
luciferina y la consagración luciferina de toda la humanidad, para instalarse
en el lugar que le corresponde solo a Dios y ser adorado sacrílegamente por los
hombres.
Hoy, más que nunca, nos encontramos ante un gravísimo
peligro, un peligro infinitamente más grande que la invasión de ejércitos terrenos, porque estos están compuestos por hombres, mientras que los
ejércitos que nos acechan hoy son las “siniestras potestades de
los aires”, los ángeles caídos, que a través de la secta de la Nueva Era y la
difusión del gnosticismo, ateísmo, ocultismo, satanismo y terapias alternativas, atrapa a las almas conduciéndolas por el camino
de la eterna perdición.
Hoy, más que nunca, es necesario que imploremos el auxilio
de nuestra Madre del cielo: “María, Auxiliadora de los cristianos, ven en
nuestro auxilio, ven en nuestro socorro, no nos desampares frente al ataque
perverso y maligno del siniestro ángel caído; ven en nuestro auxilio y
desbarata y destruye a esta secta tenebrosa; ven en nuestro auxilio, fortalece
a tus hijos, para que combatan con valor y eficacia, con las armas de la fe,
las siniestras acechanzas del maligno; ven, Auxilio de los cristianos, confórtanos
con tu presencia, danos a tu Hijo Jesús, nuestra única salvación. Amén”.
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