domingo, 24 de septiembre de 2017

Nuestra Señora de la Merced


Origen de la devoción y características de la imagen[1].

El título mariano “La Merced” se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España.
Aunque en castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, no corresponde con el sentido originario de la advocación, que es en singular: en catalán es “Mare de Deu de la Mercé”, es decir, “Madre de Dios de la Merced”. Sin embargo, más allá de esto, lo esencial es que el significado del título “Merced” es ante todo “misericordia”: así como la Virgen es misericordiosa –de hecho, es la Madre de la Misericordia encarnada, Cristo Jesús-, también lo deben ser sus hijos. Puesto que nuestra tarea en la tierra es asemejarnos, configurarnos e imitar a Jesús Misericordioso, no hay nadie más indicado a quien podamos recurrir, que la Virgen de la Merced, para conseguir este objetivo, de asemejarnos a Jesús Misericordioso.  
La fundación de la Orden  de la Merced por parte de San Pedro Nolasco se llevó a cabo luego de una aparición de la Virgen, en la cual la Madre de Dios le pidió, en persona y de parte de Jesucristo, que fundara una orden dedicada a la merced (obras de misericordia). Su misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. En esa época muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo más preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón.
San Pedro Nolasco y sus frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora y es por ese motivo que la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora, haciendo honor a su condición de Corredentora.
Fue en el capítulo general de 1272, tras la muerte del fundador, que los frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, aunque son más conocidos como “mercedarios”. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: “María es fundamento y cabeza de nuestra orden”. En otras palabras, la Orden no tiene sentido de ser si no toma como referencia a la Virgen y Madre de Dios.
El Padre Gaver, en el 1400, relata como La Virgen llama a S. Pedro Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación. Según la tradición de la Orden, se afirma que el 1 de agosto de 1218, fiesta del santo fundador, Pedro Nolasco tuvo una visita de la Santísima Virgen, la cual, dándose a conocer como La Merced, lo exhortaba a fundar una Orden religiosa con el fin principal de redimir a los cristianos cautivos por los musulmanes. En ese momento, la península Ibérica estaba dominada por los musulmanes, y los piratas sarracenos asolaban las costas del Mediterráneo, haciendo miles de cautivos a quienes llevaban al norte de África. La aparición sucedió en un momento en el Pedro Nolasco, en la oración, pide a Dios ayuda; como signo de inmediata respuesta de la misericordia divina a su pedido, se aparece la Virgen María, enviada por Dios, diciéndole que funde una orden liberadora. El diálogo entre Pedro Nolasco y Nuestra Señora de las Mercedes fue así: -Nolasco: “¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mí?”. -María Santísima: “Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón cuando ofrecí mi Hijo en el templo: “Una espada de dolor atravesará tu Corazón”. -Nolasco: “¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer  (que tú me mandas)?”. –María Santísima: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos”.
Luego de la aparición de la Virgen y en cumplimiento de su pedido, Pedro Nolasco impulsó la creación de la Real y Militar Orden de la Merced, que fue fundada en la Catedral de Barcelona, con el apoyo del rey Jaime I el conquistador, en 1218. En las primeras Constituciones de la Orden, en 1272, la Orden recibe ya el título de “Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona”. Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los musulmanes.
La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con en el escudo mercedario en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro pequeño en la mano que ofrece a los fieles. Suele aparecer tocada con corona de reina, y también con el cetro en la mano derecha. En muchas ocasiones sostiene en la izquierda al Niño Jesús, que también puede llevar un escapulario en las manos. En ocasiones cobija bajo su capa a un grupo de presos cautivos, pero también a santos, o personas de todas las clases sociales. Otro modelo iconográfico es el de la Comendadora, sedente en el coro, sin niño ni cetro, con las constituciones de la Orden en una mano, en uno de cuyos artículos dice así: “Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, esto es, la piadosísimas entrañas de la madre de Dios”.

         Mensaje de espiritualidad.

El mensaje de espiritualidad mercedario, que es la liberación de los cautivos, se basa en la caridad -es decir, en el amor sobrenatural a Dios y al prójimo y principalmente al prójimo atribulado, perseguido, encarcelado- y sigue plenamente vigente, aun cuando los musulmanes actualmente continúen tomando prisioneros a los cristianos –y cometiendo verdaderos genocidios en los territorios en los que se asienta, por lo que no se puede decir que el islamismo sea una “religión de paz”-, y los mercedarios ya no continúen con la metodología de rescate de prisioneros de su época fundacional, su carisma sigue siendo plenamente actual y vigente, constituyendo María Santísima el modelo a imitar para todo aquel que sea devoto suyo, devoto de la Virgen de la Merced. La Virgen es ejemplo perfectísimo de caridad, de amor sobrenatural a Dios y al prójimo: es ejemplo inigualable de amor a Dios, porque Ella, por amor a Dios, dio su “Sí” a la voluntad de Dios Padre, ofreciéndose como víctima para la Encarnación de Dios Hijo por obra de Dios Espíritu Santo; es ejemplo de amor inigualable a los hombres cautivos del mal, porque por amor al hombre -en Dios y para Dios-, María Santísima ofreció todo su ser, su alma purísima y su cuerpo inmaculado, para que inhabitara en ella el Hijo de Dios encarnado, el Salvador, que por su sacrificio en cruz habría de salvar a los hombres y rescatarlos de la esclavitud principal que atenaza a la humanidad desde Adán y Eva, el dominio esclavizante del Demonio, del pecado y de la muerte. Y como por la Virgen nos viene el Verdadero y Único Salvador de la humanidad, Cristo Jesús, es a Ella a quien debemos dirigirnos si queremos ser libres de la esclavitud espiritual: siendo Ella la Madre del Redentor, es también “Redentora de cautivos”, porque es Corredentora junto a su Hijo Jesús. Al respecto, el Papa Juan Pablo II enseña que “María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad”, y esto porque gracias a Ella es que Dios pone en marcha su plan de salvación de la humanidad cautiva por el mal, la Encarnación del Verbo, dando así lugar a la verdadera liberación que necesita el hombre, porque al dar a luz a la Verdad encarnada, Jesucristo, el hombre fue liberado del error, de la mentira, de la herejía y del “Padre de la mentira”, Satanás. Incluso desde el cielo, hacia donde fue Asunta en cuerpo y alma glorificados, la Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (cfr. LG 62) y nos pide que, aquellos que hemos sido liberados por la gracia de Jesucristo y por su Sangre Preciosísima, cooperemos trabajando en la Iglesia para la verdadera y única liberación que el hombre necesita, que es la liberación del pecado, del Demonio y de la muerte. Al igual que María Santísima, que dijo “Sí” a la voluntad de Dios y así el Verbo comenzó a morar en Ella, ofrezcamos como Ella, nuestra vida, para que su Hijo habite en nosotros por la gracia y así pueda Él, utilizándonos como instrumentos suyos, liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.
Hoy la humanidad y por lo tanto, innumerables prójimos nuestros, se encuentran esclavizados no solo por esclavitudes materiales, aquellas que consisten en cadenas de hierro en cárceles materiales, sino que se encuentran esclavizados por innumerables formas de esclavitud moral y espiritual, que encarcelan a sus almas con lazos más fuertes que el hierro y el acero, y estas formas de esclavitud son el hedonismo, el materialismo ateo y marxista, las ideologías anti-cristianas, como el socialismo y el liberalismo, las drogas, la ambición de poder, de dinero, de placer, de bienes terrenos. Entonces, así como los mercedarios entregaban sus vidas a la Virgen de la Merced, para que ser instrumentos de Ella para la liberación de los cautivos, así también nosotros entreguemos nuestras vidas a Nuestra Señora de la Merced, para que Ella, sirviéndose de nosotros como esclavos e instrumentos suyos, libere a cambio a nuestros hermanos cautivos por Satanás y por el pecado.
Por último, en el caso particular de Tucumán, la Virgen de la Merced está estrechamente ligada a nuestro ser tucumano, porque gracias a Ella y a su ayuda milagrosa, se consolidó la Independencia, luego de la Batalla de Tucumán. Esto significa que nadie puede decirse verdaderamente tucumano si no es mariano y devoto de la Virgen de la Merced, aunque siempre debemos tener en cuenta que no debemos ser “devotos externos”, como advierte San Luis María Grignon de Montfort, sino devotos verdaderos, y para eso, para ser hijos suyos de su Corazón, debemos siempre vivir en gracia de Dios.



[1] Desde el siglo XIII es patrona de Barcelona y el 25 de septiembre de 1687 se proclamo oficialmente patrona de la ciudad. Es además patrona de los cautivos (presos) y de muchos países de Latinoamérica (…)En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. Pero a raíz de la reforma litúrgica del concilio Vaticano II, en el año 1969 la fiesta se suprimió del calendario universal. Cfr. http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20170924&id=16552&fd=0

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