domingo, 12 de mayo de 2013

El mensaje de Nuestra Señora de Fátima



         Lejos de ser piadosas imaginaciones de niños devotos, como generalmente se las considera, las apariciones de la Virgen en Fátima tienen mensajes importantísimos para la humanidad; tan importantes, que de su cumplimiento dependen la felicidad temporal y eterna de los hombres.
Para dimensionar su importancia, es necesario considerar los pedidos que hace la Virgen en sus apariciones en Fátima. La Virgen María pide, principalmente, lo siguiente: Oración, Penitencia, Conversión y Reparación, además de hacer una severa advertencia a toda la humanidad: advierte que, de no cumplir con estos pedidos, la humanidad enfrentará graves consecuencias temporales –la Segunda Guerra Mundial y los estropicios y calamidades de la Rusia comunista-, pero sobre todo, eternas, al mostrarles el infierno, lugar adonde se dirigen los pecadores empedernidos.
La Virgen pide Oración, y dentro de todas las oraciones, especialmente el rezo del Santo Rosario. Les dice así en la aparición del 13 de octubre de 1917: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo (…) que recen todos los días el Santo Rosario”.
La Virgen en Fátima pide Penitencia, como modo de expiar los pecados y de demostrar arrepentimiento por los pecados del mundo. En la aparición de mayo, “Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes; Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados”. En su relación con Dios, el hombre debe dejar de ver a Dios como si fuera un “empleado de mostrador”, al que solo va a pedirle lo que necesita; Dios quiere entablar una relación de amistad personal, pero como Dios es Bondad y Amor infinitos, el hombre debe desterrar la malicia de su corazón, por medio de la oración y la penitencia, y es esto lo que quiere la Virgen.
También les pide lo mismo el ángel de Portugal, en una de sus apariciones, en donde les dijo expresamente que hicieran penitencia (o sacrificios). Al encontrarlos jugando, les dice: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!’. ¿Cómo hemos de sacrificarnos?, pregunté. ‘De todo lo que pudierais ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra patria la paz. Yo soy el Ángel de su guardia, el Ángel de Portugal”.
La Virgen en Fátima pide Conversión, puesto que los hombres, además de ofender a Dios continuamente con nuestros pecados, no damos señales de querer orientar el corazón hacia Dios, cambiando de vida para vivir la vida de la gracia, que es en lo que consiste la conversión. Dice así Sor Lucía, narrando la aparición de octubre de 1917: “Y tomando un aire de tristeza la Santísima Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO”. Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó. La falta de conversión se ve en el vivir continuamente en el pecado, sin querer salir de él.
La Virgen en Fátima pide Reparación, según lo dice en la aparición del 13 de mayo: “La Santísima Virgen continuó diciéndoles: ‘¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?’ -Sí, Señora, queremos y aceptamos. Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo: ‘Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá’.
Además, como modo de reparación, la Virgen pide la devoción de los cinco primeros sábados, que consiste en la confesión sacramental y la comunión eucarística. También el Ángel les dice algo parecido: “Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe”. Además, también como oraciones de reparación, el Ángel les enseña dos oraciones: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” y postrándose ante la Eucaristía y el cáliz con la Sangre de Jesús: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco los preciosísimos Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”.
Finalmente, la Virgen advierte acerca del incumplimiento de los mensajes contenidos en las apariciones, y esta advertencia la da con la visión del infierno a los tres pastorcitos: “La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo: - ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.
Al mostrarles el infierno, la Virgen nos quiere hacer ver que los pecados tienen gravísimas consecuencias si no hay arrepentimiento, conversión, reparación y oración.
Las ofensas a Dios y la falta de deseos de conversión, sobre todo entre los católicos, es lo que hace que la Virgen en Fátima se haya mostrado “triste”, según declaraciones de Sor Lucía.
La consagración a la Virgen, y el propósito firme de iniciar la conversión y vivir la vida de la gracia, por parte del cristiano, alivian la tristeza y el dolor del Inmaculado Corazón de María, al tiempo que anticipan su triunfo final.

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