martes, 17 de octubre de 2023

Nuestra Señora de Guadalupe y el milagro de su aparición y de su imagen

 



         Todos conocemos cómo fueron los acontecimientos de su aparición en el Monte Tepeyac, pero no está de más recordarlos.

         Cuando la Virgen se le aparece a Juan Diego, le dice que le diga al obispo, de parte suya, que quiere que allí, en el Monte Tepeyac, se construya una iglesia en su honor. Juan Diego acude al obispo, le transmite el mensaje y el obispo contesta que, si es la Virgen, que obre un milagro y él creerá. Juan Diego regresa al monte, encuentra una rosas, las recoge en su tilma o poncho y se presenta nuevamente al obispo. Al desplegar el poncho para dejarle las rosas, todos los presentes, el obispo, Juan Diego, los sacerdotes, quedan impactados por la hermosísima imagen de la Virgen que ven con sus propios ojos, impresa en la tilma.

         Antes de proseguir, recordamos otro hecho particular, protagonizado por Juan Diego y en el que se el amor misericordioso de la Madre de Dios para con los hombres. La Virgen le había dicho a Juan Diego que se presentara al día siguiente en el mismo lugar, en el Monte Tepeyac, pero como Juan Diego tenía a su tío gravemente enfermo, se dijo a sí mismo: “Pasaré por otro lugar, para no encontrarme con la Señora y así podré llamar al sacerdote para que le dé la extremaunción a mi tío”. Sin embargo, la estratagema de Juan Diego no funcionó, puesto que la Virgen, igualmente, le salió al paso, aunque Juan Diego no iba por la cima del Monte Tepeyac. Fue allí cuando la Virgen le dijo a Juan Diego que “no se preocupara”, que él “estaba entre sus brazos”, que su tío habría de mejorar y ante la pregunta de Juan Diego de quién era Ella, la Virgen le dijo que era la Madre de Dios, la Madre del Dios Viviente, por quien se vive. Esto nos demuestra que la Virgen, como Madre nuestra, se preocupa por todos y cada uno de sus hijos y que, aunque nosotros pensemos que no nos ve, Ella, la Virgen, no nos pierde de vista y se ocupa de nuestros problemas.

         Con relación a la imagen en sí misma, es un milagro absoluto, en el cual se encuentran muchos otros milagros, y veremos cuáles son:

         -el rostro de la Virgen es mestizo, es decir, no es ni blanca pura, como son los españoles, ni tampoco morenos puros, como los indígenas de México: el hecho de ser mestizo, indica que la Conquista y Evangelización que llevó a cabo la Madre Patria España no fue, nunca, racista o segregacionista, como sí lo fueron otras naciones que crearon imperios, como los EE.UU., los ingleses, los belgas, los holandeses, etc. Es decir, el rostro mestizo o criollo de la Virgen, indica la fusión de razas establecida desde un inicio por España, fusión o crisol que es la antítesis del racismo;

         -la imagen no está hecha por manos humanas ni tampoco por ninguna técnica conocida por el hombre;

         -los colores del manto no existen en la tierra;

         -la imagen está SUSPENDIDA, FLOTANDO, sobre la tilma y no aplicada sobre la misma, como sucede con cualquier pintura y esto según un análisis rigurosamente científico de la NASA;

         -los ojos de la Virgen poseen los reflejos de una persona viva, es decir, aumenta el diámetro del iris cuando la luz disminuye y disminuye el diámetro del iris cuando la luz aumenta;

         -en los ojos se encuentran, como si fueran micro-fotografías, tanto la escena en la que Juan Diego despliega su tilma para darle las rosas de Castilla al Obispo, como así también los principales protagonistas de la escena, como el Obispo, Juan Diego, sacerdotes y otros personajes;

         -las estrellas del manto, lejos de estar colocadas al azar, están ubicadas tal como lo estaban en el firmamento en el momento de la aparición de la imagen en la tilma de Juan Diego;

         -con las estrellas, además, se puede componer una melodía celestial, que invita a la oración y hace que el alma se eleve a Dios;

         -la imagen tiene una cinta negra alrededor de la cintura, lo cual era la costumbre de la época, utilizada por las mujeres mexicanas, para indicar que estaba encinta; en este caso, obviamente, se trata de Nuestro Señor Jesucristo y como en el vientre alto de la Virgen se avizora un ligero curvamiento, signo de su embarazo por el Espíritu Santo, podemos decir que la Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo Jesús, lo cual corresponde a lo que dicen los santos, esto es, que cuando alguien dice “María”, Ella responde “Jesús”;

         -las rosas son de la región de Castilla, de donde era oriundo el Obispo, lo cual es en sí un milagro, pero hay otro milagro con las rosas y es que de ninguna manera habrían podido florecer, ya que en el momento del milagro, era invierno, lo cual obviamente impide la floración;

         -la tilma o poncho de Juan Diego, está manufacturada según la costumbre de la época: hecha a mano, consistía en un entretejido de las hojas que envuelven la mazorca: esto quiere decir que la vida útil de la tilma, a lo sumo, podría haber sido de cinco o seis años, y por el contrario, hasta el día de hoy, se encuentra tan fresca y limpia, como si hubiera sido hecha hoy en día;

         -la Virgen se aparece sobre el Monte Tepeyac y pide que se construya allí un templo dedicado a Ella y esto no es al azar: en ese lugar, los indígenas adoraban a un demonio que se les aparecía con el rostro de una calavera, con un manto negro y con la falda o vestido compuesto por serpientes (con toda probabilidad, es el ídolo demoníaco llamado “San la Muerte”, ídolo que ha recobrado, penosamente, una gran cantidad de impíos devotos); la Virgen hace esto a propósito, para que nos demos cuenta que Ella es la Mujer del Génesis, que le aplasta la cabeza a la Serpiente Antigua, de manera que en ese monte se dejó de adorar a este ídolo demoníaco, para empezar a venerar a Nuestra Señora de Guadalupe y a adorar a su Hijo, el Hombre-Dios Jesucristo;

         -además, en ese lugar se hacían sacrificios humanos para entregarlos como ofrenda al demonio San la Muerte; a partir de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, dichos horribles sacrificios humanos cesaron por completo, y el único sacrificio que se ofrece allí es el Santo Sacrificio del Altar, renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz;

         -por último, lo más importante: la Virgen evangeliza y esto se puede comprobar históricamente porque hasta la llegada de Nuestra Señora de Guadalupe, los españoles impartían el Catecismo, pero con mucho esfuerzo, logrando valiosos pero escasos frutos de conversión; desde la llegada de la Virgen de Guadalupe, se constató un hecho asombroso y fue la conversión de unos ocho millones de mexicanos. La Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo Jesucristo y su mayor deseo es que convirtamos nuestros corazones a su Hijo y esto se da mediante la Adoración Eucarística y la Sagrada Comunión: así como la Virgen de Guadalupe nos trae a su Hijo, así la Iglesia, de quien la Virgen es Madre y Modelo, nos da a su Hijo Jesucristo en la Sagrada Eucaristía.

        

miércoles, 11 de octubre de 2023

Nuestra Señora del Pilar


 


Nuestra Señora del Pilar

Según unos documentos del siglo XIII conservados en la Catedral de Zaragoza, la historia de la Virgen del Pilar se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio[1]. Se dice que, por entonces (40 AD), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España, en donde predominaba la siniestra oscuridad del paganismo, al no haber aún recibido la luz eterna del Evangelio. Según estos documentos, se dice textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”.

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban “Ave, María, gratia plena” y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal -aún no había sido Asunta en cuerpo y alma al cielo-, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que “permanecería este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.

Dicho esto, la Virgen fue llevada nuevamente por los ángeles, quedando allí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de “Santa María del Pilar”, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago -aunque en realidad fue una “traslación”, propiamente hablando, y no una “aparición”-. Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, “donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente”, cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen. La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como “una antigua y piadosa creencia”.

Numerosos milagros de la Virgen del Pilar.

En 1438 se escribió un “Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar”, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: “Creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santísima y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros”. Entre estos grandes milagros, se encuentra por ejemplo el que se conoce como “Gran milagro del Cojo de Calanda” (1640), un hombre a quien le amputaron una pierna: un día, años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.

Podemos decir que hay tres rasgos que caracterizan a la Virgen del Pilar: 1-Como ya dijimos, se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal, por lo que podemos llamarla “traslación” y no propiamente “aparición” ya que se produce cuando la Madre de Dios todavía vivía en Palestina, antes de su gloriosa Asunción. Por esta razón, la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen, canta así: “Con ninguna nación hizo cosa semejante”.

2- Otro rasgo propio de la Virgen del Pilar es que la Columna o Pilar que la misma Señora sirvió como “piedra basal” no tanto desde el punto de vista material, sino ante todo espiritual, para que sobre él se construyera la primera capilla, la cual sería a la postre el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.

3- La estrecha vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española y esta espiritualidad católica es la que llevó a España a realizar la más grande gesta de toda la historia de la humanidad, sin que haya ninguna nación que la iguale y es la Conquista y Evangelización de América, implantando la Santa Cruz de Jesús en América y conduciendo las almas de quienes vivimos en este continente, a Nuestro Señor Jesucristo, por manos de la Virgen.

Simbolismo del pilar. El pilar o columna da la idea de la solidez del edificio-iglesia, a la que se suma la firmeza de la columna-confianza en la protección de María, es decir, es un doble símbolo de fortaleza y solidez, tanto en el plano material, como en el espiritual: el Pilar es una garantía de la firmeza, la pureza y la solidez de la Santa Fe Católica, siendo España el Faro del mundo, que ilumina con la luz de Cristo al mundo en tinieblas; la Santa Fe Católica, traída a nuestro continente por España, no será nunca alterada o contaminada con errores, herejías o paganismo. La columna es también símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, es “manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios”. La columna es también soporte de lo sagrado, pues sobre la columna se encuentra la Madre de Dios, la Virgen María, quien es la Puerta del cielo, la Escala de Jacob, la “Mujer revestida de sol”, esto es, de la gloria de Dios, es el Portal por el cual ingresa la Eternidad Increada, Cristo Jesús, en nuestra historia y en nuestro tiempo, para conducirnos a la feliz eternidad del Reino de los cielos; la Virgen y Madre de Dios es la elegida por la Trinidad para venir a nuestro mundo y a nuestra historia en la Persona Segunda de la Trinidad, el Verbo de Dios, que en la Virgen se hace hombre, sin dejar de ser Dios, continuando su Encarnación en la Sagrada Eucaristía. Así como la columna une el cielo y la tierra, así en la Virgen y Madre de Dios se unen el Rey del cielo, el Verbo de Dios, y la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth.

Las columnas garantizan también la solidez del edificio, sea arquitectónico o espiritual, de manera que quebrantarlas es amenazar el edificio entero, aunque este Pilar jamás será destruido, ni por el hombre, ni por el Ángel caído. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. Así María es también la primera piedra viviente de la Iglesia, el templo o Cuerpo Místico de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de Pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios. En Éxodo 13, 21-22, una columna de fuego acompañaba por la noche al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario y eso es símbolo de la Virgen que, en la noche oscura de la historia y del mundo, guía al Pueblo de Dios hacia la Jerusalén celestial, alimentándolo en su peregrinar por el desierto del mundo con el Verdadero Maná bajado del Cielo, la Sagrada Eucaristía.

Liturgia Eucarística del Pilar. Los textos utilizados son: en la primera lectura, 1 Crónicas 15, donde se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, “esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo”. Durante la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen, “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor”, así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de “permanecer firmes en la fe”. Antífona de entrada: se piensa en la Virgen como “la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto”, y en el salmo responsorial se recuerda “el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado”. En el aleluya: “Afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo”. Domina en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.

Finalmente, un asombroso hecho que no es casualidad, pues todo está guiado por la Trinidad: el día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon -Santa María, La Niña y La Pinta- avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Raza, era ya el día de la Virgen del Pilar. Así la Virgen celebraba, con la liturgia celestial, la más grande empresa realizada por nación alguna en la historia, la Conquista y Evangelización de América por parte de España, fiel y dócil instrumento de los designios de la Trinidad, guiada por la Virgen María, de ahí nuestra eterna gratitud a nuestra amada Madre Patria España.

Finalizamos con una oración a Nuestra Señora del Pilar: “¡Oh, Virgen del Pilar, Reina y Madre! España y todas las naciones hispanas -entre ellas, Argentina- reconocen con gratitud tu protección constante y esperan seguir contando con ella. Obténnos de tu Hijo fortaleza en la Fe, seguridad en la Esperanza y constancia en la Caridad. Queremos que en todos los instantes de nuestra vida sintamos que Tú eres nuestra Madre. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén”.