Las apariciones de la Virgen en Fátima a los tres
Pastorcitos son una de las más grandiosas manifestaciones marianas de todos los
tiempos y dentro de todos sus mensajes espirituales, uno de los más importantes
está relacionado con el rezo del Santo Rosario: ese mensaje es que la Virgen quiere que
sea rezado por todos, pero especialmente por los niños, porque cuando la Virgen
se les apareció, los Pastorcitos tenían edades que oscilaban entre los siete y
los diez años.
Ya desde la primera aparición, acaecida el 13 de mayo de
1917, la Virgen manifestó su interés –que es el interés del mismo Dios Trino-
en que se rezara el Rosario. En esa ocasión Lucía le preguntó si ella y Jacinta
irían al cielo, y la Virgen le contestó que sí, pero cuando preguntó por
Francisco, la Madre de Dios contestó: “También irá, pero tiene que rezar antes
muchos rosarios”. Aquí hay una primera indicación que señala al Rosario como
camino para llegar al cielo. Luego de decir esto, la Virgen de Fátima abrió sus
manos y les comunicó a los tres Pastorcitos una luz divina muy intensa. Ellos
cayeron de rodillas y alabaron a la Santísima Trinidad y al Santísimo
Sacramento. Luego la Virgen señaló: “Rezad el Rosario todos los días para
alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. La Virgen les hace
experimentar la luz de Dios, después de pedirles que recen el Rosario, para que
nos demos cuenta que esa misma luz invade el alma, por la gracia, cuando se
reza el Rosario. Después les pide que recen el Rosario “todos los días para
alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”, porque en ese entonces, se
desarrollaba la Primera Guerra Mundial. Efectivamente, al poco tiempo, esta
Guerra terminó y hoy si bien no hay una Guerra Mundial, sí hay muchos motivos
para rezar el Rosario, ya que se necesita paz para las personas, para las
familias, para la sociedad y también para todo el mundo. Y algo muy importante,
la paz que se obtiene por el rezo del Rosario, no es una paz que viene de los
hombres, sino que es una paz que, viniendo de Dios, nos la trae la misma Virgen
María.
En
la segunda aparición la Virgen María se les presentó después que ellos rezaron
el Santo Rosario, para que nos demos cuenta de cómo Ella está escuchando
nuestro rezo de cada Rosario, y en la tercera ocasión Nuestra Señora les enseñó
una oración para pedir ser librados del infierno y la misericordia divina:
“Cuando recen el Rosario, decid después de cada misterio: ‘Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia’”. Como podemos ver, el Rosario, además de
alcanzarnos la paz de Dios, es una oración que nos ayuda a llegar al cielo y evitar el infierno, y además para implorar misericordia a Dios, pidiéndole por la conversión de los pecadores.
Para
la cuarta aparición Jacinta le preguntó a la Madre de Dios lo que quería que se
hiciera con el dinero que la gente dejaba en Cova de Iría. La Virgen les indicó que el dinero era para la Fiesta
de Nuestra Señora del Rosario y que lo que quedaba era para una capilla que se
debía construir. En esa misma aparición, la Virgen tomó un aspecto muy triste y
les dijo: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque
muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por
ellas”. La expresión de tristeza de la Virgen se debe a que, como Madre, Ella ve
cómo muchos de sus hijos se dirigen a la condenación eterna, por no tener quién
rece por ellos. En las apariciones de Fátima, la Virgen se mostraba con su
Inmaculado Corazón rodeado de espinas, que significan nuestros pecados y su
dolor porque sus hijos no se convierten a Dios y este dolor se calma, en gran
medida, por el rezo del Rosario. Nuevamente, aquí se manifiesta el gran poder
que tiene el Rosario para pedir por los pecadores, y además, para calmar el
gran dolor de la Virgen, ya que la Virgen experimenta un gran consuelo cuando
rezamos el Rosario pidiendo por sus hijos que están más alejados de Dios. ¡Un
motivo más para rezar el Santo Rosario!
Al
llegar el día de la quinta aparición, los niños llegaron a Cova de Iría con dificultad debido a las miles de personas que les
pedían que presentaran sus necesidades a Nuestra Señora. Los pastorcitos se
pusieron a rezar el Rosario con la gente y la Virgen, al aparecerles, animó
nuevamente a los niños a continuar rezando el Santo Rosario para alcanzar el
fin de la guerra.
Una vez más, la Virgen se les aparece después que ellos rezan el Rosario, lo
cual nos hace ver cómo está María presente, en medio nuestro, cuando rezamos el
Rosario.
En
la última aparición, antes de producirse el famoso milagro del sol, en el que
el astro pareció desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre, la
Madre de Dios pidió que hicieran en ese lugar una capilla en su honor y se
presentó como la “Señora del Rosario”. Posteriormente, tomando un aspecto más
triste dijo: “Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy
ofendido”. Esto sucedió el 13 de octubre de 1917. El rezo del Santo Rosario
puede causar milagros más grandes que el ver danzar al sol, y es la conversión
de un corazón a Jesús, Sol de justicia, y esto se debe a que, en el Rosario,
interviene la Madre de Dios concediendo sus gracias, aunque nosotros no nos
demos cuenta.
Después
de las Apariciones de la Virgen, unos 40 años después, Lucía, convertida en
monja carmelita descalza, dio una entrevista al entonces Postulador de la Causa
de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto y a algunos miembros del alto
clero. Allí manifestó que la Santísima Virgen les dijo, tanto a sus primos como
a ella, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo
Rosario y el Inmaculado Corazón de María. Esto es particularmente importante
para nuestros días, por lo que debemos rezar el Santo Rosario con fervor y
amor, y consagrarnos al Inmaculado Corazón de María, para aliviar al Corazón de
Jesús, que sufre por las almas que no quieren convertirse y viven en el camino
del error y del mal.
Pero
además, el Rosario es fuente de gracias inimaginables; podemos decir que
tenemos en nuestras manos la llave que abre los tesoros del Corazón de Jesús, y
ésa llave es el Santo Rosario. Con el Rosario podemos conseguir todas las
gracias que pidamos y la solución de todos los problemas, porque es la Virgen,
nuestra Madre, la que interviene cuando le pedimos algo a través del Rosario.
Dice así Sor Lucía: “No hay problema por más difícil que sea: sea temporal y,
sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de
nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas,
o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil
que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”. “No hay
problema que no pueda ser resuelto por medio del rezo del Santo Rosario”;
entonces, ¿qué esperamos para rezarlo?
Sor
Lucía dijo también que con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos,
consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. “Por
eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos
pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos
el Santo Rosario”, advirtió.
Por
medio del Santo Rosario, el camino de la salvación eterna será fácil y
agradable, porque con el Santo Rosario “practicaremos los Santos Mandamientos,
aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir
perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno
de nosotros”.
Por
último, dice Sor Lucía que el Rosario es un arma, un arma espiritual, una de
las más grandiosas que podamos tener en nuestras manos; un arma con la que nos
venceremos a nosotros mismos, a la tentación y al Demonio y lograremos
resonantes triunfos espirituales: “El Rosario es el arma de combate de las
batallas espirituales de los últimos tiempos”, afirmó la vidente de la Virgen
de Fátima.
Además
de todo esto, podemos decir que el Santo Rosario es la forma más hermosa de
agradar a Nuestra Madre del cielo, la Virgen, porque cada Ave María es una rosa
espiritual que le regalamos a la Virgen, lo que significa que cada Rosario es
un hermoso ramo de rosas que le damos a Nuestra Madre celestial. Y es la
oración que más le gusta, porque le hacemos recordar el momento en que el Ángel
le anunció la noticia más maravillosa para toda la humanidad: que Ella sería la
Madre de Dios. También le recordamos que esté con nosotros en la hora en que
debamos pasar de este mundo a la otra vida, para luego seguir estando con Ella
y con Jesús para siempre. Con el Rosario, entonces, agradamos al Inmaculado
Corazón de María y le quitamos un poco la tristeza que le dan muchos de sus hijos,
que no se acuerdan de Ella.
Paz
de Dios, conversión de los pecadores, alivio del Corazón de María, alivio del
Corazón de Jesús, fuente de gracias, cumplimiento de la voluntad de Dios, vida
de santidad. ¡Recemos el Rosario!