viernes, 30 de diciembre de 2011

Solemnidad de Santa María Madre de Dios - Ciclo B - 2012



         ¿Cuál es el motivo por el que la Iglesia coloca la solemnidad de Santa María Madre de Dios al inicio del año civil? ¿Es sólo una casualidad? No, no se trata de una casualidad; no se trata de una coincidencia fortuita.
         El hecho de colocar esta importante celebración de María Santísima al inicio del año civil, cuando comienza un nuevo año, se debe a que la Iglesia quiere que la figura materna de la Virgen esté presente desde los primeros instantes del nuevo tiempo que se inicia, para que extienda su maternal manto protector a todos los segundos, minutos, horas, de los días por venir, y a todos los pensamientos, deseos, actos, realizados en esos días, por parte de sus hijos, los bautizados en la Iglesia. Así como Ella custodió, desde la Encarnación, cada uno de los segundos, minutos, horas, días, de su Hijo, hasta el Nacimiento, y así como tuvo el mismo cuidado desde el Nacimiento hasta la edad adulta, pasando por la infancia y la juventud, así la Virgen, cuya figura se yergue majestuosa al inicio del año, custodia cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día de sus hijos, los hijos que adquirió al pie de la Cruz, en el Calvario.
         La Virgen tiene una relación estrecha con el tiempo, porque Ella es el Portal de la eternidad; Ella es la Puerta celestial por la que entró en nuestro tiempo el Dios eterno, Jesucristo, y así como su Hijo Jesucristo, custodiado por Ella en su infancia y juventud, y acompañado inseparablemente por Ella en su Pasión hasta su muerte en la Cruz, pasó de esta vida a la otra, a la vida eterna, así también María Santísima, colocándose al inicio del año nuevo, custodia y acompaña las vidas de sus hijos que peregrinan por este mundo, ayudándolos a llevar su Cruz, en su caminar hacia la eternidad.
         De esta manera, los bautizados en la Iglesia Católica, custodiados por la Virgen, consagrándose a su Corazón Inmaculado, se ofrecen en todo lo que son, en todo lo que tienen y en todo lo que hacen, consagrando a María Santísima todo el tiempo del año nuevo que se inicia, para que, bajo su cuidado maternal y amoroso, el año nuevo sea un escalón más en el ascenso hacia la Vida eterna en los cielos, en compañía de su Hijo Jesús.
         Como corolario de la celebración de la Solemnidad, entonces, los hijos de María se consagran a Ella pidiéndole que el año que se inicia sea fructífero, sí, pero no tanto en bienes materiales, en salud o en trabajo, que siendo cosas buenas, son necesarias para la vida común, pero que no conducen a la eternidad por sí mismas; el hijo de la Virgen, el bautizado, se consagra a la Virgen en su solemnidad de Madre de Dios, para pedirle a la Virgen que el año que comienza sea fructífero en crecimiento espiritual, y el crecimiento espiritual con fruto es aquel en el que el corazón desea la conversión, por la contrición y la humillación, por el dolor de sus pecados, y por el amor a su Dios, que lo ha creado, lo ha redimido y lo ha santificado.
         Por medio de la consagración a María, Madre de Dios, al inicio del año nuevo, el bautizado se deja llevar, en brazos de su Madre celestial, con la confianza, el amor y la despreocupación de un niño pequeño, para que Ella lo presente a su Hijo Jesús.
         Que el inicio del año nuevo nos lleve, de la mano de María, la Madre de Dios, por quien entró a nuestro mundo la Palabra eterna de Dios, a vivir nuestro tiempo terrenal, nuestros segundos, minutos, horas, días, meses, con la conciencia crística, es decir, con la conciencia, cada vez más firme, de saber que nos dirigimos, segundo a segundo, al encuentro con Cristo en la eternidad.
         Que María, la Madre de Dios, bendiga nuestro tiempo terreno, nuestro paso por la vida, para que lleguemos, en el momento en el que Dios lo disponga, a la feliz eternidad en Cristo. 

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