jueves, 12 de octubre de 2017

Memoria de Nuestra Señora del Pilar


Según una venerada tradición, la Virgen se manifestó en Zaragoza (España), acompañada y transportada por ángeles, sobre una columna o pilar, el cual dejó como signo visible de su presencia[1]. Esta tradición alcanzó el más alto grado de aprobación en cuanto a su origen sobrenatural, por parte del Magisterio de la Iglesia, por cuanto el Papa Clemente XII decretó su incorporación tanto en la Santa Misa como en el Oficio para toda España. Luego, el Papa Pío VII elevó la categoría litúrgica de esta tradición y finalmente el Papa Pío XII concedió a todas las naciones sudamericanas –que conforman Hispanoamérica- la posibilidad de celebrar la misma Misa que se celebraba en España. Cabe destacar que la incorporación en el Misal, en lo relativo a las apariciones o manifestaciones marianas, es el máximo reconocimiento –implícito y explícito- que el Magisterio de la Iglesia realiza, para pronunciarse a favor de dichas manifestaciones, con lo que el Magisterio afirma que la Virgen del Pilar no es una mera tradición piadosa, sino una maravillosa realidad celestial, acontecida en el tiempo y en la historia, y con un designio y un objetivo del todo especiales, determinados por el mismo cielo.
En el caso de la Virgen del Pilar, lo que lleva a considerar su origen sobrenatural, además del contenido de la manifestación en sí misma, es lo sucedido el mismo día en el que en España celebraban las alabanzas a la Virgen del Pilar: el día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América llevando la  fe católica a aquellas tierras en alas de “Santa María”, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza[2]. Es decir, mientras en España alababan a la Madre de Dios, en América era descubierto un continente que habría de ser evangelizado, civilizado y entregado a los pies de Jesucristo y quienes llevaban la Santa Fe católica al Nuevo Continente eran los misioneros y conquistadores españoles, llevados por Santa María, pero no la carabela, sino por la misma Madre de Dios, Santa María Virgen, en persona.
Un documento[3] del siglo IX cuenta así esta manifestación de la Virgen –que en realidad no es una aparición, sino una traslación de la Virgen, ya que la Santísima Virgen no había aun sido Asunta en cuerpo y alma a los cielos-:
         “Después de la Pasión y resurrección del salvador y de su ascensión al Cielo, la Virgen María quedó encomendada al apóstol San Juan. De ella recibieron los apóstoles el impulso para salir a anunciar el evangelio en todo el mundo. El apóstol Santiago, hermano de Juan e Hijo de Zebedeo, movido por el Espíritu Santo se dirigió a las provincias de España. Antes de partir besó las manos de la Virgen y pidió su bendición. Ella lo despidió con estas palabras: “Ve, hijo, cumple el mandato del Maestro y por Él te ruego que en aquella ciudad de España en que mayor número de hombres conviertas a la fe, edifiques una Iglesia en mi memoria, como yo te lo mostraré”. Saliendo de Jerusalén, Santiago llegó a España y pasando por Asturias llegó a la ciudad de Oviedo, donde sólo pudo bautizar a un hombre. Luego, entrando por Galicia, predicó en la ciudad de Padrón. De allí volviendo por Castilla se dirigió a Aragón, donde se encuentra Zaragoza, a orillas del Ebro. En esta ciudad, luego de predicar muchos días, bautizó a ocho varones con quienes conversaba durante el día del reino de Dios. Por la noche, solo y descorazonado, se encamina por la ribera del río para descansar y orar en silencio. Durante la oración, una de esas noches oyó voces de ángeles que cantaban: “Ave María llena de gracia...”. Al oírlos se postró de rodillas y vio sobre un pilar de mármol a la Virgen que le decía: “He aquí, Santiago, el lugar donde edificarás un templo en mi memoria. Mira bien este pilar en que estoy, al que mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo alto por mano de los ángeles. Alrededor de él harás el altar de la capilla, en este lugar obrará la virtud del altísimo portentos y maravillas por mi intercesión por aquellos que, en sus necesidades imploren mi patrocinio. Este pilar permanecerá en este sitio hasta el fin del mundo y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos cristianos”. Confortado por esta presencia de María, edificó un templo. Es la primera iglesia del mundo dedicada a la Virgen”.
Las palabras de este escrito que recogen una tradición oral y constituyen el documento más antiguo de esta tradición española.
Existen tres rasgos particulares que caracterizan a la Virgen del Pilar: en primer lugar, como dijimos anteriormente, se trata en realidad de una “traslación” y no de una aparición mariana propiamente dicha, pues cuando sucedió, la Madre de Dios aún no había sido Asunta en cuerpo y alma glorificados al cielo. Es por eso que, en realidad, se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. Esta “Venida” extraordinaria de la Virgen, por mandato de su Hijo Jesús, es el cumplimiento cabal de la Escritura, que  se comporta de esta manera con España, como con ninguna otra nación de la tierra: “Con ninguna nación hizo cosa semejante”, dice la Escritura, y también cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.
El otro hecho que la caracteriza es la Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad. Además, este pilar es de origen celestial, no hecho por manos humanas, tal como lo dicen las mismas palabras atribuidas a la Virgen: “Mira bien este pilar en que estoy, al que mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo alto por mano de los ángeles”.
Un último elemento que caracteriza a esta devoción, y sobre la cual girará durante siglos la espiritualidad de la Madre Patria España y también de “las Provincias Ultramarinas de España” –las naciones hispanoamericanas- es la estrecha e indisoluble unión entre Santiago y el Pilar de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza. Es decir, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española (comprendida España y sus Provincias de Ultramar, Hispanoamérica).
El pilar simboliza firmeza, sostén, y es el significado espiritual último dado por la Virgen misma: el Pilar simboliza la firmeza y la incolumidad de la Fe católica “hasta el fin del mundo”, asegurando así la pervivencia de la Fe hasta el final, pues alrededor de la Virgen del Pilar se multiplicarán los hijos de la Iglesia y de España que a la Virgen acudan en pedido de auxilio celestial.
En estos tiempos, en los que los cimientos mismos de la Iglesia parecen conmoverse, pues se pretende cambiar desde los Mandamientos de Dios hasta los Sacramentos de la Iglesia, desacralizando los sacramentos de la Confesión, el Matrimonio y la Eucaristía y propiciando la ideología de género en el seno mismo de la Iglesia; en estos momentos, en los que la Fe de muchos católicos, se ha debilitado al extremo de parecer un remedo de la Fe Verdadera; en estos tiempos, en los que la Presencia real, verdadera y substancial de Jesús en la Eucaristía es negada; en estos tiempos, en los que la virginidad de María es cuestionada y negada públicamente por miembros de la Iglesia –por ejemplo, la herética monja dominica, Sor Lucía Caram-; en estos tiempos, en los que los niños y jóvenes, apenas recibidos los sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación, en vez de iniciar una nueva vida en Cristo, inician una vida de apóstatas, pues abandonan inmediatamente la Iglesia; en estos tiempos, en los que “el humo de Satanás” ha ingresado en la Iglesia, oscureciéndolo todo y sumiendo todo en la más penosa confusión, son más actuales que nunca las palabras de la Virgen, acerca de que “nunca falten verdaderos cristianos”, que posean una Fe firme, tan firme como el Pilar de María  Santísima[4].








[1] http://www.liturgiadelashoras.com.ar/
[2] El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico , se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.
[4] Algunos Milagros de la Virgen. En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros". El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640) Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Un día años mas tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.

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