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lunes, 23 de enero de 2012

María, Reina de la paz


          
          María es Reina de la paz porque Ella nos trae a Jesús, Dador de paz, y por eso, la paz que da María como Reina es la misma paz de Jesús, que es la paz de Dios y no la del mundo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; no como la da el mundo” (Jn 14, 27). La paz de Jesús –y la paz de la Virgen- no es la paz del mundo: esta es una mera no beligerancia, una simple ausencia de conflictos, lograda siempre a costa de sangre y fuego; la paz del mundo es una paz meramente exterior, conseguida por la violencia, por la supresión violenta de los que se oponen al orden mundano establecido.
         Como la del mundo, la paz de Cristo se consigue también a sangre y fuego, pero la Sangre de su Corazón y el Fuego de su Amor; a diferencia de la paz del mundo, la paz de Cristo es una paz interior, profunda, que radica en lo más hondo del ser y del alma, y es concedida por Él desde la Cruz antes de morir, al perdonarnos el pecado de deicidio, como dice Luisa Piccarretta: “Os perdono y os doy la paz”.
         María es Reina de la paz porque nos trae a Cristo, paz de Dios, que nos reconcilia con Dios, y si Cristo nos reconcilia con Dios, Ella nos reconcilia con Cristo, como dice San Luis María Grignon de Montfort: “A Cristo por María”. Según este santo, si María no nos da su paz, si María no nos reconcilia con Cristo, difícilmente podremos ser recibidos favorablemente por Él.
         María es entonces Reina de la paz, por traernos a Cristo, Rey de paz, y por pacificar nuestros corazones, rebelados contra Dios, con la misma paz de Cristo.

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