jueves, 1 de febrero de 2018

Nuestra Señora de la Candelaria


      Llamada también “Fiesta de la Purificación de la Virgen”[1], además "Presentación del Señor", la Iglesia conmemora en este día el ingreso de María Santísima, con su Niño Jesús recién nacido en brazos, al templo, para presentarlo al Señor. Al ingresar son el Niño recién nacido en brazos al templo, la Virgen estaba cumpliendo con las prescripciones de la Ley de Moisés, que mandaba, por un lado, que la madre se purificase luego de dar a luz, y por otro, mandaba consagrar a Dios al primogénito. Aunque la Virgen no necesitaba purificación, porque Ella es la Inmaculada, es decir, la Sin Mancha alguna, además de que su Niño nació de su seno virginal de modo purísimo, sin afectar su virginidad, la Virgen acude al templo para cumplir con la ley del Señor. Y aunque el Niño no necesitaba ser consagrado a Dios, porque Él era ese mismo Dios, que habitaba en una naturaleza humana en forma de Niño, la Virgen también acude al templo, para consagrar a su Primogénito a Dios, como lo mandaba la Ley. De esta manera, la Virgen nos da ejemplo de como los cristianos debemos cumplir con los preceptos de la Iglesia y con los Mandamientos de la Ley de Dios.
Ahora bien, la Virgen no llevaba en sus manos ninguna vela, pero la fiesta se llama “Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria”, y “candela”, es “vela”. ¿Por qué se llama así esta fiesta, si la Virgen no llevaba ninguna candela en sus manos? Se llama así porque es verdad que no llevaba ninguna vela, pero sí llevaba, entre sus brazos, algo inmensamente más luminoso que una vela de cera, y era al Niño Jesús, el Hijo de Dios encarnado, que al provenir eternamente del seno del Padre, era “Luz de Luz”, porque la naturaleza de Dios es luminosa. La fiesta se llama “de la Candelaria”, porque la Virgen lleva en sus brazos a Jesús, Luz del mundo, tal como Él lo dice en el Evangelio: “Yo Soy la luz del mundo”.
No solo debemos recordar a la Virgen como Nuestra Señora de la Candelaria en este día, sino todos los días de la vida, porque a través de Ella, llamada "Portal de eternidad", nos viene Jesús, Luz divina que ilumina nuestras tinieblas, las tinieblas del error, del pecado, de la ignorancia, además de vencer para siempre a las tinieblas vivientes, los ángeles caídos, que mientras estamos en este mundo, nos envuelven en sombras de muerte, para luego tratar de arrastrarnos al Lugar de la Eterna Oscuridad, el Infierno. No nos acordemos de la Virgen solo en este día, ni pensemos que se trata de una conmemoración piadosa que la Iglesia hace de una mera costumbre religiosa: todos los días, hasta el día de nuestra muerte terrena, debemos implorar a Nuestra Señora de la Candelaria, para que su Hijo Jesucristo, Luz del mundo, derrote con su luz divina las tinieblas y sombras de muerte en las que vivimos, irradie su luz, que es vida y amor sobre nuestras almas envueltas en tinieblas, y así nos prepare para entrar en el Reino de la luz, del Amor y de la paz, el Reino de Dios.

2 comentarios:

  1. Prazer, reverendo. Paz e bem, da parte de Jesus, Maria e José. Eu ouvi falar numa certa tese sobre o cosacerdócio de Maria com Cristo, segundo a qual Ela colabora com o ministério sacerdotal Dele, tornando-se assim Sacerdotisa junto Dele. Pode me dar mais informações?
    Obrigado, desde o Brasil.

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    1. En la cima del Monte Calvario, la Virgen ofreció al Padre la Víctima Perfectísima y Purísima , el fruto Santísimo de sus entrañas virginales, la Hostia Santa y Pura, el Cuerpo de Jesús, y el Cáliz de la Nueva y Eterna Alianza, la Sangre del Cordero de Dios, por la salvación del mundo y, con el Cordero, se ofreció a sí misma, como víctima en la Víctima. La Virgen no ofreció a su Hijo sino en toda conformidad con los designios del Padre, con amor ardiente a la voluntad de Dios, aun cuando está Divina Voluntad le arrancaba a Aquél que era la Vida de su Alma y el Amor de su Corazón, Cristo Jesús. Sin un solo reproche y en total unión mística con los designios de Dios Uno y Trino, María Santísima ofreció a su Hijo Jesús y con Él, a ella misma, convirtiéndose así en Corredentora de los hombres, incluidos aquellos que persiguen a su Hijo y a su Iglesia, la Iglesia Católica. Si bien no sufrió físicamente, sí sufrió mística y espiritualmente, participando, con los dolores de su Inmaculado Corazón, de los dolores inenarrables de Jesús. Al celebrar la Santa Misa, el sacerdote debe imitar a María Virgen y no sólo ofrecer al Padre la Víctima Perfectísima, Jesucristo, sino ofrecerse él mismo, en Jesús, al Padre. Y lo mismo debe hacer todo sacerdote bautismal, es decir, todo bautizado en la Iglesia Católica, imitando a la Virgen en su anonadamiento e inmolándose a sí mismo en la Víctima Perfectísima, la Hostia Santa y Pura, Cristo Jesús, repitiendo junto a María y Jesús en el Calvario: “Hágase tu voluntad, oh Padre, y no la mía”. En Cristo y María. P. Álvaro.

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