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domingo, 20 de marzo de 2011

Oremos con el icono de la Madre de Dios Hodegetria o La que muestra el Camino



Según la Tradición, este ícono de la Madre de Dios “Hodegetria” o “Ella que muestra el camino”, fue pintado por el apóstol san Lucas.

Recibe su nombre debido a un milagro de la Virgen. Cuenta la historia que María se les apareció a dos hombres ciegos y los condujo hasta la sagrada imagen, en donde recobraron la vista.

¿Qué es lo que nos dice este icono? ¿Cómo podemos rezar con él?

Para saber qué es lo que nos dice, y para saber cómo podemos rezar, debemos considerar el milagro acaecido a través de la imagen, la curación de la ceguera corporal de dos ciegos.

Ante todo, hay que tener en cuenta que la ceguera corporal es figura de la ceguera espiritual; con esta primera consideración, podemos tratar de determinar qué es lo que nos dice la imagen.

El hecho de que la Madre de Dios se apareciera a dos no videntes significa que es Ella la que conduce a la luz de la fe a aquellos que no la poseen y que por lo tanto viven en las tinieblas del mundo. El icono, con el milagro de la curación de los ciegos corporales, nos estaría diciendo que es la Virgen quien concede la luz de la fe para que se pueda contemplar a la Luz del mundo, Jesucristo.

Pero hay otro elemento más, también sobrenatural, con el cual podemos rezar, y ese elemento es el mismo icono “Hodegetria”, y es por esto que tenemos que considerar qué es lo que significa un icono en general, para aplicarlo a este en particular.

Según la historia de esta imagen, los dos ciegos, conducidos por la Madre de Dios, recobraron la vista una vez delante del ícono. Esto es una prefiguración de cómo el icono es una puerta abierta al mundo sobrenatural de la gracia y de la vida divina: así como los ciegos recuperan la vista delante de él, así, quien contempla un icono puede recibir el don de la fe en Cristo Jesús, y esto se debe a que un icono no es una pintura cualquiera, ni es un cuadro pictórico que se compone según las técnicas humanas. Es una ventana a lo sobrenatural, a la vida de la gracia, a la vida de Dios y de Cristo. No es un cuadro religioso: es una imagen celestial inspirada desde el cielo, que conduce al cielo; si bien posee elementos terrenos —naturaleza, objetos, seres humanos—, conduce al cielo a través de lo que ha sido pintado. Los ciegos fueron guiados por la Virgen y recobraron la vista delante del icono de la Madre de Dios y de su Hijo Jesucristo: cuando pudieron ver, tenían delante de sí a la Madre de Dios y a Jesús en el icono, y esto en sí mismo es un milagro dentro de un milagro, porque al milagro de recobrar la vista corporal se le suma el de contemplar, con los ojos de la fe, a la Madre de Dios y a su Hijo, Cristo Dios. El hecho de que es el icono lo primero que ven los ciegos, ya curados, con sus ojos corporales, es un símbolo de quien abre sus ojos a la verdadera fe: contempla a la Madre de Dios y a su Hijo Jesucristo.

Pero además, este episodio, con la sagrada imagen como protagonista, representa otras realidades sobrenaturales: el don de la fe en Cristo como Hombre-Dios, y el don de la fe en la Iglesia como dadora del don eucarístico, porque así como los ciegos fueron guiados por la Virgen María y recuperaron su vista ante la imagen del icono, así quienes se dejan guiar por la Madre de Dios recibirán la fe en su Hijo Jesucristo. Y de un modo análogo, quienes se dejen conducir dócilmente por la Santa Madre Iglesia, llegarán a la luz en el conocimiento de Cristo Eucaristía.

Por último, si bien es la Virgen la que indica el camino, lo que nos dice el icono es que Ella no es el camino, sino “La que muestra el camino” que conduce a Jesucristo. Quien se deja conducir dócilmente por María, en medio de las tinieblas del mundo, es llevado a contemplar la luz eterna, que es su Hijo Jesucristo, “Dios de Dios, Luz de Luz”. La Virgen señala un camino, y es Jesús el Camino de luz eterna señalado por Ella en el icono.

El ícono “Hodegetria” es una fuente de gracia para los que buscan a Dios: abre nuestros ojos del alma para que contemplemos a la Madre de Dios, que nos dona a su Hijo Jesucristo en la Eucaristía.

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