¿Cuál fue el origen de la fiesta de Nuestra Señora del
Rosario? Es necesario siempre recordar la historia, porque quien olvida la
Historia, está condenado a repetir los errores del pasado. Además, en este
caso, el ejemplo de lo que ocurrió es válido no solo para el ayer, sino para el
hoy y para el futuro, es decir, es válido para todo tiempo. La fiesta se
originó en ocasión de un gravísimo peligro para la Cristiandad –en la época en
que sucedió, todas las gentes eran católicas, desde los reyes hasta los
súbditos más humildes: una gran invasión islámica estaba en marcha y amenazaba
con destruir Europa y la Iglesia toda. Es decir, Europa y con ella toda la
cristiandad se encontraba en grave peligro debido a una grave amenaza de
invasión por parte del Islam[1]. Los
islamistas se habían preparado militarmente y habían formado un ejército que
superaba varias veces, en número y poder, al de los ejércitos cristianos. Sabemos
que el Islam, cuando es mayoría en un país, prohíbe el catolicismo, el culto
público y la construcción de Iglesias, además de encarcelar, torturar y matar a
todo aquel que no se convierta la Islamismo. Mucho antes del año 1570, año en
que se produjo el prodigio que originó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario –aún
más, desde el inicio de su existencia, con Mahoma-, los musulmanes habían tomado
la decisión de invadir Europa y para ello habían reunido un ejército muy
poderoso. En su avance, llegaron a usurpar numerosos lugares cristianos: Tierra
Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y gran parte de España.
Como ya dijimos, cuando el Islam comienza a ser mayoría en un lugar, hizo que
desapareciera la Iglesia y el culto público en esas extensas regiones que llegó
a conquistar: los católicos eran perseguidos y hubo muchos mártires que
derramaron su sangre por permanecer fieles a Jesucristo y su Iglesia, además, muchas
diócesis desaparecieron completamente y la gran mayoría de las Iglesias fueron
destruidas. A quien se lo encontrara con un crucifijo o con una Biblia, le
esperaba la muerte. Ahora bien, los católicos de España no se quedaron cruzados
de brazos y, bajo el Patrocinio de Nuestra Señora de Covadonga y después de 700
años de dominio del Islam y de lucha por la reconquista, España pudo librarse
del dominio musulmán, expulsándolos de su tierra. Esa lucha comenzó a los pies
de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los
reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los
moros de la península en el 1492. En ese mismo año ocurre el descubrimiento de
América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente.
Ahora
bien, el Islam nunca dejó de planificar y preparar el asalto a la Europa
cristiana y a pesar de haber sido expulsados de España, se dispusieron a
invadir Europa, para lo cual reunieron, como dijimos, un enorme ejército. Sucedió
que tiempo más tarde, en tiempos en que reinaba el Santo Padre Pío V (1566 -
1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión
de la Europa cristiana, para arrasar con ella. A pesar del peligro inminente, los
reyes católicos de Europa no lograban unirse entre sí y en vez de unir fuerzas,
cada uno pretendía sacar ventaja para su propio bando. Por esa razón, sus
ejércitos también estaban divididos. El Papa pidió a los reyes católicos de
Europa pero no le prestaron mucha atención hasta el momento en que la invasión
ya era inminente.
Además
de convocar a los reyes católicos para la lucha armada, el Santo Padre convocó,
a toda la cristiandad, el 17 de septiembre de 1569, a la lucha espiritual: pidió
que todos los católicos rezaran el Santo Rosario. Finalmente, el 7 de octubre
de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo
de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto, combatiendo la batalla del
mismo nombre, por lo que en la historia se la conoce como “Batalla de Lepanto”.
La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia,
Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla contra un
enemigo muy superior en número y buques de guerra. Se jugaba el destino de la
Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo
Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la
tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.
Mientras
la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En un
momento determinado, el Papa salió de su capilla y, por inspiración divina,
anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había
concedido la victoria a los cristianos. Puesto que en ese entonces las
comunicaciones eran muy lentas, Europa supo del éxito que había anunciado el Santo
Padre recién semanas más tarde, cuando llegó finalmente el mensaje de la
victoria de parte de Don Juan de Austria. El General del ejército católico, Don
Juan de Austria, al igual que el Papa, atribuyó desde un principio el triunfo
de los cristianos frente a la poderosa flota musulmana, gracias a la todavía
más poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra
Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y
agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de “Auxilio de los
Cristianos”. Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a
la de Nuestra Señora del Rosario. Éste fue el origen de la fiesta de Nuestra
Señora del Rosario.
Ahora
bien, en nuestros días, los cristianos -además de estar también amenazados por
el Islam, al igual que los cristianos de antaño, porque están invadiendo
solapadamente el continente europeo, al punto de haber creado zonas prohibidas
para los no islamistas en pleno territorio europeo- nos encontramos bajo la
amenaza de peligros infinitamente mayores que el Islam: los cristianos nos
encontramos amenazados por múltiples peligros: el materialismo, el hedonismo,
el socialismo comunista que niega a Dios, el ateísmo, el ocultismo, el
satanismo –que cada día se vuelve más y más insolente en sus provocaciones
públicas-, la práctica de la brujería, de la religión wicca, las sectas –que han
crecido en números astronómicos-; otros peligros que nos acechan son: el
aborto, la eutanasia, la ideología de género, la Educación Sexual Integra –ESI,
que es perversión de la niñez disfrazada de educación sexual- y muchos otros
peligros.
Decíamos
que conocer la Historia era necesario para no repetir los errores del pasado y
para aprender de los buenos ejemplos. En este caso, así como el Santo Padre Pío
V llamó a la lucha espiritual, convocando a rezar el Rosario y por medio del
Rosario obtuvo la victoria cristiana contra los enemigos mahometanos, así también
con el rezo del Santo Rosario, los cristianos podemos triunfar sobre todos los
peligros y sobre todas las fuerzas del mal, aun cuando estas parezcan
invencibles, porque por el Rosario invocamos a la Madre de Dios, Aquella Mujer
del Génesis que, con el poder de Dios, aplastó la cabeza del Dragón infernal. Hagamos
entonces el propósito de rezar el Rosario para derrotar para siempre a las
múltiples amenazas con las que el mal quiere vencernos.
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