El ángel anuncia a José en sueños
“Lo engendrado en Ella viene del Espíritu Santo” (cfr.
Mt 1, 16.18-21.24a). El ángel revela
a José el origen de la concepción de María. Las palabras del ángel encierran un
misterio insondable: lo engendrado en María proviene del Espíritu Santo, es
decir, no se trata de modo alguno de una concepción humana.
Pero no bastan ni la afirmación directa: “Lo engendrado
en Ella viene del Espíritu Santo” ni la negación indirecta: “No es una
concepción humana” para abarcar, comprender, o aprehender el misterio que las
palabras del ángel encierran.
El ángel le dice a José que lo que ha sido engendrado
en María viene del Espíritu Santo, con lo cual descarta de plano cualquier
concepción de origen humano. Pero el misterio es demasiado grande para ser
encerrado en las palabras del anuncio del ángel.
¿Cuál es el alcance de las palabras del ángel? El
ángel revela a José algo inconcebible para la mente humana o angélica: el Hijo
eterno del Padre, el Verbo pronunciado eternamente por el Padre, se encarna,
asume un cuerpo humano, en el seno virgen de María. El Verbo eterno, que
procede eternamente del Padre, se
encarna en un cuerpo humano, asumiéndolo en su Persona divina, tomándolo como
propiedad suya, para ser ofrendado en
sacrificio como el Cordero de Dios, como el Pan de Vida eterna.
Dios, que es Trino en Personas, convierte el seno
virgen de María en Templo y Morada del Verbo Encarnado, del Hijo de Dios
humanado sin dejar de ser Dios, que entra en el tiempo, procediendo eternamente
del Padre, para cumplir su misterio pascual de muerte y resurrección, misterio
por el cual no sólo quitará los pecados del mundo, sino que donará el Espíritu
Santo a la humanidad.
El seno virgen de María se convierte, por el poder del
Espíritu Santo, por el querer del Padre y por la amorosa obediencia del Hijo,
en el Sagrario y Tabernáculo que custodia a la Palabra eterna del Padre,
hecha carne. Es el Espíritu Santo, el Amor del Padre y del Hijo, quien ha
obrado este prodigio admirable de la Encarnación del Verbo.
Lo engendrado en Ella viene del Espíritu Santo, viene
del Amor de Dios Trino, es obra del Amor divino, no del amor humano esponsal –por
el contrario, el amor esponsal es santo porque es imagen y símbolo del amor
esponsal de Cristo Esposo por su Iglesia Esposa-, y el misterio no va en
desmedro del amor esponsal, sino que es inevitable su comparación para caer en
la cuenta de la inmensidad del amor divino puesto en esta obra de la Encarnación del Verbo.
“Lo engendrado en Ella viene del Espíritu Santo”,
quiere decir entonces, lo engendrado en Ella viene del Amor purísimo de Dios,
no del amor humano, y viene del Amor de Dios para donar a los hombres el Amor
divino.
Lo engendrado en María, que
viene del Espíritu Santo, es el cuerpo del Hombre-Dios, Pan de Vida eterna. Si
las palabras del ángel encierran un misterio insondable e incomprensible, no se
agotan en la concepción virginal de María, ya que lo sucedido en María es
figura de lo que sucede en la
Iglesia.
Así como en María, por el poder del Espíritu Santo,
fue engendrado el cuerpo humano del Verbo del Padre para que este se encarnase
y se donase al mundo como Pan de Vida eterna, así, por el poder del Espíritu
Santo, comunicado por el sacerdocio ministerial, se engendra, en el seno virgen
de la Iglesia ,
el cuerpo resucitado de Jesús Eucaristía, Pan de Vida eterna.
Lo engendrado en María
viene del Espíritu Santo; lo engendrado en la Iglesia , el cuerpo de
Jesús Eucaristía, Dios eterno encarnado, viene del Espíritu Santo.
Las palabras humanas no
alcanzan para ni siquiera vislumbrar mínimamente la inmensidad del misterio que
encierran las palabras del ángel.
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