sábado, 9 de julio de 2016

Nuestra Señora de Itatí


         La imagen y la devoción de Nuestra Señora de Itatí constituyen una evidente manifestación divina, que por medio de la Madre de Dios, bajo la advocación de la “Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí”, acude en auxilio de las almas que no conocen la Luz de Dios, Jesucristo, y viven inmersas en las oscuridades del paganismo. Desde sus inicios, el amor maternal de María Santísima se hizo evidente por medio de numerosos signos y prodigios obrados a través de la imagen -tallada en madera por un indígena del Alto Paraná[1]-, como por ejemplo, cuando después de haber desaparecido la imagen, luego de una incursión de los indios, fue también un grupo de indios el que la encontró “sobre una piedra (Itatí en guaraní significa “punta de piedra”) rodeada de una luz muy brillante y acompañada de una música sobrenatural”[2], quedando cautivados por la hermosura de María, que de esa manera milagrosa se les manifestaba exteriormente, pero sobre todo, la Madre de Dios se daba a conocer interiormente, por la gracia, en el alma y en el corazón de cada uno de los indígenas que habían descubierto su imagen.
Después de ser trasladada a la nueva y definitiva reducción en 1615 –la cual tomó el nombre de “Pueblo de Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí”- que con el tiempo, comenzó a conocerse simplemente como Itatí, fueron constantes tanto los milagros como las transfiguraciones de la sagrada imagen, tal como lo relatan los historiadores: “En la Semana Santa de 1624 tiene lugar la primera transfiguración de la Virgen, que duró varios días. Gamarra relata en un documento de la época: “… se produjo un extraordinario cambio en su rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”. Las transfiguraciones se repitieron a lo largo de los años, y en ocasiones también se oyó esa música sobrenatural de la que habían hablado los indígenas que encontraron la imagen”[3]. Continúa el historiador: “Los milagros y las curaciones son incontables, pero quizás el más increíble y espectacular haya ocurrido en 1748. En ese año hubo un gran malón que buscaba destruir y saquear el poblado, pero cuando los indios llegaron a las puertas de Itatí, se abrió ante ellos una ancha y profunda zanja que les impedía el paso. Ante este hecho se retiraron despavoridos, y los habitantes del lugar acudieron entonces a la capilla agradecer a su Patrona”[4].
Sin embargo, podemos decir que los milagros más resonantes de la Virgen de Itatí no son los visibles, como las transfiguraciones, músicas sobrenaturales y movimientos de tierra, sino las conversiones interiores del corazón, que por la acción de la Madre de Dios, se convertían, desde la oscuridad del paganismo, a la Luz de Dios, Jesucristo, Luz eterna e Increada.
Nuestra Señora de Itatí fue, de esta manera, el alma de la evangelización, pues a través de Ella, Mediadora de todas las gracias, la Iglesia, por medio de los religiosos de diversas órdenes, no solo rescató a los pueblos indígenas del paganismo, de la barbarie, la poligamia y la idolatría, sino que les llevó la Buena Noticia de Jesucristo, el Hombre-Dios, el Redentor.



[1] http://www.reinadelcielo.org/nuestra-senora-de-itati-corrientes-argentina/
[2] J. L. Fontenla, Historia de Nuestra Señora de Itatí; http://www.reinadelcielo.org/nuestra-senora-de-itati-corrientes-argentina/
[3] Cfr. Fontenla, ibidem.
[4] Cfr. ibidem.

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