martes, 4 de octubre de 2022

Apariciones de la Virgen donde pide el rezo del Santo Rosario

 



          La Santísima Virgen María, la Madre de Dios, es Madre de la Iglesia y Madre de todos los bautizados; es Madre de todos los hijos adoptivos de Dios. Hay una tendencia, dentro de la Iglesia Católica, no inspirada por el Espíritu Santo, a rebajar a la Virgen como una “simple muchacha de Nazareth”, como una “mujer de Palestina”; eso es contrario al designio de Nuestro Señor Jesucristo y una grave ofensa contra la Virgen, porque Nuestro Señor la constituyó en Madre de todos los Pueblos cuando, antes de morir, le dijo a Juan, en quien estaba representada toda la humanidad: “Hijo, ahí tienes a tu Madre”. Por esta razón, porque es Madre de la Iglesia y de Todos los Pueblos, la Virgen tiene una importancia que trasciende sobrenaturalmente a la de una simple creatura humana y es por esto que, entre otras cosas, sus advertencias deben ser tenidas en cuenta, porque son advertencias del Cielo mismo y si bien se dirigen en primer lugar a los miembros de la Iglesia Católica, están también dirigidas a toda la humanidad.

          Entre sus advertencias, está el pedido del rezo del Santo Rosario y así lo demuestra en sus múltiples apariciones a lo largo y ancho del mundo y en toda época: la Virgen ha dejado en sus apariciones numerosos mensajes, pero en todos, sin excepción, pide el rezo del Santo Rosario. Por eso, no puede llamarse “devoto de la Virgen” y mucho menos “hijo de la Virgen”, el que no reza el Santo Rosario todos los días, sin importar ni la edad -Santa Teresita de Lisieux lo rezaba desde antes de los tres años de edad-, ni la condición social -lo han rezado desde plebeyos hasta reyes y papas-, ni ninguna otra condición o circunstancia.

          Estas son las apariciones de la Virgen en donde, en persona, pide que los bautizados, los hijos de la Iglesia, los hijos de Dios, recemos el Santo Rosario, para vencer al Demonio y para atraer la paz, el Amor, la Verdad de Dios sobre nuestras vidas y sobre el mundo entero.

          A Santo Domingo de Guzmán, la Virgen se le aparece y le enseña el rezo del Santo Rosario, para derrotar a la herejía albigense y lograr la conversión de los herejes; en nuestros tiempos, las herejías dentro de la Iglesia se han multiplicado casi al infinito, razón de más para rezar el Santo Rosario; al Beato Alan de La Roche, dos siglos después, se le aparece para pedirle que se rece el Santo Rosario para así obtener las gracias del Cielo, sobre todo las necesarias para morir en gracia, evitar la condenación en el Infierno y entrar en el Reino de Dios.

          La Victoria de Lepanto, de la catolicidad sobre el Islam, es atribuida por el Santo Padre a una intervención milagrosa de la Virgen, por medio del Santo Rosario, ya que el ejército musulmán era casi diez veces más grande que el ejército de la Iglesia Católica; la Virgen se le aparece al Beato Beato Bartolo Longo, que hasta entonces era practicante del espiritismo, de la magia negra, del ocultismo y de la brujería: el Beato se convierte al instante y recibe como misión la propagación del rezo del Santo Rosario a través de la devoción de la Virgen conocida como “Nuestra Señora de Pompeya”.

          A Bernardita Soubirous, en Lourdes, además de revelarse como la “Inmaculada Concepción”, la Virgen se aparece con un Rosario en las manos y le enseña a Bernardita a rezarlo, como forma de hacer reparación por las ofensas de los hombres contra Dios y como forma de alcanzar las gracias que se necesitan en esta vida.

          En las apariciones de La Salette, además de pedir el rezo del Rosario, la Virgen llora amargamente delante de los niños, por los cristianos que se condenan por el pecado mortal de no asistir a Misa los domingos y por la insolencia satánica de los hombres de blasfemar continuamente contra el Nombre Tres veces Santo de Dios y contra la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

A los Pastorcitos de Fátima, además de enseñarles a adorar la Presencia real, verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, les pidió insistentemente que se rezara el Rosario, para que los pecadores se conviertan y no caigan en el lago del fuego eterno, el Infierno.

En Akita, Japón, considerada continuación de las apariciones de Fátima, pide con insistencia el rezo del Santo Rosario, para evitar el castigo divino que es causado por los innumerables pecados de los hombres.

En Kibeho, Ruanda, pide que se conviertan a Jesucristo Eucaristía, que recen el Rosario y que dejen de practicar la brujería, porque así atraen la Ira Divina sobre los hombres, profecía que se cumplió porque no se hizo caso de sus advertencias y al poco tiempo se produjo el genocidio en Ruanda, entre los hombres sin Dios, que dejaron más de un millón de muertos.

En El Escorial, España, advierte de la inminencia de un castigo divino a la humanidad, porque no se reza ni se vive según la Ley de Dios, porque no se reza y porque se cometen los más abominables crímenes, cayendo innumerables almas, todos los días, al Infierno, porque no hay apenas quien rece el Rosario pidiendo por la conversión de los pobres pecadores.

En San Nicolás de los Arroyos, Argentina, la Virgen pide que se rece el Rosario, como medio de la preparación espiritual para la Segunda Venida de su Hijo, para la conversión de los pecadores y para evitar o atenuar el Castigo Divino sobre la humanidad.

Por todo esto, nadie se puede decir “devoto de la Virgen” o “hijo de la Virgen”, sino reza el Santo Rosario todos los días.

 

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