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martes, 16 de julio de 2024

Nuestra Señora del Carmen y el Escapulario que libra del fuego del Infierno eterno

 




          La historia del Escapulario de la Virgen del Carmen comienza el día 16 de julio del año 1251, en el que la Madre de Dios se le apareció a quien en ese momento fuera superior de la Orden de los carmelitas, San Simón Stock. La Santísima Virgen, quien llevaba en una mano al Niño Dios, de corta edad y en la otra el Santo Escapulario, enseñándole éste último, le dijo estas palabras: “El que muera con el escapulario puesto, no padecerá el fuego eterno”, entendiendo, obviamente, por “fuego eterno”, el fuego del infierno. En otras palabras, la Virgen promete que, todo aquel que, llevado por la fe en sus palabras, por el amor a su Hijo Jesucristo, por el amor a su Inmaculado Corazón y por la devoción al Santo Escapulario del Carmen, no se condenará en el fuego del Infierno. Es decir, no promete, a quien use el Escapulario, directamente el Cielo, pero al menos, cierra, con el poder de la Sangre de Cristo y con la fuerza del amor maternal de la Virgen, las tenebrosas Puertas del Infierno, para el que sea devoto del Santo Escapulario y, por amor a la Virgen, lo lleve puesto hasta el último suspiro en esta vida terrena. La Virgen prometió además que Ella acudiría al próximo sábado después de la muerte de quien usara el Santo Escapulario, de modo que si alguien va al Purgatorio, pasará como máximo seis días en él, aunque hay que tener en cuenta que en el Purgatorio un minuto equivalen como a cien años terrestres o más.

         Ahora bien, para valorar más este preciosísimo regalo del cielo que es el Escapulario del Carmen -porque no es un invento de los sacerdotes para que haya más devoción, sino un verdadero regalo de la Virgen y de su Hijo Jesús-, es necesario considerar de qué es aquello de lo que nos salva el Escapulario, y es principalmente, del fuego del Infierno. Por este motivo es necesario considerar, al menos brevemente, en esta espantosa realidad, que es eterna, que dura para siempre y que lamentablemente, como dicen los santos, cuando los predicadores hablan de él, es igual a nada, porque el hablar del Infierno no se compara en nada en cuanto a su realidad. Sin embargo, por poco que sea, debemos hablar del Infierno, cuyas Puertas son cerradas por el Santo Escapulario del Carmen y al pensar en el Infierno, cuando pensamos en su terrible y pavorosa realidad, cuando pensamos aunque sea por un instante en los horrores inimaginables de los abismos insondables de ese lago de fuego interminable que es el Infierno, en las torturas atroces que sufren los condenados por parte de los Demonios, en los dolores insoportables producidos por el fuego que nunca jamás se habrá de apagar y que provoca ardor inaguantable tanto en el alma como en el cuerpo; cuando pensamos que además del dolor insoportable, invade a los condenados el espanto, el terror, el horror, que es imposible de describir, porque la vista de los demonios y del mismo Lucifer es tan espantosa y horrorosa que hace que el alma estalle en alaridos no solo de dolor, sino de espanto y de terror, tratando de escapar de su horrorosa visión pero en vano, sin poder escapar nunca jamás de la presencia de los ángeles del Infierno sufriendo para siempre tanto el dolor como el horror; cuando pensamos en el terror espantoso que los condenados sufren al ver cara a cara no solo a los demonios y a los otros condenados sino al mismo Satanás, la Serpiente Antigua, que provoca un espanto de muerte con solo intuir su presencia y que en el Infierno no se puede escapar de él para siempre; cuando nos damos cuenta que todos estos horrores espantosos no son solo sino el comienzo del comienzo y que nunca jamás tendrán fin, y que solo por llevar el Santo Escapulario de la Santísima Virgen del Carmen y por la infinita Misericordia Divina de su Divino Hijo Jesús habremos de salvarnos, no podemos sino postrarnos de rodillas y con la frente en el suelo dar gracias por su infinita misericordia por su infinito amor, porque quien desea llevar el Santo Escapulario, es porque ha sido elegido por la Virgen para que lo lleve; quien desea llevar el Santo Escapulario del Carmen, es un hijo que ha respondido al llamado amoroso de la Madre de Dios que ha elegido a su hijo para vestirlo con su hábito carmelita, como un signo de predestinación eterna, como un signo de salvación eterna, como un signo de que Ella lo ha elegido para ser salvado, ya desde aquí en la tierra, para no ser condenado en lago del fuego, sino para gozar sin fin en las mansiones eternas de Dios en el Reino de los cielos.

Por último, el uso del Escapulario implica llevar una vida cristiana, lo cual quiere decir hacer el propósito de luchar por una verdadera conversión del corazón a Jesucristo, de frecuentar los sacramentos, sobre todo la Penitencia y la Eucaristía, de observar los Diez Mandamientos, de observar los Mandamientos de Jesús en el Evangelio, los Preceptos de la Iglesia, las Obras de caridad. Solo así, al fin de nuestras vidas, y con el Santo Escapulario y por la infinita Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, salvaremos nuestras almas y las de nuestros seres queridos.


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