martes, 24 de septiembre de 2024

Nuestra Señora de la Merced y la conquista de nuestras almas para Nuestro Señor Jesucristo


 


         La advocación de Nuestra Señora de la Merced surge como consecuencia de una celestial aparición de la Madre de Dios, en forma simultánea, en el siglo XIII, al rey Jaime I de Aragón, a San Pedro Nolasco y a San Raymundo de Peñafort. La Virgen encomendó específicamente a San Pedro Nolasco la fundación de la Orden de los Mercedarios, cuya tarea principal sería la de rescatar a los cristianos cautivos por los musulmanes, como consecuencia de las invasiones musulmanas a Tierra Santa.

         Con la Conquista y Evangelización de España, la devoción a Nuestra Señora de la Merced llegó por medio de la Orden de los Mercedarios, quienes así contribuyeron a la sobrenatural evangelización del Virreynato del Río de la Plata, hecho por el cual debemos agradecer eternamente a España, ya que España nos trajo la Verdadera Religión, la Religión de Nuestro Señor Jesucristo, la Religión Católica. Por esto es que nuestra Patria es hispana y católica incluso antes desde su nacimiento.

         Más tarde, al producirse la Independencia, nuestro Prócer General Belgrano, que era abogado además de general y que había jurado defender el Dogma de la Inmaculada Concepción, porque era un ferviente devoto de la Virgen, no solo le concedió a nuestra Enseña Nacional los colores del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción -por eso nuestra Bandera Nacional lleva los colores de la Virgen y por eso, besar el Manto de la Virgen es como besar la Bandera y besar la Bandera es como besar el Manto de la Virgen-, sino que además le encomendó, en la Batalla del Campo de las Carreras, el triunfo sobre las tropas realistas, prometiéndole que si el ejército patriota, el Ejército del Norte, triunfaba, él la nombraría “Generala del Ejército Argentino”. Esto fue lo que sucedió y el General Belgrano, agradecido por la intercesión de la Virgen -hubo un hecho milagroso, como la invasión de langostas en plena batalla, lo cual limitó mucho el número de bajas en ambos bandos-, le concedió, en una Misa solemne, el Bastón de Mando del Ejército y la nombró “Generala del Ejército Argentino” -motivo por el cual nuestro glorioso Ejército ha de triunfar siempre sobre las ideologías subversivas y marxistas que tienen al ateísmo como bandera, puesto que la Virgen es la que aplasta la cabeza de la Serpiente-.

         Finalmente, ¿cuál es la relación espiritual entre nosotros y la Virgen de la Merced? Para saberlo, tenemos que tener en cuenta que nuestra vida es una lucha “contra las potestades y dominaciones de los aires”, es decir, contra los ángeles caídos, contra los demonios, que buscan llevarse como triunfo nuestras almas al infierno y el campo de batalla es nuestro corazón. Como los próceres están para ser imitados, nosotros debemos imitar al General Belgrano, pero no tenemos un bastón de mando de un ejército para ofrecerle, ni una lucha material, pero sí tenemos una lucha espiritual contra el pecado y contra los ángeles caídos y sí tenemos el bastón de mando de nuestras almas y corazones: entonces, imitando al General Belgrano, le ofrendemos a la Virgen de la Merced el bastón de mando de nuestra vida y de nuestra alma, para que Ella, la Generala celestial, nos otorgue el triunfo sobre nuestros enemigos, espirituales y corporales y que sea Ella la que, Victoriosa y radiante con su Manto celeste y blanco, plante con firmeza el Estandarte ensangrentado de la Santa Cruz de Jesús en nuestros corazones, para que sea Él, Nuestro Señor Jesucristo, quien gane para Dios y para el Reino de los cielos la batalla de nuestras almas.

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