sábado, 1 de diciembre de 2018

Novena a la Inmaculada Concepción Día 1



         La Virgen fue concebida como Inmaculada Concepción, es decir, sin la mancha del pecado original, porque estaba destinada a ser la Madre de Dios, conservando su virginidad. La Virgen, al estar destinada a ser la Madre de Dios, debía tener un alma y un corazón purísimos, no contaminados por la malicia del pecado original, puesto que Aquel que debía encarnarse en sus entrañas purísimas no era un hombre, un ser humano, una persona humana, sino una Persona divina, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Debido a que Dios es la Pureza Increada en sí misma, no podía ser alojado, aquí en la tierra, en un seno materno que no fuera como Él, es decir, purísimo y sin mancha alguna y esa es la razón por la cual la Virgen fue concebida como Inmaculada Concepción. Pero además de ser concebida como Inmaculada Concepción, la Virgen fue concebida como Llena de gracia, esto es, inhabitada por el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios y la Santidad Increada en sí misma. La razón de ser concebida como Llena de gracia es que el Hijo de Dios, que inhabita en el seno del Padre desde la eternidad, siendo amado por el Padre con el Amor de Dios, el Espíritu Santo, al encarnarse, debía ser recibido no con un amor similar, sino con el mismo Amor de Dios, el Espíritu Santo. Es decir, Dios Hijo, el Logos del Padre, era amado desde la eternidad por el Padre con el Espíritu Santo y con este mismo Amor Divino debía ser amado y recibido al encarnarse en la tierra, en el tiempo y en la historia humanos, para llevar a cabo el plan divino de la redención del hombre. Por esta razón, la Virgen fue concebida entonces, no solo como Inmaculada Concepción, sino como Llena de gracia, es decir, inhabitada por el Espíritu Santo.
         Al recordar a la Virgen en su Inmaculada Concepción, nosotros sus hijos debemos renovar el propósito de imitar a nuestra Madre del cielo, del mismo modo a como en la tierra los hijos se parecen a su madre y la forma de hacerlo, la forma de imitar su Inmaculada Concepción y su condición de Llena de gracia, para nosotros, que fuimos concebidos con la mancha del pecado original y sin la gracia somos nada más pecado, es estar en estado de gracia santificante. Por medio de la gracia, el alma pasa, de estar contaminada por el pecado, al estado de pureza inmaculada, al participar de la naturaleza divina y así nos parecemos a la Virgen en su Inmaculada Concepción; por la gracia, el alma se convierte en templo del Espíritu Santo y así imitamos a la Virgen en su  condición de Llena de gracia, de inhabitada por el Espíritu Santo. Al conmemorar a María Santísima como la Inmaculada Concepción y la Llena de gracia, renovemos el propósito de ser dignos hijos de Nuestra Madre celestial, no solo evitando el pecado, sino viviendo en estado de gracia .

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