miércoles, 30 de noviembre de 2022

Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás: "Muchos hijos míos me hacen sufrir por sus pecados"

 


En un mensaje del 02 de febrero de 2005, la Virgen le dice así a la vidente: “Sabes, hija mía, muchos son los hijos que me hacen sufrir por sus malas conductas y sus muchos pecados. Pido a los pecadores: Salid ya de vuestra ceguera y caminad junto a vuestra Madre Celestial; amadme, confiaos a Mí y os haré sentir el calor que hoy la Luz está rodeando al universo todo. El Señor quiere estar en todos los corazones, recibidlo. Las Glorias sean a Él. Predícalo”.

¿Qué nos quiere decir la Virgen?

Por un lado, nos señala una de las características de los tiempos en los que estamos viviendo, que es el abandono generalizado de la Ley de Dios, de sus Mandamientos, por parte de los que deberían ser ejemplo en su cumplimiento, los católicos. Esto es a lo que se refiere la Virgen cuando dice: “Muchos son los hijos míos -los bautizados- que me hacen sufrir por sus malas conductas y sus muchos pecados”. Muchos de los católicos, de los bautizados, no viven según su condición de hijos de Dios; muchos católicos viven como si no fueran hijos de Dios, como si no hubieran recibido el Bautismo, como si no hubieran recibido la Catequesis, porque no viven según los Mandamientos de la Ley de Dios y los Consejos evangélicos de Jesús, que son como una prolongación de los Mandamientos y es esto lo que conduce al mal, al pecado, porque no hay una posición intermedia: o se cumplen los Mandamientos de Dios, o se cumplen los mandamientos del Demonio, el cual también tiene su iglesia, la Iglesia de Satán y también tiene sus mandamientos e incluso su biblia, apócrifa y blasfema, obviamente. Cuando no cumplimos los Mandamientos de Dios, hacemos nuestra propia voluntad, pero hacer nuestra propia voluntad, en vez de obedecer a Dios y a sus representantes, es cumplir al mismo tiempo el mandamiento de la Iglesia de Satán, que es: “Haz lo que quieras”. Y como nuestra voluntad está contaminada por el pecado original, entonces hacemos el mal, porque estamos inclinados a la concupiscencia, como consecuencia del pecado original. Por eso Dios nos hace un favor, para nuestro bien, al darnos sus Mandamientos, porque el cumplimiento de sus Mandamientos nos libera de nuestra propia voluntad torcida y nos libera también de ser prisioneros de los mandamientos de Satanás: “Haz lo que quieras”.

Hagamos el propósito de llevar la Cruz de cada día, en el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo hacia el Calvario, para morir al hombre viejo, el hombre del pecado y así nacer al hombre nuevo, el hombre que vive según la gracia de Dios. Como también dice la Virgen, a Él, a su Hijo Jesucristo, “sean las Glorias”, en el tiempo y en la eternidad. Glorifiquemos a Nuestro Señor Jesucristo viviendo según sus Mandamientos.

jueves, 3 de noviembre de 2022

La soberbia aleja de Jesús, la humildad nos acerca a Él

 



         En la aparición del 1 de enero de 2005, Gladys Motta describe así la aparición de Jesús y el mensaje de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás: “Veo a Jesús, está completamente iluminado. Me dice: “Hija mía, de las almas quiero docilidad y obediencia. Muchos son los soberbios que nada quieren saber de Mí, pero deseo que la humanidad sepa que me apena la soberbia de los injustos y mucho me agrada la humildad de los justos. Ora para que la humanidad se acerque a Mí, porque Yo asistiré benignamente a las almas que estén Conmigo”[1].

         Jesús nos pide, en este mensaje, al igual que en el Evangelio, la virtud de la humildad, ya que esta virtud es la que más nos hace participar de los Sagrados Corazones de Jesús y María: “Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. La insistencia de Jesús en la humildad no es solo por la virtud, sino para que nuestros corazones sean como el suyo y como el de la Virgen y además para que se alejen del corazón ennegrecido y pervertido del Demonio, que está lleno del pecado opuesto a la humildad y es la soberbia. Quien no es humilde, es soberbio; quien es soberbio, no es humilde.

         ¿Cómo saber si un alma es humilde o soberbia? Primero, si desea imitar a los Sagrados Corazones de Jesús y María; luego, si hace el esfuerzo, tanto de vivir en gracia, evitando el pecado, como así también de vivir y practicar los Mandamientos de la Ley de Dios, porque el que pone por encima de su voluntad a los Mandamientos de Dios, pone por encima a la voluntad de Dios, que se expresa en esos Mandamientos, sometiendo su propia voluntad a la voluntad de Dios y es en esto en lo que consiste la humildad. Por ejemplo, si el Mandamiento dice: “No robarás”, pero el alma se dice a sí misma: “No me importan los Mandamientos de Dios, lo mismo voy a robar”, entonces demuestra soberbia, porque pone por encima su propia voluntad, que es robar, y no la voluntad de Dios, que es la de que el alma no robe, que no tome nada de lo que no le pertenece y así sucede con todos y cada uno de los Mandamientos.

         Examinémonos personalmente, cómo vivimos los Mandamientos de la Ley de Dios y hagamos el esfuerzo por cumplirlos; de esa manera, haremos realidad el deseo de Jesús y de la Virgen, de que nuestros corazones por lo menos intenten ser humildes y no soberbios.



[1] Cfr. Mensajes de la Virgen, María del Rosario de San Nicolás, Mensajes desde 1-1-2005 al 31-12-2009, 5.