¿Por qué la Virgen es “Mediadora de todos las gracias”? La
pregunta surge porque parecería no haber necesidad de su mediación puesto que
Dios puede, con su omnipotencia,
conceder sus gracias sin necesidad de intercesores. Y es verdad que Dios puede
hacerlo, pero sin embargo, movido por su amor misericordioso a los hombres,
decretó que habría de dar sus gracias -absolutamente todas- a través de la Virgen
María, al tiempo que decretó que todas las gracias que los hombres quisieran de
Él conseguir, las obtendrían todas -absolutamente todas-, desde las más
pequeñas hasta las más grandes, a través de la Madre de Dios. Es decir, por un
lado, Dios quiere que su gracia -que proviene de Él como Gracia Increada y
Fuente de toda gracia que Es-, pase a través de María y descienda a través de la
Virgen, así como el agua de lluvia se derrama desde el cielo sobre la tierra
por medio de la nube; por otro lado, quiere que los hombres, deseosos de pedir
gracias a Él -las que Él tiene reservadas para dárnoslas sin medida, necesarias
para nuestra eterna salvación-, sean obtenidas por medio de María y sólo por
medio de María. En otras palabras, aunque Dios podría concedernos sus gracias
directamente, ha querido sin embargo que tanto las gracias que Él desea
concedernos, como las gracias que los hombres le solicitamos a Él, pasen a
través de María.
¿Cuál es la razón de esta decisión divina? La respuesta está
en los santos: nos enseñan los santos -como San Luis María Grignon de Montfort-
que, en relación con las gracias que nosotros pedimos a Dios, el camino más
seguro, corto y fácil de conseguir esas gracias es a través de María, porque “no
hay nada que la Madre pida al Hijo, que éste no se lo conceda”. A su vez, por
parte de Dios, no hay ninguna gracia que Él no quiere darnos que deje pasar por
la Virgen. Entonces, volvemos a preguntarnos, ¿por qué quiere que sea la Virgen
la Mediadora de todas las gracias? Porque así se asegura que las gracias -todas
las gracias-, sean concedidas, sin excepción, tanto de parte de Dios, que
quiere darlas, como de los hombres, que quieren recibirlas: al decretar que la
Mediadora de todas las gracias sea la Virgen, Dios se asegura de que, de parte
suya, ninguna gracia sea negada a los hombres, porque Él no le niega nada a
Aquella que es su Hija predilecta –es hija de Dios Padre-; a Aquella que es la Madre
de su Hijo Unigénito –es Madre de Dios Hijo-; a Aquella en quien inhabita el
Divino Amor –es Esposa de Dios Espíritu Santo-; por parte de los hombres, Dios
elige a la Virgen –Madre de Dios y de los hombres- para que sea la Mediadora de
todas las gracias, porque se asegura así que las gracias que los hombres piden sean
concedidas, porque para dirigirse a la Virgen en su condición de Madre de Dios
y de los hombres, estos no pueden hacerlo de cualquier manera sino con un amor
filial, sincero, sobrenatural, a su Madre celestial, de la misma manera a como
un hijo se dirige a su madre, a quien ama con todo el corazón, y una petición
así dirigida, hecha con amor de hijo hacia la Madre celestial, es una petición
a la que Dios no se puede negar.
Que Dios quiera dar sus gracias para la eterna salvación a
los hombres, y que la Virgen sea la Mediadora universal de todas estas gracias,
se observa de modo patente en las apariciones de la Virgen a Santa Catalina
Labouré, puesto que esas gracias estaban representadas en los rayos de luz que
brotaban de los anillos que adornaban sus manos, aunque también había anillos
de los que no se irradiaba la luz, siendo estas las gracias que muchos de sus
hijos no se las piden, porque no aman a la Virgen ni confían en Ella, en su
condición de ser Mediadora de todas las gracias.
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