¿Por qué celebra la Iglesia el nacimiento de una Niña, nacida hace más de veinte siglos, en Palestina? Las razones son muchas.
La Iglesia celebra el Nacimiento de la Niña Santa María, porque esta Niña fue una Niña Santa, pero la Iglesia no celebra porque el nacimiento de esta Niña fue el nacimiento de una niña santa entre tantas;
tampoco lo celebra por ser la Niña más santa entre las santas; la Iglesia celebra su nacimiento por otras razones, más misteriosas, profundas y sobrenaturales: la Iglesia
celebra la Natividad de la Virgen María, porque su nacimiento indica el inicio
de una Nueva Era para la humanidad; su Nacimiento señala el comienzo de las
profecías mesiánicas contenidas ya en el Génesis, cuando Dios había prometido a
la humanidad el envío de un Mesías, Redentor y Salvador del mundo, porque la
Virgen es la que habría de dar a luz a este Redentor, que era Dios y Hombre,
que por ser Dios, no necesitaba nacer, porque era Dios desde la eternidad, pero
en cuanto Hombre, debía nacer en el tiempo, y para que el Hombre-Dios pudiera
nacer en el tiempo, es que la Santísima Trinidad creó a esta Niña, Santa María
Virgen, dotándola de tanta gracia y santidad, que sólo habría de aventajarla su
Hijo, el mismo Dios.
La Iglesia celebra, se alegra y festeja el Nacimiento de la
Virgen, porque el nacimiento de María Virgen es el hecho más importante para la
humanidad, después de la Encarnación y Nacimiento del Verbo de Dios humanado: la
Iglesia celebra el Nacimiento de la Niña Santa María, porque esta Niña habría
de ser la Madre de Dios, al darlo a luz virginalmente en el Portal de Belén, y habría
de ser también la Madre de todos los hombres, en la cima del Monte Calvario,
engendrándolos en su Inmaculado Corazón, por el Amor del Espíritu Santo. El nacimiento
de esta Niña señala entonces el inicio de una Nueva Humanidad, la humanidad de
los hijos adoptivos de Dios, la humanidad de los hombres regenerados por la
gracia santificante, nacidos a la vida nueva de la gracia, al pie de la cruz,
por la Sangre derramada del Costado traspasado de Jesús y adoptados como hijos
por la Virgen, de pie al lado de la cruz y por eso la Iglesia celebra y festeja
su Nacimiento.
La Iglesia celebra el Nacimiento de la Niña Santa María,
porque esta Niña, Virgen y Madre de Dios, es también su Madre, porque esta Niña
que nace hoy, Santa María Virgen, es Madre de la Iglesia, porque dio a luz virginalmente
a la Cabeza de la Iglesia, Jesucristo, y a los miembros del Cuerpo Místico de
Cristo, los bautizados.
La Iglesia celebra el
Nacimiento de la Virgen, porque la Niña que nacía hoy, hace más de XX siglos, era
la Niña Virgen que habría de llevar en su seno al Hijo de Dios, a Dios Hijo encarnado,
y lo habría de dar a luz en Belén, Casa de Pan, para que los hombres se
alimentaran con el Pan de Vida eterna, Jesús en la Eucaristía. El nacimiento de
esta Niña, representaba para la humanidad el fin del hambre de Dios, porque esta
Niña sería la que alimentaría a la humanidad con un Nuevo Pan, un Pan
super-substancial, el Pan bajado del cielo, el Pan Vivo que da la Vida eterna, el
Verdadero Maná del cielo, la Eucaristía.
Finalmente, la Iglesia celebra el Nacimiento de la Virgen,
porque esta Niña que nacía hoy era la Mujer de la que habla el Génesis, la que
aplasta con su pie la cabeza de la Serpiente (cfr. Gn 3, 15); era la Mujer del Calvario, a la que el Hombre-Dios
Jesucristo le habría de encomendar a todos los hombres, para que los adoptara
como hijos suyos y como hijos de Dios, al pie de la cruz (cfr. Jn 19, 26ss); esta Niña que nacía hoy era
la Mujer del Apocalipsis, “toda revestida de sol, con la luna bajos sus pies y
una corona de estrellas” (Ap 12, 1),
que era Asunta al cielo en cuerpo y alma glorificados, como anticipo de la
glorificación de los hijos de Dios, y como la Virgen es Madre de los
bautizados, la Iglesia celebra el nacimiento de quien habría de conducir a los
hijos de la Iglesia a los cielos, al Reino de Dios, el encuentro con el Rey de
reyes, Jesucristo.
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