sábado, 6 de febrero de 2016

La tarea más importante del Legionario


          “El Amor no es amado”, decía Santa Teresa de Jesús, y el Beato Paul Claudel decía: “Los días asignados por la Divina Providencia para amar a Dios pasan, y Dios no es amado”.
         ¿Qué tienen que ver estos dichos de estos santos, con la tarea del Legionario?
         Que hacen referencia a la tarea más importante del Legionario: dar a conocer a Jesús, pero no a Jesús tal como lo conocen en otras religiones, sino a Jesús en la Eucaristía, porque el Legionario tiene que implementar el “reino de la Eucaristía” en los corazones. Dice así el Manual del Legionario: “La actividad  más ardiente no tendrá valor alguno si olvida por un momento que su principal objetivo es establecer el reino de la  Eucaristía en todos los corazones”[1]. Es para esto, para lo que vino Jesús, para reinar en los corazones como Rey y ese Rey está en la Eucaristía y ésa es la tarea del Legionario, que los hombres conozcan y amen a Jesús, Rey de la Eucaristía: “Porque de esa manera se cumple el fin para el cual Jesús vino al mundo. Ese fin fue comunicarse con las almas para poder hacer de todas ellas una sola cosa con Él. El significado de esa comunicación es principalmente la Sagrada Eucaristía”[2].
         En la Eucaristía –que es hacia donde tienen que conducir a las almas los legionarios-, Jesús no está de cualquier manera: no está de modo simbólico, ni imaginario, ni  en esperanza, ni depende de la fe de nadie para estar allí: está Presente de modo real, verdadero y substancial, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
         La Eucaristía es la Fuente inagotable de gracia divina, y por eso, debe ser el centro de la vida del legionario, además de que toda su actividad apostólica debe partir de la Eucaristía –adoración eucarística- y debe conducir a la Eucaristía –comunión sacramental en estado de gracia santificante-: “La Eucaristía es un bien infinito. En este sacramento está Jesucristo presente tan real y verdaderamente como estuvo en otro tiempo en la casa de Nazareth o en el cenáculo de Jerusalén. La Eucaristía no es mera figura de su Persona, o mero instrumento de su poder: es Jesucristo vivo y entero.
         Lamentablemente, es un hecho que la gran mayoría de los cristianos –en primer lugar, niños y jóvenes-, huyen literalmente de la Eucaristía, como si Jesús Eucaristía fuera un malhechor, y así repiten lo que hizo la multitud el Viernes Santo, que condenó a muerte a Jesús como a un malhechor, mientras que eligió a un verdadero malhechor, Barrabás, para que continuara viviendo. Dice así el Manual del Legionario: “Da pena ver la indiferencia con que se mira tan gran bien (la Eucaristía): personas que creen en la Eucaristía, se privan por el pecado y el abandono de este alimento vital…”[3].
         En consecuencia, puesto que se privan del alimento celestial, el Pan Eucarístico, la Virgen sufre con su Corazón Inmaculado, al constatar que sus hijos mueren de hambre espiritual, al despreciar el Pan Vivo bajado del cielo: “¡Qué angustia en su Corazón, al ver que su Hijo, en su Cuerpo Místico –los b bautizados-, padece y aún muere de hambre, pues son tan pocos los que se nutren debidamente de este divino pan, y hay algunos que no lo comen nunca!”[4].
         Es un hecho que los niños y los jóvenes prefieren jugar al fútbol antes que asistir a Misa, porque consideran a la Misa como “aburrida”, cuando no es ni “aburrida” ni “divertida”, sino un hecho fascinante, maravilloso, la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz. Pero haciendo así, los niños y los jóvenes padecen y hasta mueren de hambre espiritual, provocando dolor al Inmaculado Corazón de María. Si alguien ve en la calle, a una persona que muere literalmente de hambre, ¿acaso no se conmueve y sale corriendo a conseguir al menos un trozo de pan, para evitar su muerte? Y el legionario, viendo cómo mueren de hambre espiritual niños y jóvenes, al no alimentarse del Pan Vivo bajado del cielo, ¿puede acaso dormir tranquilo, porque él tiene pan, casa y comida, porque cobra su sueldo todos los meses, porque nada material le falta? ¿No se le conmueven las entrañas al ver tanta juventud que sólo alimenta su cuerpo, con el alimento terreno, pero deja desfallecer su alma, porque no conoce ni ama al Pan de Vida eterna?
         Es por esto, entonces, que la tarea más importante para el legionario, es hacer conocer y amar a Jesús Eucaristía, para así aliviar el dolor del Inmaculado Corazón de María. El Legionario no tiene tarea más importante que esta.




[1] Cfr. Manual, Capítulo VIII, 4.
[2] Cfr. ibídem.
[3] Cfr. ibidem.
[4] Cfr. ibidem.

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