martes, 27 de noviembre de 2012

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa



Fiesta: 27 de noviembre


Descripción de la imagen
La imagen de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa que se acuñó en las medallas, no son un invento de la imaginación de alguien, sino que se basa en las apariciones de la Virgen (sobre todo la segunda aparición) a santa Catalina Labouré, religiosa perteneciente a la Compañía de las Religiosas Hijas de la Caridad, que fundaran san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillach.
En su segunda aparición, acaecida el 27 de noviembre de 1830, la Virgen se le apareció al pie del altar, de pie sobre la esfera del mundo a sus plantas con un globo en las manos y le dijo: “Este globo que ves representa el mundo entero y cada alma en particular”.      Santa Catalina Labouré describe así a la Virgen: “La figura de la Santísima Virgen estaba llena de tanta belleza, que yo no podría describirla. Advertí que sus dedos se llenaban de anillos y piedras preciosas, y los rayos de luz que de ellos salían se difundían por todas partes. Se me dijo: “Estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que la Santísima Virgen concede a todos los que se las piden”. Continúa la Santa: “Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la Santísima Virgen con una inscripción con letras de oro que decía: ‘iOh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”. “Haz acuñar una medalla igual a este modelo. Todas las personas que la lleven con confianza, colgada al cuello, recibirán grandes gracias”.
En el reverso de la medalla debía colocarse la letra M y encima una cruz, añadiendo en la parte inferior dos corazones: uno coronado de espinas y otro traspasado por una espada, todo lo cual es símbolo de los corazones de Jesús y de María.

            Significado espiritual de la devoción
La Medalla, Milagrosa es conocida en el mundo entero, pero con frecuencia se ignora que las apariciones de la Capilla de la Calle del Bac fueron preparatorias para otra gran aparición mariana, las ocurridas en Lourdes.
Precisamente, Santa Bernardita Soubirous, la vidente de Lourdes, quien llevaba al cuello la Medalla de las apariciones de la Calle del Bac, dijo: "La Señora de la Gruta se me ha aparecido tal como está representada en la Medalla Milagrosa".
Y fue el gran movimiento de fe, suscitado por la inscripción de la Medalla: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”, lo que llevó al Papa Pío IX en 1854, a definir el dogma de la Inmaculada Concepción.

La Medalla Milagrosa y la necesidad que tenemos de la gracia divina
La Madre de Dios se le apareció a Santa Catalina Labouré, y le dijo que quien usara la medalla que Ella le mostraba, iba a obtener muchas gracias venidas de Dios: “Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza”.
Todos estamos necesitados de la intervención de Dios y de sus milagros; todos necesitamos de una intervención divina en nuestras vidas; aunque puede haber alguien tan necio que diga: “Yo no necesito de Dios”, todos necesitamos que Dios se haga presente en nuestras vidas, y en este sentido, los milagros de la Virgen, prometidos a través de la Medalla Milagrosa, nos garantizan la acción de Dios en nuestras vidas.
La Virgen nos concede la Medalla Milagrosa para que nosotros, por medio de la fe, de la oración, del ayuno, de las buenas obras, nos acerquemos a Dios, que es Bondad y Amor infinito, y así recibamos de Él su Amor y su Misericordia.
Si confiamos en la Virgen y en sus palabras, y si somos fieles en el uso constante y perseverante de la Medalla Milagrosa, podremos constatar, personalmente, cómo Dios obra milagros en nuestras vidas, a través de la Virgen. La Virgen nunca se va a cansar de hacernos milagros, a través de su Medalla, e incluso va a hacer milagros que ni siquiera nos sospechamos ni nos podemos imaginar, porque su Corazón de Madre no se va a contentar con poco. Por eso tenemos que usar la Medalla, pero acompañar el uso de la Medalla con un corazón contrito y humillado, deseoso de obrar el bien, y de amar ad Dios y al prójimo, que al mismo tiempo odia profundamente el pecado, porque el pecado significa rechazo y alejamiento de Dios, que es Bondad, Amor, Luz, Paz y Alegría.
La Virgen nos da la Medalla Milagrosa, y a través de ella, nos promete la asistencia extraordinaria del cielo, como son los milagros, y recibir un milagro de Dios, a través de la Virgen, es algo grandioso. Pero la Virgen quiere darnos todavía algo mucho más grandioso que un milagro, aún cuando un milagro es algo grandioso: la Virgen quiere darnos la gracia divina, la gracia de su Hijo Jesucristo, la que Él nos consiguió al precio de su Sangre y de su Vida en la cruz.
La gracia es algo más grandioso que un milagro, porque un milagro es una intervención de Dios en el mundo material –por ejemplo, la multiplicación de la materia en el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces; o la conversión del agua en vino, en las bodas de Caná, o la curación del cuerpo enfermo-, mientras que la gracia es una intervención de Dios en el alma, por medio de la cual la ilumina con su propia luz, la embellece con su propia belleza, y la adorna con su propia naturaleza. Por la gracia, dice San León Magno, “nos hacemos participantes de la generación de Cristo”, es decir, participamos de la generación de Cristo; por la gracia, queda depositada en el alma, como una semilla, la vida sobrenatural, y Dios le imprime su propia imagen. Por la gracia, somos convertidos en hijos de Dios, en herederos del cielo, en hermanos de Cristo. Por la gracia nos volvemos capaces de recibir el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, Fuente de toda gracia, Dador del Espíritu Santo junto al Padre.
La Virgen es Medianera de todas las gracias, y por eso, por disposición divina, no hay ninguna gracia, por más pequeña que sea, que no venga por Ella.
Al rezarle a la Virgen, y al usar su Medalla, le pidamos, con gran confianza, por aquello que necesitemos, pero sobre todo, le pidamos el apreciar la vida de la gracia, para que no solo nunca la perdamos, sino para que la acrecentemos cada vez más, por medio del amor y de la misericordia para con el prójimo.

Las apariciones a Santa Catalina y el llamado a la santidad
El mensaje de santidad de Santa Catalina Labouré está indisolublemente ligado al de la Medalla Milagrosa, por lo que consideramos estas maravillosas apariciones de la Virgen María. Fueron dos en total.
            Las apariciones tuvieron lugar en la casa madre de la Compañía de las Religiosas Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillach, y las conocemos por la narración que de las mismas hiciera Santa Catalina[1]: “La noche del 18 de julio de 1830, a eso de las 23. 30, me oí llamar: “¡Sor Labouré, sor Labouré!”. Desperté y miré el lado de donde venía la voz, y veo un niño vestido de blanco, de unos 4 a 5 años, que me dice: “Venga a la capilla”. Me levanté y guiada por el niño me fui a la capilla: la puerta se abrió apenas el niño la tocó con la mano. Sentada en un sillón, junto al altar, estaba la Virgen. Yo dudaba que fuese la Virgen. Pero el niño me dijo: “¡Esa es la Santa Virgen!”. Entonces la miré y di un salto hacia ella, arrodillándome a sus pies y poniendo las manos sobre sus rodillas. Me dijo: “Hija mía, el buen Dios quiere encomendarte una misión. Tendrás muchas penas que superarás, pensando que lo haces por la gloria del buen Dios. Venid a los pies de este altar: aquí se distribuirán las gracias a todos cuantos las pidan con confianza y fervor”.
Dijo esto y desapareció por el lado de la tribuna. Me alcé de las gradas del altar y observé al niño donde lo había dejado. Me dijo: “Se ha ido”. Volví al lecho a las 2 de la mañana, oí dar la hora, pero ya no me dormí”.
La segunda aparición la cuenta así santa Catalina Labouré: “El día 27 de noviembre de 1830, a las 5. 30 de la tarde, en medio de un profundo silencio, de nuevo la Virgen se le aparece a sor Catalina Labouré, al pie del mismo altar, de pie sobre la esfera del mundo a sus plantas con un globo en las manos, y le dijo: “Este globo que ves representa el mundo entero y cada alma en particular”.
La figura de la Santísima Virgen estaba llena de tanta belleza, que yo no podría describirla. Advertí que sus dedos se llenaban de anillos y piedras preciosas, y los rayos de luz que de ellos salían se difundían por todas partes. Se me dijo: “Estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que la Santísima Virgen concede a todos los que se las piden”.
Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la Santísima Virgen con una inscripción con letras de oro que decía: “¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”. Luego la Virgen me dijo: “Haz acuñar una medalla igual a este modelo. Todas las personas que la lleven con confianza, colgada al cuello, recibirán grandes gracias””.
En el reverso de la medalla debía colocarse la letra M y encima una cruz, añadiendo en la parte inferior dos corazones: uno coronado de espinas y otro traspasado por una espada. Esto era el símbolo de los corazones de Jesús y de María.
La aparición de María Santísima nos habla del amor de Dios: Dios es luz, como dice el Evangelio, y es la Gracia Increada, y quiere comunicarnos de sus gracias, TODAS las gracias que necesitemos para nuestra conversión y salvación eterna, y también las de nuestros seres queridos, y nos las quiere dar a través de su Madre. El Sagrado Corazón de Jesús arde en amor por cada alma, y quiere comunicar su amor infinito y eterno a través del Corazón Inmaculado de María Santísima. ¡Cuántas gracias con tan poco esfuerzo! ¡Llevar la Medalla Milagrosa, vivir según los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y tenemos aseguradas todas las gracias que necesitamos para llegar a la vida eterna, nosotros y nuestros seres queridos! ¡Qué hermoso don del cielo se nos concede a través de  Santa Catalina Labouré!

María y la Iglesia son Medianeras de la Gracia Increada, Jesús Eucaristía
            Llevar la santa medalla es proclamar nuestra fe en la súplica de la Santísima Virgen María, como medianera universal ante la presencia de Dios.
María es llamada “Medianera de todas las gracias” porque Dios ha dispuesto que todas las gracias, los dones y las misericordias que dispensa a los hombres, pasen por las manos de María. Es decir, Dios no quiere conceder sus gracias, sino por medio de María. Las gracias que María concede son las gracias merecidas por su Hijo Jesucristo en su Pasión, y Ella las pide en nombre de su Hijo, pero todas las gracias pasan por sus manos, y por eso es llamada “Medianera”, porque sólo llegan a través de Ella, a través de su mediación maternal.
            Dios podría salvarnos sin la mediación de María, pero Él dispuso que la salvación nos llegase a través de María, por eso, todos los méritos de Jesucristo nos llegan sólo a través de María.
            Como Dios no hace las cosas por necesidad, sino por amor y misericordia, es por amor y misericordia que María es nuestra intercesora ante Él.
            Para ilustrar la acción de María, un autor compara a María con la luna, porque así como la luna se interpone entre el sol y la tierra, y derrama sobre ésta los rayos que recibe del sol, así María es Medianera entre Dios y nosotros, y nos transmite los rayos de la gracia del Sol divino Jesucristo.
            La intercesión de María, nuestra Madre, entre nosotros, los hijos, y Dios, nuestro Padre, es análoga a la función que tiene en la familia humana la madre, entre el padre y los hijos, y es análoga a la función del Espíritu Santo en la Trinidad: así como la Persona del Espíritu Santo es intermediaria entre el Padre y el Hijo, así lo es en la familia humana la madre, y así es también en la gran familia de Dios que es la Iglesia Católica: la Madre es la intercesora ante Dios Padre y sus hijos.
            Y de la misma manera a como en Dios el Espíritu Santo es el vínculo entre el Padre y el Hijo, y como la madre es el vínculo de amor entre el padre y el hijo en la familia humana, así en la Iglesia Católica, la Familia de Dios, la Madre Virgen es el vínculo de amor entre los hijos de Dios y Dios Padre.
            María es medianera de todas las gracias, lo cual significa medianera del amor que Dios quiere comunicar a sus hijos, y es la Medianera en el don más grande del amor más grande de Dios, su Hijo Jesucristo. Desde su “sí” en la encarnación, María se convierte en la Medianera de la Gracia Increada, Jesucristo, al donarlo al mundo como Pan de Vida eterna.
            La Iglesia, de quien María es figura, continúa el rol, en la historia y en el tiempo, de Medianera de la Gracia Increada, para los hombres de todos los tiempos, donando al fruto de las entrañas de su seno virgen, el altar eucarístico, a su Hijo Jesús Eucaristía, como Pan de Vida eterna.

Oración a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
¡Oh Madre amantísima,
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa!
Tú concedes las gracias
Que tus hijos necesitan
Para llegar al cielo.
Tú eres
La Medianera de todas las gracias,
Y es imposible que dejes de concedernos
La gracia de la contrición del corazón,
A través de la cual
Podremos ver a tu Hijo.
¡Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa,
Te pedimos que nos concedas
La gracia de morir
Antes que cometer un pecado mortal,
O venial deliberado;
Concédenos la gracia
De amar a tu Hijo,
Presente
En la Cruz, en la Eucaristía
Y en el prójimo más necesitado.
Concédenos también la gracia
De ver a Jesús con tus ojos,
de adorarlo con tu misma adoración,
Y De amarlo con tu Corazón Inmaculado,
Para que amándolo en el tiempo
Continuemos amándolo
En la feliz eternidad.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Profanaron la imagen de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás: robaron su corona y la del Niño Jesús


Pedimos oraciones en reparación por este ultraje, por la conversión de quienes llevaron a cabo la profanación y robo sacrílego, y por la devolución de las coronas de la Virgen y del Niño Jesús.


El hecho ocurrió esta madrugada. El sacristán de la iglesia encontró rota la vitrina que cubre las dos imágenes y notó que faltaban ambas piezas, realizadas en plata y oro por el orfebre Juan Carlos Pallarols
Las coronas de la imagen original de la Virgen María del Rosario de San Nicolás y del Niño Jesús que lleva en sus brazos fueron robadas del santuario, confirmaron fuentes de la iglesia. 
Los voceros religiosos dijeron que esta mañana el sacristán
encontró el vidrio roto y que faltaban ambas coronas realizadas en plata y oro por el orfebre Juan Carlos Pallarols con donaciones de los fieles.
De acuerdo con las primeras informaciones, en horas de la madrugada de hoy, delincuentes ingresaron al edificio del Santuario y rompieron la vitrina que cubre la imagen y sustrajeron la corona de María y la de Jesús. El predio tiene guardia policial durante las 24 horas.
"Estoy preocupado y triste", dijo el creador de las coronas, quien dijo que a lo sumo, "las venderán por el tercio de su valor real". "Es una obra con un gran valor emotivo. La llevaron incluso para que fuera bendecida por el Papa", relató Pallarols. 

(http://www.infobae.com/notas/682703-Robaron-las-coronas-de-la-Virgen-del-Rosario-y-del-Nino-Jesus-de-San-Nicolas.html)

martes, 20 de noviembre de 2012

Presentación de la Virgen María



         San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, hacen la presentación de la Virgen en el templo, a poco de nacida. Con esta ceremonia, consistente en llevar al niño al sacerdote del templo para que este lo ofrezca a Dios; de esta manera, los padres de la Virgen agradecen a Dios por el milagro de su nacimiento, al tiempo que cumplen el precepto del Pueblo Elegido de consagrar el primogénito a Yahveh.
Sin embargo, antes de que San Joaquín y Santa Ana presenten y consagren a la Virgen exterior y materialmente, la Virgen ya ha sido consagrada al servicio exclusivo de Dios, por su nacimiento virginal, sin mancha de pecado original, y por su inhabitación por el Espíritu Santo. Habiendo sido destinada a ser la Madre de Dios, la Virgen es pensada por la Trinidad, desde la eternidad, como templo y sagrario de Dios Hijo, y es por esto que es concebida como Inmaculada y como Llena de gracia. La ceremonia exterior de consagración es sólo un cumplimiento cultual, material y exterior, de una consagración hecha no por seres humanos, como San Joaquín y Santa Ana, sino por las Personas divinas de la Santísima Trinidad.
Esta consagración trinitaria de la Virgen, llevada a cabo antes de la consagración de sus padres biológicos, convierte a la Virgen en aquello para lo cual fue pensada, deseada y creada: para ser morada, custodia, templo y sagrario del Hijo Unigénito de Dios en su Encarnación redentora, y esto como modelo de nuestra propia presentación y consagración, ocurrida en el día de nuestra bautismo. Si María, Inmaculada y Llena de gracia, fue consagrada por la Trinidad y presentada en el templo por sus padres biológicos, fue para que nosotros, nacidos con el pecado original y por lo tanto sin la gracia santificante, fuéramos algún día también llevados al templo y consagrados para ser morada del Espíritu y sagrario de Dios Hijo por la gracia.
María-templo es entonces modelo de todo cristiano, llamado a ser templo de Dios en su cuerpo: “el cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19): así como María es la Llena de gracia y la Inmaculada, sin sombra de pecado original, así el cristiano está llamado a ser él también lleno de gracia e inmaculado, por la confesión sacramental y por la imitación de las virtudes de la Virgen María.
La celebración de la Presentación de la Virgen debe recordarnos el día de nuestra presentación y consagración en el bautismo -en donde fuimos llevados por nuestros padres, por moción del Espíritu Santo-, para que cumplamos la Voluntad divina en nuestras vidas: que nuestro cuerpo sea morada del Espíritu Santo y el corazón, Sagrario de Jesús Eucaristía.

martes, 13 de noviembre de 2012

María Rosa Mística se mostró apesadumbrada por las almas que se pierden



         ¿Qué implica la devoción a María Rosa Mística? La pregunta es necesaria, debido a que entre los mismos católicos y, todavía más, entre los mismos devotos de María Rosa Mística, no se tiene bien en claro en qué consiste la devoción. Existe entre los católicos algo así como una nube oscura, muy densa, que impide llegar al fondo de la devoción a la Virgen, ya que se piensa que la devoción es cuestión de hacer acto de presencia una vez al mes, rezar en la procesión, integrar una cofradía. Estos son solo los aspectos exteriores de la devoción, y no su esencia.
         Para saber en qué consiste ser devotos de María Rosa Mística, hay que conocer los mensajes de la Virgen, sobre todo los referidos a los significados de sus tres rosas, blanca, roja y dorada, en donde se revela lo esencial de la devoción: penitencia, oración, sacrificio.
         Pero también en otras apariciones a la misma vidente, la Virgen da el contenido de la devoción, y hace saber en qué consiste ser devotos suyos.
Por ejemplo, en la aparición y mensaje del 17 de enero de 1971, en donde la Virgen le dice a Pierina Gilli: “Reza, reza, reza hija y haz rezar; ¡tantos hijos míos viven en las tinieblas! No se quiere más al Señor, Nuestro Dios.
         ¡Oh, en qué lucha se encuentra la Iglesia de mi Divino Hijo! Por eso yo extiendo el manto de Mi amor sobre la humanidad, porque hay urgencia de oración de amor, y de oración de expiación. La humanidad corre hacia su gran ruina… ¡cuántas almas perdidas! Pobre Iglesia de mi Divino Hijo Jesucristo…
         ¡Rezad, oh hijos, y haced penitencia!... Éste es mi apesadumbrado pedido, la advertencia de la Madre del Señor.
         Hija mía, este es el tiempo en que se necesita unirse en oración y en amor alrededor del Señor. Él está abandonado y ultrajado por muchos hijos suyos. Nosotros queremos almas fieles y vigorosas prontas a testimoniar y a demostrar que mi Divino Hijo se ha inmolado en la Cruz, y a hacer que todo el mundo comprenda cuánto y cómo está lleno de amor y de misericordia el Corazón de Jesús.
         Yo he venido para hablar del amor que se debe al Señor, para llamar a las almas a este amor a Dios, y hacia el prójimo. Este es mi llamado, este es el mensaje de la Madre del Señor”.
         La Virgen pide oración: “reza y haz rezar”; la necesidad es urgente; el motivo es la perdición de muchas almas; se muestra “apesadumbrada”, y así es como hace la “advertencia”.
         ¿Por qué la Virgen está apesadumbrada?
         Sólo basta mirar a nuestro alrededor: aborto, eutanasia, guerras, drogadicción, aumento del satanismo y de la brujería a escala planetaria, inmoralidad que inunda la televisión y la red; elevación de la perversión moral a rango de derecho humano; alquiler de vientres, fecundación in vitro, destrucción de la familia tradicional y llamar “familia” a cualquier combinación posible; la proliferación de la música cumbia, música rock satánica, como Lady Gaga, que es celebrada públicamente, y seguida por millones de “fans”; el consumo desenfrenado de alcohol, de drogas y pornografía entre los jóvenes, sobre todo los cristianos..., y así con infinidades de hechos y situaciones de la sociedad moderna, que indican claramente que el hombre ha elegido un camino opuesto al que le conduce a la cima del Monte Calvario.
         ¿Por qué la Virgen dice que su Hijo está “abandonado y ultrajado” por muchos hijos suyos?
         Porque la gran mayoría de los bautizados prefiere, antes que la Misa dominical, asistir a espectáculos deportivos, principalmente el fútbol, que se convierten de esta manera en ídolos mudos, sordos y ciegos, que reemplazan al Dios verdadero; los católicos, vergonzosamente, han reemplazado al Dios del Sagrario, Cristo Jesús, por un programa de televisión deportivo, por un estadio, por una pelota de cuero. Cuando se piensa en el infinito Amor de Dios Padre, que en cada misa renueva el don de su Amor, su Hijo Jesús en la Eucaristía, para que Él a su vez done el Espíritu Santo a quien lo reciba en la Eucaristía, es ahí cuando se comprende el porqué del pesar de la Virgen, y se vislumbra la magnitud del ultraje que se hace a Jesús Eucaristía. Cuando se piensa, además, que la gran mayoría de los que sí asisten a Misa, y comulgan, no son capaces de vivir la caridad cristiana y el espíritu de las Bienaventuranzas, dadas por Jesús en el Sermón de la Montaña, espíritu que se basa principalmente en el amor de caridad a Dios y al prójimo, y viven por lo tanto en la discordia, en la mentira, en el engaño, en la violencia, en la trampa, en la pereza, en el adulterio, en la fornicación, en el rechazo práctica de los Mandamientos de Dios, es ahí en donde puede comprenderse, al menos mínimamente, el pesar y la amargura de la Virgen, y se puede dimensionar el grado de abandono y ultraje que Jesús recibe de parte de los suyos, no tanto de los ateos o paganos, en el sagrario.
         Jesús es abandonado y ultrajado, cada vez que se prefiere el mundo a Él; Jesús es abandonado y ultrajado, cada vez que un cristiano decide, libremente, por propia elección, y poniendo en juego toda su libertad, cumplir los mandamientos de Satanás y no los mandamientos suyos; Jesús es abandonado y ultrajado cada vez que un bautizado abandona la Iglesia para entrar en una secta, o entra en la Iglesia para comportarse con sus hermanos de religión como un sectario; Jesús es abandonado y ultrajado, cada vez que un cristiano elige la televisión en vez de la oración y la adoración eucarística. Todo esto es lo que explica el pesar y el lamento de María Rosa Mística, porque semejante actitud de los cristianos, los conduce, como la misma Virgen lo dice, a "la ruina" espiritual, que es la condenación eterna. No en vano la Virgen se lamenta por las almas que se pierden: "¡Cuántas almas perdidas!", y esas almas son de cristianos: "¡Pobre Iglesia de mi Hijo!".
         Para reparar por tantos ultrajes y abandonos, y para apaciguar a la Justicia Divina que quiere hacerse paso, es que la Virgen pide oración, principalmente el Rosario, sacrificio y penitencia.
         

miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Qué quiere decir “consagrarse a la Virgen”?



         Consagrarse a la Virgen quiere decir entregarle a la Virgen nuestro modo de pensar, de desear, de obrar, y el fin de la consagración es hacer la Voluntad de Dios. A partir de la Consagración, toda nuestra vida queda “marianizada”, queda bajo la protección maternal de la Virgen María.
         Esto quiere decir que, a partir de la Consagración -luego de realizar las cuatro semanas de preparación, según el método de San Luis María Grignon de Montfort-, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras palabras, nuestras obras, ya no son más los nuestros, sino los de la Virgen.
         ¿Cómo se traduce esto en la vida de todos los días? Dependerá de nuestro deber de estado.
         Para los hijos, será tratar a los padres y a los hermanos tal como la Virgen trataba a sus padres y a su hermana, Saromé; para los padres, será tratar a sus hijos tal como la Virgen trataba a su Hijo Jesús; para todos, será amar a Dios y al prójimo como la Virgen amaba a Jesús, que era al mismo tiempo su Dios y su Hijo.
El que se consagra a la Virgen recibe el signo de la Cruz en su frente, en su corazón y en sus manos, porque los pensamientos, los deseos, las palabras y las obras de la Virgen son  los mismos de Cristo,: en su frente, para que todos sus pensamientos sean santificados por la Cruz; en el corazón, para que no entre ningún otro deseo que no sean los de Cristo crucificado; en las manos, para que sus obras no sean más las de la tierra, sino las obras de Cristo, que son obras de amor, de bien y de paz.
Esto quiere decir rechazar todo tipo de pensamiento, deseo y obra malos y oscuros, como la venganza, el enojo, el rencor, el resentimiento, de impureza, de pereza, de rebelión, de negación de la Cruz, porque todas esas cosas, oscuras y malas, no provienen nunca del Espíritu de Dios, ni conducen a Él, sino que vienen del mal espíritu, del Dragón del Apocalipsis, el demonio; pero no solo quiere decir rechazar todas estas cosas malas, sino ante todo tener los pensamientos, los deseos y las obras de perdón, de reconciliación, de paz, de amistad, de pureza, de sacrificio, de obediencia, de amor a la Cruz, de oración y de adoración, que vienen del Espíritu de Dios, a través de María Santísima, que es Madre y Mediadora de todas las gracias.
En todo momento, el consagrado debe preguntarse interiormente: “¿Qué pensaría la Virgen en mi lugar?”; “¿Cómo obraría la Virgen en esta situación?”; “¿Cuáles serían los sentimientos de la Virgen en esta situación?”, y acomodar sus pensamientos, sus deseos y sus obras, a los pensamientos, deseos y obras de la Virgen, que son los de Jesús.
Por último, nos consagramos a la Virgen porque Ella pidió la consagración a su Corazón Inmaculado en Fátima y en muchos otros lugares, y lo hacemos para cumplir más prontamente y a la perfección la Voluntad de Dios en nuestras vidas, porque el fin de nuestro paso por la tierra es hacer su Voluntad, que siempre es santa, y que quiere que todos nos salvemos, que todos vayamos al Cielo. La mejor manera de cumplir la Voluntad de Dios en nuestras vidas, es consagrándonos a la Virgen, porque así nos unimos a Ella, que dijo “Fiat”, “Sí”, “Cúmplase”, a la Voluntad de Dios, en el anuncio del Ángel: “Hágase en mí según tu Palabra”. Con la consagración, le decimos “Sí” a la Voluntad de Dios sobre nuestras vidas, con el mismo “Sí” de María.

martes, 6 de noviembre de 2012

“Hijo, no tienen vino; no tienen fe”



“Hijo, no tienen vino; no tienen fe” (Jn 2, 1-11). La intervención de María Santísima en las bodas de Caná logra arrancar un milagro a Jesús, a pesar de su reticencia inicial, y esto demuestra su poder intercesor, sin límites, frente a su Hijo Jesús. A pesar de que Jesús no quiere hacer el milagro e intenta incluso desentenderse de la situación de los esposos, argumentando que “su hora no ha llegado todavía”, la Virgen María consigue que Jesús obre un maravilloso milagro a favor de los cónyuges, convirtiendo el agua en vino.
Este milagro nos hace ver el inmenso poder intercesor de María Santísima no solo frente a Jesús, sino ante la Santísima Trinidad, porque la reticencia de Jesús se debía a que no había llegado “su hora”, es decir, la hora decretada por el Padre, y el hecho que realice el milagro a pesar de no ser su hora, da cuenta de que es toda la Santísima Trinidad, en pleno, que se ha rendido ante la amorosa intercesión de María Virgen.
Pero la intervención de la Virgen tiene otro significado, también sobrenatural, además de demostrar su condición de Omnipotencia Suplicante: las tinajas vacías son símbolo de los corazones humanos vacíos de la fe en Cristo Dios, y el vacío significa la vida sin esa fe, una vida carente de sentido, sin horizonte de eternidad, sin siquiera vislumbrar el destino de eterna felicidad al cual llama a cada hombre Cristo Jesús. Por el contrario, las tinajas con vino simbolizan a las almas humanas con fe viva y activa en Cristo Dios; simboliza a las almas que, por su fe en Jesús como Redentor, les otorga sentido de eternidad a sus vidas, elevándolas desde la horizontalidad de la vida humana, a la verticalidad de la vida divina. Un corazón sin fe es como una de las tinajas vacías de las bodas de Caná: de igual manera a como una tinaja vacía no alegra la fiesta, porque nada tiene para ofrecer, de la misma manera el hombre sin fe nada bueno, alegre o bueno puede aportar a la humanidad, y de la misma manera a como la tinaja con vino alegra la fiesta, así también el hombre con fe alegra a la humanidad con las obras de misericordia que hablan de la alegría del Reino de los cielos, y estos son los santos.
Por lo tanto, la expresión de la Virgen: “No tienen vino”, se refiere también a la carencia de fe, y puede quedar así: “Hijo, no tienen fe”. Y así como Jesús, obedeciendo al amoroso pedido de su Madre, aún cuando no quiere hacer el milagro, lo hace de todas maneras, así también, si la Virgen intercede por nosotros, pidiendo el aumento de nuestra fe en su Hijo Jesús, Jesús mismo nos la dará,  aún cuando considere que no la merecemos, a causa de nuestra negligencia en obrar el bien.