miércoles, 17 de diciembre de 2014

“Lo que ha sido engendrado en Ella viene del Espíritu Santo”


El ángel anuncia a San José en sueños

“Lo que ha sido engendrado en Ella viene del Espíritu Santo” (cfr. Mt 1, 18-24). El ángel confirma a José la más alegre noticia que jamás pueda haber escuchado la humanidad: lo que ha sido concebido en María Virgen viene del Espíritu Santo; no proviene de hombre ni es un hombre cualquiera. Proviene de Dios Trino, y es Dios Hijo que, al encarnarse, se convierte en el Hombre-Dios. El ángel confirma la noticia más hermosa que pueda la humanidad escuchar: Dios Hijo se encarna, viene a este mundo desde el seno del Padre al seno de la Virgen Madre, no solo para rescatar a la humanidad que vive en las tinieblas del pecado, sino para divinizar a la humanidad, para inundarla de la luz y de la vida de Dios Trinidad, para convertir a cada alma humana en una imagen suya, en Dios mismo.
Recibiendo al Amor de Dios, el Espíritu Santo, María se convierte en el Primer Cáliz, que aloja en su seno al Verbo de Dios encarnado. María se convierte en el Primer Cáliz, en la Primera Custodia, en el Primer Sagrario, al alojar en su seno virginal el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad del Verbo de Dios hecho hombre. El Hijo de Dios, enviado por el Padre, llevado por el Espíritu Santo, convierte a su Madre en el Primer Cáliz[1]. Y en este Cáliz que es María se aloja el vino de la Nueva Alianza, que es la sangre de  su Hijo Jesús. Y sobre este cáliz, agrega María dos gotas de agua, su humanidad de Madre, que alimenta y da de su vida de Madre virgen al que es la Vida eterna en Persona. Se convierte en el Primer Cáliz, pero se convierte también en la Primera Belén, que significa Casa de pan, en hebreo, porque aloja el cuerpo de su Hijo, quien luego vendrá al mundo como Pan de Vida eterna.
Se convierte también en el Primer Altar, porque en su seno crece el Niño que, naciendo milagrosamente en Belén, abrirá sus brazos para recibir a los pastores y a los Reyes Magos, como anticipo de la cruz, en donde también abrirá sus brazos para que sus manos sean perforadas por los clavos, para que sus brazos queden abiertos en un abrazo eterno para toda la humanidad. “Lo que ha sido engendrado en Ella viene del Espíritu Santo”. Las mismas palabras del ángel, referidas a María, se aplican a la Iglesia, porque es el Espíritu Santo quien engendra en el seno de la Iglesia, el altar, al Hijo de Dios, así como lo engendró en el seno de María.
Engendrado por el Amor del Padre, inhabitado por el Amor del Padre, Jesús nace en Belén para comunicar el Amor del Padre; prolonga su nacimiento en la Iglesia, en el altar, para ingresar en las almas y comunicar el Amor del Padre. Y cuando regrese, al fin de los tiempos, el Niño nacido en Belén y convertido en el Cordero de Dios, buscará en las almas la Presencia del mismo Espíritu que lo trajo, el Amor del Padre.



[1] Cfr. Mi vida en Nazareth, María Mensajera Argentina, Buenos Aires 1988, 4.

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