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jueves, 9 de febrero de 2017

Acerca de la Perpetua Virginidad de María y la diabólica herejía de Sor Lucía Caram


La Anunciación del Arcángel Gabriel y la Encarnación del Verbo de Dios
en el seno purísimo de María Siempre Virgen.

(Homilía para la Santa Misa votiva de María, Madre de Dios, 
ofrecida en reparación y desagravio por la pública herejía de
Sor Lucía Caram en contra de la Virginidad Perpetua de María Santísima.
Parroquia San José, Juan Bautista Alberdi, Diócesis de Concepción, 9 de Febrero de 2017)

         En días pasados hemos asistido, estupefactos e indignados, a un artero ataque cometido contra uno de los principales dogmas de nuestra fe católica, el dogma de la Perpetua Virginidad de María. Por lo inesperado y por provenir de quien proviene, una consagrada –Sor Lucía Caram, monja dominica de origen argentino-, recuerda a la traición sufrida por Nuestro Señor Jesucristo de manos de Judas Iscariote. Precisamente, la consagración religiosa tiene su fundamento, su razón de ser y de existir, en la Virginidad Perpetua de María y en la Pureza Inmaculada de Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, el Cordero Inmaculado, sin mancha ni pecado: en ambos, en la Virgen, por ser la Madre de Dios y la Llena de gracia, y en Jesús, por ser el Hijo de Dios y por lo tanto la Santidad y la Pureza Increada en sí mismas, está el origen de la Nueva Humanidad, la humanidad que ha nacido de nuevo por la gracia santificante, que ha sido re-creada a imagen y semejanza del Hombre-Dios. A partir de Jesús y María, la vida del hombre adquiere una nueva dimensión y un nuevo sentido, la dimensión y el sentido de la eternidad, en el Reino de los cielos, en donde ya no habrá “matrimonio” al modo terreno, porque “serán como ángeles”, y el consagrado representa, desde la tierra, este nuevo estado de la humanidad, que es más propia del cielo que de la tierra. Ésta es la razón por la cual un consagrado, que se consagra para testimoniar a los hombres, ya desde esta vida, la vida futura en el Reino de Dios, jamás puede negar la Virginidad Perpetua de María, porque está traicionando su propia consagración.
         Pero además, las declaraciones de Sor Lucía Caram constituyen una ofensa y un ultraje gravísimos a la persona de la Madre de Dios, que fue concebida sin pecado original y Llena de gracia para ser, precisamente, la Madre de Dios Hijo, y por ser la Madre de Dios Hijo, debía, por su dignidad, amar a Dios con el Amor del Espíritu Santo y no estar sujeta a ningún otro tipo de amor terreno y mundano, aun cuando fuera el amor puro de un hombre inigualablemente santo como San José. Si María debía ser la Madre de Dios, debía ser Virgen y Llena del Espíritu Santo, sin pecado original, para concebir por el Amor de Dios y no por el amor humano, y como Madre de Dios, debía dar a luz virginal y milagrosamente a Dios Hijo, y debía permanecer Virgen, como lo permanece, por toda la eternidad, en virtud de su dignidad de Madre de Dios. Negar el dogma de la Perpetua Virginidad de María, además de mancillar su nombre y el de su Hijo, es negar también los otros dogmas marianos, pues todos están interrelacionados.
         Rechazamos, de un modo categórico, total y absoluto, las blasfemas, heréticas y sacrílegas declaraciones de Sor Lucía Caram, difundidas por la televisión española y por las redes sociales; negamos absolutamente lo que esta supuesta consagrada afirmó sin pudor, que María Santísima y San José tuvieron relaciones maritales, al tiempo que afirmamos nuestra fe, de modo inquebrantable, en la Virginidad Perpetua de María, en la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo, en el Nacimiento del Verbo “como un rayo de sol atraviesa un cristal” y en la condición de María Virgen antes, durante y después del parto, tal como nos lo enseñan la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia[1].
         Al mismo tiempo que rezamos y ofrecemos el Santo Sacrificio de la Misa en reparación y desagravio por las desafortunadas declaraciones de Sor Lucía Caram[2] –la “entrevista” completa, de más de media hora[3], abunda en otras blasfemias y finaliza con un durísimo ataque a Nuestro Señor Jesucristo, sobre lo cual no nos explayamos por pudor y para no caer en el agravio personal, pues somos humanos y débiles-, pedimos también por nuestra conversión, admitiendo que también somos pecadores, y por la conversión de todo el mundo.




[1] Cfr. Mt 1, 25; Lc 1, 26-38; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 499: “La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo, ‘lejos de disminuir consagró la integridad virginal’ de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la ‘Aeiparthenos’, la ‘siempre-virgen’”; n. 510: “María ‘fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre’: ella, con todo su ser, es ‘la esclava del Señor’ (Lc 1, 38)”.
[2] Hasta el momento, no sólo no se retractó, sino que ofreció unas pseudo-disculpas, en donde abunda únicamente en auto-elogios hacia su persona.
[3] https://www.youtube.com/watch?v=zSpsInvIak4

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