Según la Tradición de la Iglesia, el nombre de este icono está relacionado con el himno homónimo, dedicado a la Santísima Theotokos (Madre de Dios). El 11 de junio del año 980, llegó hasta la celda de un novicio recluido en el monte Athos un extraño vestido con hábito monástico. Este se quedó junto al novicio rezando las horas de la liturgia y, al llegar la noche, en el momento en que el joven iba a cantar el himno dedicado a la Madre de Dios llamado “Más honorable que los querubines”, el monje comenzó a cantar un himno nuevo, desconocido, que comenzaba con las palabras “Es verdaderamente misericordiosa”, las cuales se añadían al inicio de la estrofa habitual “Más honorable que los querubines”.
El novicio, sorprendido, pidió al extraño monje que escribiera las palabras del himno para él, pero en la celda no había dónde hacerlo.
Entonces el monje, con su dedo, escribió las palabras sobre una piedra. Una vez que terminó de escribir, dijo: “Desde ahora, tú y todos los cristianos ortodoxos cantarán de esta manera”. Luego dijo su nombre, arcángel Gabriel, y desapareció. El icono delante del cual el Arcángel y el novicio cantaron el himno, conocido como “Misericordiosa (Madre de Dios)”, recibió un segundo nombre, “Es verdaderamente misericordiosa”.
¿Por qué es misericordiosa la Virgen? Ella lo es porque ante todo es misericordiosa para con su Hijo Jesús, porque lo socorre y auxilia en todo lo que El necesita, desde que se encarna en su seno, hasta cuando es ya adulto y muere en la cruz.
La Virgen obra con Jesús su misericordia ya desde el vientre materno. Al encarnarse, el Hijo de Dios, el Unigénito, necesita alimentación, refugio materno y cuidado, como todo niño recién concebido, y es la Virgen la que aloja en su seno virginal al Dios Omnipotente, que se hace débil embrión en su útero virgen; es Ella la que alimenta a este Niño desde que es sólo un grupo de células que están creciendo; es la Virgen la que reviste a este Niño, que es el Dios Invisible, dándole de su propia sustancia materna, permitiendo así que El es sea Visible.
Cuando nace milagrosamente en Belén —como un rayo de sol atraviesa un cristal, dicen los Padres de la Iglesia—, es la Virgen la que, misericordiosamente, recibe al Hijo en sus brazos cuando se lo presentan los ángeles; es la Virgen la que, en el Portal de Belén, en la fría noche, abriga con amor maternal al Niño Dios, que, aterido, llora en su cuna; es la Virgen la que, misericordiosamente, amamanta a su Hijo, que siendo el Dios Creador del Universo, ahora, como recién nacido, siente hambre. Cuando Niño, Ella se comporta misericordiosamente para con su Hijo, preparándole el alimento diario; es Ella quien lo busca durante tres días, con inmenso amor de Madre, cuando piensa que el Niño ha desaparecido y lo encuentra finalmente entre los doctores del Templo.
Ya adulto, es la Virgen la que socorre misericordiosamente a su Hijo en la Vía Dolorosa, en el Camino de la Cruz, consolándolo con su mirada amorosa, con sus lágrimas, con su presencia de Madre; es la Virgen la que acompaña, de pie ante la cruz, a su Hijo que muere crucificado; es la Virgen la que, en silencio, con su presencia y con su llanto, acompaña misericordiosamente a su Hijo que por los hombres muere en la cruz.
Cuando muere, es la Virgen la que, misericordiosamente, lleva al sepulcro el cuerpo de su Hijo muerto, y es Ella quien permanece en el sepulcro, velando el cuerpo santísimo, esperando en la Resurrección.
La Virgen es misericordiosa para con su Hijo Jesús, pero lo es también para con nosotros, porque Ella da su “Sí” al designio amoroso del Padre, para que los hombres fuéramos salvados y conducidos al seno de Dios Trino por medio del don de su Hijo.
La Virgen es misericordiosa para con nosotros, porque nos da a su Hijo Jesús, nacido milagrosamente en Belén, Casa de Pan, como Pan de Vida eterna, para que nos alimentemos con la sustancia humana divinizada y con la sustancia divina de su Hijo Jesús.
La Virgen es misericordiosa para con nosotros, porque a través de Ella, la Plena de gracia, nos revestimos con la gracia de su Hijo Jesucristo. Es misericordiosa para con nosotros, porque nos da a su Hijo Jesús en Belén, y nos lo da también en el Calvario, para que su Cuerpo nos rescate y su Sangre vivificadora nos llene de la vida del Espíritu Santo.
En el icono y por el icono, le cantamos a la Madre de Dios como la Verdaderamente misericordiosa, y vemos que la Virgen es misericordiosa para con su Hijo Jesús y lo es también para con nosotros.
Pero además la Virgen es modelo de la Iglesia Santa, y es por eso que la Iglesia también es misericordiosa para con nosotros, así como lo es Ella.
En la Santa Misa, la Santa Madre Iglesia, de quien la Virgen es modelo, se comporta como Verdaderamente misericordiosa, porque nos alimenta con la Carne del Cordero, con el Pan de Vida y con el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, y nos consuela con el Amor de Dios que se nos derrama en el corazón en cada comunión eucarística.
Por último, según el milagro del icono, el ángel Gabriel escribe con su dedo, en una piedra, las letras que alaban a la Madre de Dios. En la realidad, la Virgen escribe, con su dedo, en nuestro corazón de piedra, los cantos de alabanza a la Divina Misericordia.
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