¿En qué consiste ser devotos de la Virgen de la Merced? Primero,
veamos en qué NO consiste ser sus devotos: no consiste en acordarse de Ella una
vez al año; no consiste en asistir, una vez al año, a su fiesta litúrgica, y
luego, durante el resto del año, estar ausente de la Misa y de la Confesión
sacramental; no consiste en venir a su fiesta y luego no rezarle en todo el año;
no consiste en no cumplir los Mandamientos; no consiste en usar su día, el 24
de Septiembre, para cometer excesos –alcohol, diversiones, etc.-; no consiste
en olvidarme de los Mandamientos de Dios. Comportarse así con la Virgen, es
como si un hijo le dice a su madre: “Mamá, te amo”, pero luego hace todo lo que
a su madre le disgusta. Comportarse así, es ser devotos superficiales de la
Virgen de la Merced, que es casi como igual a nada.
¿En qué consiste ser devotos de la Virgen de la Merced? Ser devotos
de la Virgen de la Merced quiere decir no solo acordarnos de Ella en su día, el
24 de Septiembre, aniversario de la Batalla de Tucumán, sino todos los días del
año y todos los días de nuestra vida; es regalarle nuestro tiempo, es dedicarle
tiempo para rezar, para regalarle flores espirituales, que son las Ave Marías
del Rosario; es demostrarle a la Virgen, así como un hijo le demuestra a su
madre su amor, no solo no haciéndola renegar, sino siendo bueno, amable,
afectuoso y obediente con ella, que queremos que esté contenta con nosotros, y
para así nos esforzamos por vivir en gracia, confesándonos con frecuencia,
asistiendo a la Santa Misa a recibir a su Hijo Jesús en la Eucaristía, evitando
todo pecado, como un hijo evita hacer, pensar o decir lo que ofende a su madre
amada.
Preguntamos
nuevamente: ¿en qué consiste ser devotos de la Virgen de la Merced? Y para
saberlo, miremos un ejemplo de devoto a la Virgen, como el General Belgrano:
confió en Ella en el momento más crucial de su vida, en momentos de peligro,
como el día anterior a la Batalla de Tucumán; le prometió y le dio todo lo que
él era, que era el ser General, porque al darle el bastón de mando del
Ejército, en cierta manera, le estaba dando todo su ser, todo lo que él era en
la vida; puso toda su vida en manos de la Virgen, y a lo largo de su vida,
demostró, con todas las fallas que los seres humanos tenemos, que deseaba
siempre permanecer bajo su maternal manto.
Ser
devotos de la Virgen, entonces, es llevarla en el corazón todo el año, o mejor
aún, es consagrarnos a Ella, para vivir en su Inmaculado Corazón todo el año,
no solo evitando el pecado, sino buscando de darle contento, viviendo los
Mandamientos de la Ley de Dios, todos los días, todo el día.
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