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martes, 24 de septiembre de 2013

Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás nos pide que nos consagremos a su Inmaculado Corazón

         

       ¿Cuál es la razón última de una manifestación tan extraordinaria como la de la Virgen en San Nicolás?
La Virgen vino a San Nicolás a pedirnos que nos consagremos a su Corazón Inmaculado, y es lo que Ella dice explícitamente: “Gladys, no desaparecerá jamás, la presencia de la Madre de Cristo, en este lugar. Desde aquí pido a mis hijos: La Consagración a Mi Corazón. Esa Consagración, que no requiere papeles ni fórmulas, porque esa Consagración irá directamente a Mi Corazón; será única y exclusivamente para Mi Corazón y será recibida por Mi Corazón. Debéis tener mucho amor y devoción a María; oración constante del Santo Rosario y participación diaria en la Santa Eucaristía. En el amor a la Madre, hallaréis el Amor al Hijo; en la oración a la Madre, estaréis en unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo. Bendito sea Jesucristo”[1].
La Virgen, que se manifiesta y se hace presente en San Nicolás, de parte de Dios Padre, quiere que nos consagremos a su Inmaculado Corazón, morada de Dios Espíritu Santo, para que por medio del Amor Divino amemos y conozcamos a su Hijo Jesús. La consagración a la Virgen tiene por único objetivo el que conozcamos y amemos a Jesús, su Hijo, nuestro Redentor y Salvador. Ahora bien, las apariciones de la Virgen en San Nicolás, y su pedido de consagración, no persiguen un mero aumento de la devoción entre los fieles católicos, ni tampoco deben entenderse como un mero pedido del cielo al pueblo fiel para que simplemente “rece más”: la totalidad de las manifestaciones, y el pedido especial de consagración al Inmaculado Corazón de María, se enmarcan y entienden en su plenitud a la luz de las palabras que Dios pronuncia en el Génesis cuando, dirigiéndose a la Antigua Serpiente, el Ángel caído, le anuncia el estado de enemistad permanente e irreversible entre los hijos de María y los hijos de las tinieblas: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer, y entre tu estirpe y la suya” (Gn 13, 14). La urgencia del pedido de la Virgen se entiende todavía más, si se considera que la Nueva Era tiene por objetivo declarado la iniciación y consagración luciferina de la humanidad. La consagración al Inmaculado Corazón de María, por lo tanto, no se limita a un grupo de señoras piadosas, integrantes de cofradías disminuidas en número: la consagración a la Virgen debe ser hecha por la totalidad de los fieles que integran la Iglesia, para que desde la Iglesia se extienda a toda la humanidad el triunfo de los Corazones de Jesús y María.
“Desde aquí pido a mis hijos: La Consagración a Mi Corazón”. El pedido de la Virgen es urgente; tanto más, cuanto que cada día que pasa, las tinieblas parecen cobrar cada vez más fuerza, aunque no debemos jamás dudar del triunfo de la Virgen y de Jesús, triunfo que se da a través del Corazón de María, anunciado también en el Génesis, aunque precedido de tribulaciones: “Ella te aplastará la cabeza, mientras tú acecharás su calcañar” (Gn 13, 15).



[1] Mensaje 1426.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Nuestra Señora de la Merced


          Uno de los títulos de Nuestra Señora de la Merced es el de "Redentora de cautivos". El motivo de esta advocación es que, en nombre de la Virgen de la Merced, la Orden Mercedaria, fundada por San Pedro Nolasco, tenía como misión el rescate de los cristianos tomados como prisioneros por los musulmanes y que, como consecuencia, se encontraban en peligro de perder la fe. A menudo, los frailes mercedarios se ofrecían a sí mismos, para ser canjeados por los prisioneros, obteniendo de esta manera su liberación. Muchos de estos frailes, convertidos en prisioneros voluntarios, morían en esta condición, imitando de esta manera a Jesucristo, que dio primero su vida por nosotros en la Cruz y haciendo realidad sus palabras con sus propias vidas: "Nadie tiene más amor que el da la vida por los amigos" (Jn 15, 13).
          En nuestros días, no se da esta situación, tal como se daba en tiempos de San Pedro Nolasco; sin embargo, los cautivos, no tanto materialmente hablando, sino desde el punto de vista espiritual, han aumentado hasta formar un número inmensamente mayor que el de los cristianos capturados por los musulmanes.
          Hoy en día, existen numerosísimos cautivos espirituales, prisioneros de las más diversas esclavitudes, unas peores que otras, las cuales se presentan disfrazadas de ídolos. Así, muchos son esclavos del ídolo del dinero; otros, del placer; otros, de la música indecente; otros, de la violencia; otros, de la droga; otros, del fútbol y de la política; otros, de la lujuria... La lista de las modernas esclavitudes es interminable, como interminables son los ídolos que el hombre mismo se fabrica, y como interminable es la sed de las pasiones desenfrenadas que estos ídolos despiertan en el hombre. Esta esclavitud moderna es inmensamente peor que la meramente física, porque aún cuando deje en libertad de movimiento el cuerpo, el espíritu es duramente aferrado y atenazado con lazos más duros que el acero, imposibles de romper por creatura alguna.

          Al igual que los mercedarios, que imitando a Jesucristo dieron sus vidas para la liberación de los cautivos, también nosotros, en nombre de Jesucristo y de la Virgen de la Merced, podemos y debemos ofrendar nuestras vidas en el altar eucarístico, uniéndonos a Cristo crucificado e inmolándonos por la liberación de nuestros hermanos, cautivos de tantos lazos y carceleros espirituales, para que obtengan la verdadera libertad, la libertad que da la gracia, la libertad de los hijos de Dios.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El Santísimo Nombre de María



          Una vez se escuchó en el cielo el siguiente diálogo entre las Personas de la Santísima Trinidad. Decía Dios Padre: "He decidido crear una creatura para que sea mi Hija, y esta creatura que será mi Hija será tan hermosa, que los ángeles del cielo, los más hermosos entre todos, palidecerán ante su presencia; la belleza de esta hija mía será tanta y tan grande, que la revestiré de sol, le pondré la luna bajo sus pies, y la coronaré de estrellas, para indicar que al tiempo que es mi Hija predilecta, es también la Reina del universo; dotaré a esta Hija mía predilecta de tanta hermosura, gracia, candor, y de innumerables dotes y cualidades, como de poder, y su poder será el mío propio, y será tanto su poder y su fuerza imbatible, que será llamada "Temible como ejército formado en batalla", y ante su solo nombre temblarán las potestades del infierno, y será tan grande su poder con la que la dotaré, que con su solo piececito de doncella, que aunque la Serpiente Antigua logre morderle su calcañal, mi Hija le aplastará su soberbia cabeza con tanta fuerza, que le parecerá a este Dragón del abismo, que soy Yo mismo, Dios Padre, quien pisa su cráneo contumaz; dotaré a esta Hija mía de tanto poder, que cuando los hombres invoquen su nombre con la Corona de Rosas pidiendo su intercesión, tendrá tanto poder ante Nosotros, que será llamada "Omnipotencia Suplicante", porque todo lo que Ella pida ante nuestra Majestad Trinitaria, le será concedido, en vistas de su hermosura, candor y gracia. Esta creatura, llena de mi gracia y de mi poder, será mi Hija predilecta.
          Luego de escucharse la voz de Dios Padre, que conmovió los cimientos de los cielos, habló Dios Hijo, y esto decía: "Yo contribuiré a tu creación, Padre amado, y haré que esta creatura que es tu Hija, sea al mismo tiempo mi Madre Virgen, porque Yo, que procedo de tu seno de Amor desde la eternidad, deseo encarnarme y nacer entre los hombres para salvarlos, pero para que Yo pueda encarnarme y nacer entre los hombres para ofrendar mi Cuerpo en la Cruz, necesito un seno materno virgen de purísimo Amor, y este será el seno de tu Hija, que será al mismo tiempo mi Madre Virgen; esta creatura asombrará a los ángeles y a los santos, porque al tiempo que permanecerá Virgen antes, durante y después del parto, será mi Madre, y será llamada "Madre de Dios", porque el Hijo que dará a luz en Belén, Casa de Pan, seré Yo, Jesús, el Hijo eterno del Padre, que nacerá en el tiempo de la Virgen Madre, para donar mi Cuerpo humano, tejido en el vientre materno de esta Admirable Madre mía, como Pan de Vida eterna para la salvación del mundo; esta creatura Maravillosa, que será mi Madre Virgen, será llamada "Diamante de los cielos" y "Roca luminosa que irradia la luz eterna", porque al igual que el diamante, que atrapa la luz en su seno para luego irradiarla, quedando intacto antes, durante y después de la emisión de la luz, así mi Madre Amantísima, me recibirá en su seno virginal a Mí, que soy la Luz Eterna e Increada que procede eternamente de Ti, Dios Padre, también Luz Eterna e Increada, y luego de recibirme en su amoroso seno materno, me revestirá de su carne y de su sangre, como hace toda madre con su hijo, y me dará a luz llegada la plenitud de los tiempos, convirtiéndose en Mi Madre amorosa y permaneciendo al mismo tiempo Virgen, y por este prodigio admirabilísimo, que no se vio ni volverá a verse nunca más, ni en el cielo ni en la tierra, será llamada, con asombro, por los ángeles y santos por los siglos sin fin, "Madre de Dios y Virgen Admirable". Esta creatura, que me amará con su mente y su Corazón Purísimos con el Amor trinitario, y me concebirá en su vientre virginal por este Amor, será mi Madre".
          Cuando terminaron de hablar Dios Padre y Dios Hijo, dijo Dios Espíritu Santo: "Esta admirable creatura, que será llamada "Hija de Dios Padre" y "Madre de Dios Hijo", será mi Esposa amantísima, y será llamada "Esposa de Dios Espíritu Santo". La dotaré de un Amor tan puro y excelso, que no habrá nada que no ame por Dios y en Dios, y Dios será su único y purísimo Amor, y cada suspiro suyo y cada respiración suya será un suspiro una respiración de amor por Dios, y su Corazón Inmaculado estará tan lleno de este purísimo Amor de Dios, que todo aquel que escuche sus latidos, escuchará sólo el Amor de la Trinidad, y a todo aquel a quien esta creatura hable, le hablará sólo del Amor de Dios y nada más que del Amor de Dios; su Mente Impecable, emitirá sólo los pensamientos del Pensamiento divino, que son pensamientos de Amor; su Corazón Inmaculado, latirá sólo con el ritmo del Amor divino; su Cuerpo Inmaculado, alojará sólo y exclusivamente al Amor de Dios encarnado, Cristo Jesús, y así esta creatura Espléndida, para cuya hermosura no hay palabras en el lenguaje humano que puedan ni siquiera mínimamente describirla, será llamada "Sagrario viviente del Amor divino" y "Tabernáculo Purísimo del Amor de Dios". Esta creatura, así tan llena de Mí, Espíritu Santo, que con su Amor y Pureza sin Par y con su Candor inigualable, enamorará a quien la contemple, será mi Esposa Purísima y Amantísima".

          Y entonces, habiendo terminado de hablar Dios Espíritu Santo, las Tres Santísimas Personas de la Trinidad dijeron al unísono: "Su nombre será María".