Todos
conocemos cómo fueron los acontecimientos de su aparición en el Monte Tepeyac,
pero no está de más recordarlos.
Cuando
la Virgen se le aparece a Juan Diego, le dice que le diga al obispo, de parte
suya, que quiere que allí, en el Monte Tepeyac, se construya una iglesia en su
honor. Juan Diego acude al obispo, le transmite el mensaje y el obispo contesta
que, si es la Virgen, que obre un milagro y él creerá. Juan Diego regresa al
monte, encuentra una rosas, las recoge en su tilma o poncho y se presenta
nuevamente al obispo. Al desplegar el poncho para dejarle las rosas, todos los
presentes, el obispo, Juan Diego, los sacerdotes, quedan impactados por la
hermosísima imagen de la Virgen que ven con sus propios ojos, impresa en la
tilma.
Antes de
proseguir, recordamos otro hecho particular, protagonizado por Juan Diego y en
el que se el amor misericordioso de la Madre de Dios para con los hombres. La
Virgen le había dicho a Juan Diego que se presentara al día siguiente en el
mismo lugar, en el Monte Tepeyac, pero como Juan Diego tenía a su tío
gravemente enfermo, se dijo a sí mismo: “Pasaré por otro lugar, para no
encontrarme con la Señora y así podré llamar al sacerdote para que le dé la
extremaunción a mi tío”. Sin embargo, la estratagema de Juan Diego no funcionó,
puesto que la Virgen, igualmente, le salió al paso, aunque Juan Diego no iba
por la cima del Monte Tepeyac. Fue allí cuando la Virgen le dijo a Juan Diego
que “no se preocupara”, que él “estaba entre sus brazos”, que su tío habría de
mejorar y ante la pregunta de Juan Diego de quién era Ella, la Virgen le dijo
que era la Madre de Dios, la Madre del Dios Viviente, por quien se vive. Esto nos
demuestra que la Virgen, como Madre nuestra, se preocupa por todos y cada uno
de sus hijos y que, aunque nosotros pensemos que no nos ve, Ella, la Virgen, no
nos pierde de vista y se ocupa de nuestros problemas.
Con relación
a la imagen en sí misma, es un milagro absoluto, en el cual se encuentran
muchos otros milagros, y veremos cuáles son:
-el
rostro de la Virgen es mestizo, es decir, no es ni blanca pura, como son los
españoles, ni tampoco morenos puros, como los indígenas de México: el hecho de
ser mestizo, indica que la Conquista y Evangelización que llevó a cabo la Madre
Patria España no fue, nunca, racista o segregacionista, como sí lo fueron otras
naciones que crearon imperios, como los EE.UU., los ingleses, los belgas, los
holandeses, etc. Es decir, el rostro mestizo o criollo de la Virgen, indica la
fusión de razas establecida desde un inicio por España, fusión o crisol que es
la antítesis del racismo;
-la
imagen no está hecha por manos humanas ni tampoco por ninguna técnica conocida
por el hombre;
-los
colores del manto no existen en la tierra;
-la
imagen está SUSPENDIDA, FLOTANDO, sobre la tilma y no aplicada sobre la misma,
como sucede con cualquier pintura y esto según un análisis rigurosamente
científico de la NASA;
-los
ojos de la Virgen poseen los reflejos de una persona viva, es decir, aumenta el
diámetro del iris cuando la luz disminuye y disminuye el diámetro del iris
cuando la luz aumenta;
-en los
ojos se encuentran, como si fueran micro-fotografías, tanto la escena en la que
Juan Diego despliega su tilma para darle las rosas de Castilla al Obispo, como
así también los principales protagonistas de la escena, como el Obispo, Juan
Diego, sacerdotes y otros personajes;
-las
estrellas del manto, lejos de estar colocadas al azar, están ubicadas tal como
lo estaban en el firmamento en el momento de la aparición de la imagen en la
tilma de Juan Diego;
-con las
estrellas, además, se puede componer una melodía celestial, que invita a la
oración y hace que el alma se eleve a Dios;
-la
imagen tiene una cinta negra alrededor de la cintura, lo cual era la costumbre
de la época, utilizada por las mujeres mexicanas, para indicar que estaba encinta;
en este caso, obviamente, se trata de Nuestro Señor Jesucristo y como en el vientre
alto de la Virgen se avizora un ligero curvamiento, signo de su embarazo por el
Espíritu Santo, podemos decir que la Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo
Jesús, lo cual corresponde a lo que dicen los santos, esto es, que cuando
alguien dice “María”, Ella responde “Jesús”;
-las
rosas son de la región de Castilla, de donde era oriundo el Obispo, lo cual es
en sí un milagro, pero hay otro milagro con las rosas y es que de ninguna
manera habrían podido florecer, ya que en el momento del milagro, era invierno,
lo cual obviamente impide la floración;
-la
tilma o poncho de Juan Diego, está manufacturada según la costumbre de la
época: hecha a mano, consistía en un entretejido de las hojas que envuelven la
mazorca: esto quiere decir que la vida útil de la tilma, a lo sumo, podría haber
sido de cinco o seis años, y por el contrario, hasta el día de hoy, se
encuentra tan fresca y limpia, como si hubiera sido hecha hoy en día;
-la
Virgen se aparece sobre el Monte Tepeyac y pide que se construya allí un templo
dedicado a Ella y esto no es al azar: en ese lugar, los indígenas adoraban a un
demonio que se les aparecía con el rostro de una calavera, con un manto negro y
con la falda o vestido compuesto por serpientes (con toda probabilidad, es el
ídolo demoníaco llamado “San la Muerte”, ídolo que ha recobrado, penosamente,
una gran cantidad de impíos devotos); la Virgen hace esto a propósito, para que
nos demos cuenta que Ella es la Mujer del Génesis, que le aplasta la cabeza a
la Serpiente Antigua, de manera que en ese monte se dejó de adorar a este ídolo
demoníaco, para empezar a venerar a Nuestra Señora de Guadalupe y a adorar a su
Hijo, el Hombre-Dios Jesucristo;
-además,
en ese lugar se hacían sacrificios humanos para entregarlos como ofrenda al demonio
San la Muerte; a partir de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, dichos
horribles sacrificios humanos cesaron por completo, y el único sacrificio que se
ofrece allí es el Santo Sacrificio del Altar, renovación incruenta y
sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz;
-por
último, lo más importante: la Virgen evangeliza y esto se puede comprobar
históricamente porque hasta la llegada de Nuestra Señora de Guadalupe, los españoles
impartían el Catecismo, pero con mucho esfuerzo, logrando valiosos pero escasos
frutos de conversión; desde la llegada de la Virgen de Guadalupe, se constató
un hecho asombroso y fue la conversión de unos ocho millones de mexicanos. La
Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo Jesucristo y su mayor deseo es que convirtamos
nuestros corazones a su Hijo y esto se da mediante la Adoración Eucarística y
la Sagrada Comunión: así como la Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo, así la
Iglesia, de quien la Virgen es Madre y Modelo, nos da a su Hijo Jesucristo en
la Sagrada Eucaristía.
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