Amargura, llanto, dolor/
Eso tiene
Lágrimas que brotan, ardientes de quemazón/
Porque está muriendo el Hijo de su Amor.
¿Quién puede saber, Madre,/
De tu llanto y de tu dolor?/
Ni los ángeles, tristes en el cielo/
Ni los hombres, que mataron al Amor/.
Sólo Dios Padre/
En su inmenso corazón/
Te acompaña y consuela/
En el consuelo del dolor/
Porque también a Él le mataron/
El Hijo de su Amor/.
Oh, muerte esquiva,/
Que te llevaste al Cordero de Dios/
Pero dejas sola a
En la cruz del dolor/.
¡Cómo quisiera
Morir con la muerte/
Que a su Hijo se llevó!/
¡Tan sólo para acompañar/
Al Hijo de su Amor!/
Oh, Madre, cómo lloras/
Con llanto que no tiene consuelo,/
Madre, si en
Era el Amor el que movía tu Corazón/
En el Calvario es el dolor/
El que palpita tu amargor./
Madre, que lloras sin consuelo,/
Raquel de los tiempos nuevos,/
No quieres que nadie te consuele/
En el dolor de tu Amor/
Porque no hay consuelo/
Cuando Dios en su bondad se oculta/
Y permite que el llanto invada,/
Como sombra sin fin/
Al alma humana./
Madre, que lloras,/
En llanto sin consolación/
Porque nada ni nadie puede/
Consolar al llanto de tu Corazón/.
Lo que perdiste, Madre/
La vida del Hijo de tu Amor/
¿Quién te la devuelve, Madre?/
¿Quién te regresa lo que ya no está más?/
Madre de los Dolores/
No puedo enjugar el llanto/
Que brota como un río crecido/
De tu corazón/.
Es un llanto grande/
Como grande es el Hijo de tu Corazón/
Madre al pie de la cruz/
Señora de los Dolores/
Lleva también los míos/
Que con ellos no puedo más/.
Madre, Señora de los Dolores,/
Queman tus ojos tus lágrimas/
Pero más queman tu Corazón./
Madre, ¿cuándo terminará este dolor?/
Tu llanto, hecho de lágrimas puras/
Parece nunca terminar/
Tu llanto, Madre, no termina/
Porque la vida de tu Hijo/
Ya no está en la cruz./
Madre de los Dolores/
No quieres consuelo/
Déjame al menos/
Llorar contigo./
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