jueves, 1 de diciembre de 2016

Novena a la Inmaculada Concepción 2016 3


         Para poder sacar provecho espiritual de las Apariciones de la Virgen a Santa Bernardita, como la Inmaculada Concepción, es necesario repasar brevemente los hechos centrales de una de las más grandes manifestaciones marianas de todos los tiempos.
         El día Jueves 18 de febrero de 1858, luego de que Santa Bernardita le ofreciera papel y una pluma para que le escribiera su nombre, la Virgen le habla a Santa Bernardita y le dice: “No es necesario” y añade “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”[1].
         El día Miércoles 24 de febrero la Virgen dice: “¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Ruega a Dios por los pecadores!”. Acto seguido, le da un ejemplo de cómo hacer la penitencia que con tanta insistencia pide: “¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!”.
         El día Jueves 25 de febrero, la Virgen le dice a Santa Bernardita que haga dos cosas que, a los ojos de los demás, parecieran no tener sentido y, sobre todo, provocan la humillación de Santa Bernardita. No será más que la explicitación del modo de hacer penitencia, pidiendo por la conversión de los pecadores. Dice así Santa Bernardita: “(la Virgen) me dijo que fuera a beber a la fuente […] no encontré más que un poco de agua fangosa. Al cuarto intento, conseguí beber; me mandó también que comiera hierba que había cerca de la fuente, luego la visión desapareció y me marché”. Como es lógico, la muchedumbre –unas trescientas personas- que se había congregado a causa de las apariciones, le hace notar a Santa Bernardita aquello que es de sentido común: que alguien que haga lo que hizo ella, no pareciera estar en sus cabales: “(la gente le dice) ¿Sabes que la gente cree que estás loca por hacer tales cosas?“, Bernardita sólo contesta, “Es por los pecadores”. En todo esto, no debemos olvidar que Nuestro Señor Jesucristo fue humillado infinitamente más en la Pasión, y que la humillación que sufrió Santa Bernardita, no es sino una participación a la humillación de Jesús en la Pasión, humillación a la que todos los cristianos estamos llamados a participar, por el mismo fin: la conversión de los pecadores.
El día Jueves 25 de marzo, la Virgen revela su nombre: “Levantó los ojos hacia el cielo, juntando en signo de oración las manos que tenía abiertas y tendidas hacia el suelo, y me dijo: “Soy la Inmaculada Concepción”.
De acuerdo a esto, podemos decir que el mensaje que la Virgen dio en Lourdes se puede resumir en los siguientes elementos:
El cielo confirma, por la aparición de la Virgen, la verdad que había sido declarada por el Magisterio cuatro años antes por Pío IX, acerca de la Inmaculada Concepción, presentándose así también la Virgen como Madre y modelo de pureza para la humanidad, lo cual es sumamente vigente en estos días, en los que la inmoralidad no solo es universal y generalizada, sino que se la reclama como “derecho humano”.
La Virgen realizó innumerables curaciones físicas y espirituales, como signos que nos llaman a convertirnos a su Hijo Jesús.
La Virgen se revela a Santa Bernardita, una niña cuasi-analfabeta, pero humilde y con un alma pura, confirmando así que Dios “exalta a los humildes y rechaza a los soberbios” y que “oculta sus secretos a los grandes del mundo, al tiempo que los revela a los más pequeños.
La Virgen nos enseña que esta vida no es un “paraíso”, ni que estamos aquí para disfrutar o para pasarla bien; además, que el hecho de que se le aparezca a un alma, no significa que esa alma no pasará tribulaciones y que todo en su vida será un lecho de rosas; por el contrario, afrontará pruebas y tribulaciones aún más fuertes que antes, pero la Virgen no la dejará desamparada. Dice San Bernardita que la Virgen le dijo así: “Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro”. En otras palabras, la Virgen nos advierte acerca de la imperiosa necesidad de configurar nuestras almas a Cristo crucificado, y que el paraíso no está en esta tierra, sino en el cielo, por lo que es un grave error, para el cristiano, pretender vivir sin la Cruz en esta vida, único camino al cielo.
En todas las apariciones la Virgen vino con su Rosario, con lo cual nos quiere hacer ver la gran importancia de rezarlo, para pedir y obtener gracias de todo tipo.
En estas apariciones, la Virgen nos hace ver la importancia de la oración, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello), además de transmitir un mensaje de misericordia infinita para los pecadores –casi todo lo que la Virgen pide, como la penitencia, la mortificación, el Rosario, es para la conversión de los pecadores- y del cuidado de los enfermos.
Por último, en las apariciones de la Inmaculada Concepción se puede notar la necesidad imperiosa de la conversión –puesto que es una condición indispensable para la salvación- y la confianza inquebrantable en Dios, que aunque pueda permitir tribulaciones en esta vida –a Santa Bernardita no se le ahorró ninguna en esta vida terrena, e incluso donde más sufrió humillaciones fue en la vida religiosa-, es porque desea que ingresemos a la vida eterna completamente purificados y en gracia, de manera de poder gozar de su visión beatífica por toda la eternidad.




[1] http://forosdelavirgen.org/534/nuestra-senora-de-lourdes-francia-11-de-febrero/

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