viernes, 2 de diciembre de 2016

Novena a la Inmaculada Concepción 2016 4


         Cuando se consideran las apariciones marianas –las que están estrictamente aprobadas por la Iglesia, como la Inmaculada Concepción- de un modo superficial, se piensa que, por un lado, la Virgen es un personaje poco menos que folclórico, que la aparición en sí misma es algo que debe permanecer como mero objeto de devoción sensible, y que el destinatario de las apariciones, es decir, el vidente, gozará, de ahora en adelante, de una vida “celestial”, hecha de gozos, dones, y éxtasis místicos de todo tipo, y que su vida será poco menos que un lecho de rosas. Esto es lo que, por lo general, existe en el imaginario de las personas, que creen que cuando la Virgen se aparece, todo en la vida del beneficiado “anda sobre rieles”.
Sin embargo, si bien puede ser así, no lo es en la gran mayoría de los casos, incluida la aparición a Santa Bernardita. Lejos de prometerle la Virgen una vida cómoda y placentera, le advirtió, desde un primer momento, que no le prometía la felicidad en este mundo, sino “en el otro”: “No es necesario” y añade “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”[1].
¿Por qué? Porque el vidente es elegido para participar de la Pasión redentora de Jesús, evento salvífico que se lleva a cabo en el ara inmaculada de la Santa Cruz. Además, todas las realidades de esta vida, sean tanto penas y tristezas, como gozos y alegrías, son transitorias, a diferencia de lo que sucede en la vida eterna, en donde todo –sean los dolores del Infierno, como los gozos del Cielo, son para siempre-. Por otra parte, cuanto más un alma participe de la Pasión del Salvador –con sus tribulaciones, angustias, humillaciones, vejaciones, etc.-, tanto más se purifica en esta vida y pasa a la otra directamente a gozar de visión beatífica de la Trinidad, sin paso previo por el Purgatorio. Entonces, la cruz para el vidente, es una de las pruebas de que la aparición es verdadera, esto es, que viene del cielo, porque significa que está participando de la Pasión de Jesús, que conduce al cielo. Entre otras cosas, Santa Bernardita no solo sufrió humillaciones en las mismas apariciones –por ejemplo, cuando buscó con su rostro en el barro el agua del manantial que le pedía la Virgen, o también cuando sus superioras religiosas la humillaban, sea en el convento, como incluso delante del obispo, ante quien su superiora dijo de Bernardita: “¡Es una tonta!”.
Por el contrario, si en vez de esto, por causa de las supuestas “revelaciones” se da un éxito de tipo mundano, con ganancias materiales, con reconocimiento de la prensa mundana, más las señales de orgullo y soberbia en el vidente, es clara señal de que la aparición no proviene de la Virgen, porque el orgullo y la soberbia y la mundanidad no son frutos del Espíritu Santo, al tiempo que alejan al alma de la Virgen y de Jesucristo.
“No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”. A nosotros no se nos aparecerá la Virgen sensiblemente, como en el caso de Santa Bernardita, pero eso no significa que la Virgen no esté presente en nuestras vidas, y podemos reconocer su presencia si es que se cumplen en nosotros lo que la Virgen le dijo a Santa Bernardita: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro”; es decir, si pasamos tribulaciones, vejaciones, humillaciones, por el nombre de Cristo, entonces debemos considerarnos afortunados, porque eso significa que la Madre de Dios está con nosotros y que está cumpliendo su promesa de darnos una eternidad de gozo en la otra vida.
        





[1] http://forosdelavirgen.org/534/nuestra-senora-de-lourdes-francia-11-de-febrero/

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