Se puede decir que en la
historia y en la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe no solo hay elementos
sobrenaturales, sino que no hay ni un solo elemento que no indique su origen
sobrenatural. Todo, absolutamente todo, en la historia y en la imagen de la Virgen de Guadalupe,
indican que viene del cielo.
Por ejemplo, con respecto al
nombre, el dado por Ella a Juan
Diego, y el nombre que finalmente quedó por la interpretación que hicieron los
españoles, la Virgen
de Guadalupe es tanto la Mujer
que aplasta la cabeza de la serpiente en el Génesis, como la que aparece en el
firmamento revestida de sol, en el Apocalipsis: durante cuatro días la Virgen se había comunicado
con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhualtl.
Al identificarse, María usó
la palabra “coatlallope”; un sustantivo compuesto formado por “coatl” o sea,
serpiente, la preposición “a” y “llope”, aplastar; es decir, se definió
como “la que aplasta la serpiente”[1]. Esto
corresponde a Génesis 3, 15 se anuncia que la Madre de Dios vencerá al demonio aplastando su
cabeza con el poder de Dios.
Los frailes franciscanos
españoles, al reconstruir el nombre con el vocablo náhualtl “Tlecuauhtlapcupeuh”
que significa: “La que precede de la región de la luz como el Águila de fuego”,
sonó a sus los oídos como el vocablo extremeño “Guadalupe”, relacionando el
prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores
conocían y veneraban en la
Basílica construida por Alfonso XI en 1340. Esta
denominación en nahuatl correspondiendo a Apocalipsis 12, 1: “Apareció en el
cielo una mujer revestida de sol”.
El cerro donde la
Virgen se aparece y pide que se le erija una capilla, el
cerro Tepeyac, era el santuario azteca más grande, en donde se rendía culto
pagano a la divinidad nahuatl de la tierra y la fertilidad, la diosa
llamada Coatlicue,
que en dialecto náhuatl -cóatl-cuéitl- significa: “Señora de la
falda de serpientes”. Como San Pablo dice que “los dioses de los gentiles son
demonios”, es evidente que por esto, y además por el nombre, esta deidad pagana
era un ídolo demoníaco al cual la
Virgen de Guadalupe, que tiene a su Hijo en su vientre
virginal, hace huir, como representación de la gracia de su Hijo Jesucristo,
que ahuyenta al demonio que se posesiona del corazón del hombre en pecado.
Con relación a la evangelización de México –y, por
añadidura, del continente americano-, la Virgen de Guadalupe muestra claros signos de su
procedencia celestial, puesto que a partir de sus apariciones y durante 8 años,
los nativos del lugar se convirtieron a un promedio de 3000 por día (la misma
cantidad de conversiones obtenidas por la predicación de San Pedro en
Pentecostés), lo que da un total de unos 8 millones de nativos convertidos a la
fe católica. Este dato contrasta con el escaso éxito obtenido por los
misioneros a pesar de su duro trabajo, escaso éxito en gran medida debido a los
malos ejemplos de muchos cristianos.
Con respecto a la imagen de la Virgen que se aprecia en la
tilma, desaparece a una distancia de más de 10 cms, permitiendo ver el
entramado de la tilma. Con respecto a la técnica, se ha comprobado que es
desconocida para el hombre y que no hay pinceladas ni trazos previos; según
informes de la NASA ,
el material que origina los colores no se encuentra en el planeta tierra; se ha
hecho pasar un rayo láser en forma lateral sobre la tela, comprobándose que no
se encuentra ni en el anverso ni en el reverso; aún más, se ha comprobado que
la imagen FLOTA sobre la tilma, pues se encuentra suspendida en el aire a tres
décimas de milímetros por encima de la tilma; en otras palabras, los colores,
que no son de este mundo ni fueron pintados por manos humanas, ¡FLOTAN EN EL
AIRE SOBRE LA SUPERFICIE DE
LA TILMA !
Al analizar las estrellas
del manto de la Virgen ,
se puede ver, con asombro, que en el manto se encuentra representado con mucha
fidelidad, el cielo del solsticio de invierno de 1531 que tuvo lugar a las
10:40 del martes 12 de diciembre, hora de la ciudad de México. Están
representadas todas las constelaciones, que se extienden en el cielo visible a
la hora de la salida del sol, y en el momento en que Juan Diego enseña su tilma
(capa azteca) al obispo Zumárraga. En la parte derecha del manto se encuentran
las principales constelaciones del cielo del Norte. En el lado izquierdo
las del Sur, visibles en la madrugada del invierno desde el Tepeyac. El Este se
ubica arriba y el Oeste en la porción inferior.
Como el manto está abierto,
hay otros agrupamientos estelares que no están señalados en la imagen, pero se
encuentran presentes en el cielo. Así la Corona Boreal , se
ubica en la cabeza de la Virgen ,
Virgo en su pecho, a la altura de las manos, Leo en su vientre, justo sobre el
signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el pequeño
rey. Géminis, los gemelos, se encuentran a la altura de las rodillas, y Orión,
donde está el Ángel. En resumen, en el manto de la Guadalupana se pueden
identificar las principales estrellas de las constelaciones de invierno. Todas
ellas en su lugar, con muy pequeñas modificaciones.
Esta joven doncella mexicana
está embarazada de pocos meses, así
lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo
de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del
vientre. A la altura del abdomen de la Virgen , se escuchan latidos a 115 por minuto, la
misma frecuencia de un embrión.
Su pie está apoyado sobre
una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene
con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.
Pero tal vez sean los ojos de la Virgen en donde se
encuentren la mayor cantidad de signos sobrenaturales, que indican que la imagen
viene del Cielo. Sobre ellos se hicieron numerosos estudios científicos los
cuales, incluidos los últimos y más avanzados, son incapaces de dar una
explicación de origen terreno y humano.
Por ejemplo, al acercarles
la luz, los ojos se retraen, y al alejarla, se dilatan, tal como ocurre con los
ojos vivos.
Los primeros análisis
llevaron a descubrir en la pupila de la Virgen , en el iris, el reflejo de la imagen de un
hombre, lo cual inició una posterior investigación que dio resultados
inimaginables.
Estos resultados fueron
posibles gracias a la digitalización de las imágenes, aplicada a la imagen de la Virgen. Con esta técnica, la digitalización, es
posible observar, en la pupila de una fotografía, todo lo que la persona estaba
mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en
digitalización, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe.
Después de ampliarlas miles de veces, logró captar detalles imposibles de ser
captados a simple vista. ¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento
de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego!
Estas imágenes son dos
escenas que se repiten en cada uno de los ojos de la Virgen : un indio, Juan
Diego, en el acto de desplegar su ruana ante un religioso; un franciscano, el obispo
Zumárraga, en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano
sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos
niños y varios religiosos franciscanos más, incluida una familia indígena (para
quien estaba destinado el milagro). O sea, todas las personas que según la
historia de la Virgen
de Guadalupe, escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en
que apareció la sagrada imagen.
Lo que es absolutamente
imposible es que en un espacio tan pequeño, como la córnea de un ojo
situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista
lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces
para poderlas advertir., y tanto más, cuanto que el tamaño de esta imagen es de
una cuarta parte de un millonésimo de milímetro. Y es todavía más imposible, de
toda imposibilidad, que este fenómeno se registre en una pintura, puesto que es
un fenómeno que se verifica sólo en los ojos vivos, de una persona viva.
La ciencia moderna se queda
sin explicaciones ante las maravillas de la imagen de la Virgen de Guadalupe puesto
que sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede decir que
estamos ante un hecho sobrenatural: una tilma que no se corrompe, unos colores
que no fueron pintados ni existen en la tierra, y que además flotan sobre la
tilma, una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento
del milagro.
Pero si nos asombran los
ojos de la Virgen ,
que siendo una imagen ven una escena sucedida hace años, ¡cuánto más nos debe
asombrar la mirada de los ojos de Jesús desde la Eucaristía , en cuyas
pupilas se reflejan nuestras almas!
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